Inexplicable en pandemia
Conforme pasan los días se vuelve más y más inexplicable la aplicación de la normativa en el marco de la pandemia en las comunas con cuarentena. En Valdivia, por ejemplo, una sandwichería tradicional e histórica como Das Haus debe verse obligada a mantener sus puertas cerradas mientras las "importadoras chinas" abren sus locales para retiro en tienda e incluso venta en local bajo el rótulo de "artículos de primera necesidad". El Gobierno Regional invirtió millones en preparar un programa adecuado para recibir en Panguipulli a miles de turistas durante un solo día producto del esperado eclipse; pero toda la hotelería valdiviana debe permanecer cerrada o funcionando a media máquina en la etapa más importante del año. ¿Cómo justificamos el abandono de Valdivia, quién puede explicar por qué el comercio local debe enfrentar una agónica muerte en cámara lenta mientras el retail sigue generando las ganancias de siempre? Pasear por nuestra ciudad es un panorama fúnebre, cada vez son más los avisos de sitios en venta o arriendo, cada día son más las personas que se han tomado los espacios urbanos para pernoctar porque ya no tienen donde vivir, cada semana son más los ciudadanos que hacen de trabajos improvisados como el comercio ambulante, lavar vehículos, y otros servicios de ese tipo, su única fuente de ingreso tras afiliarse al grueso de cesantes de la comuna que cada día suman más.Valdivia no sólo vive una pandemia, vive una catástrofe, un desastre que azota el comercio local de forma devastadora y mantiene a las autoridades imperturbables ante el escenario. De hecho, la única mesa comprometida por el Intendente Regional, fue el fruto de un acuerdo anómalo, un compromiso como muchos forzado por las protestas de un grupo de locatarios del centro, pero no es bajo ningún punto de vista una iniciativa coordinada, es más, esta mesa solo incluye a este pequeño grupo de comerciantes, pero no incluye a los del centro y sus alrededores (kioskeros, mini markets, etc.). Necesitamos detener esta cuarentena, o al menos navegar con cierta habilidad que permita salvar el comercio que alimenta a miles de familias con los ingresos de la temporada estival, esto hasta que pase el temblor, y siempre pensando en fortalecer las arcas familiares para favorecer el ahorro ad portas de un nuevo otoño-invierno pandémico.
Marcos Ilabaca C.
Diputado