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VACACIONES POR UN DíA
En 382 noticias se muestra a los adultos mayores en festejos y celebraciones, bailando o de vacaciones, al estilo del "anciano woof" de Inglaterra, símbolo del envejecimiento activo y saludable. Sin embargo, en Chile, con adultos mayores recibiendo pensiones reducidas a veces no les alcanza para pagar la comida ni los medicamentos, por lo tanto, es imposible que puedan financiar vacaciones, fiestas o actividades recreativas como las del Viejo Mundo.
En Chile, los medios cuentan historias de animados y concurridos festejos que duran un día o dos, que coinciden con el aniversario comunal o el Día del Adulto Mayor, donde los participantes son fotografiados consumiendo comidas y bebidas hipercalóricas, imágenes alejadas del concepto de envejecimiento saludable. También se leen titulares sobre vacaciones que duran un fin de semana, a un complejo termal, o destacan excursiones de un día a conocer el mar o a disfrutar de la playa, haciendo una caricatura de los viajes financiados la mayoría de las veces por Cajas de Compensaciones, el Gobierno y las municipalidades.
Covid e INCOMUNICACIóN
Otro de los temas reflexionados por los investigadores de la comunicación en salud UACH-UFRO son los efectos de la incomunicación sobre la autonomía y la salud mental de las personas mayores una vez que finalice la pandemia.
"La incomunicación se presenta cuando no se transmite con efectividad un mensaje hacia una persona mayor, no existe interacción interpersonal con ellos o las conductas de una persona los afecta negativamente", explica Miguel Ángel Carrasco.
A la fecha, la discusión sobre los daños biopsicosociales que podrían llegar a experimentar más de 3 millones de personas mayores ha quedado relegado a un segundo y tercer plano; sea esto por edadismo o por falta de previsión sanitaria, los efectos a nivel social y sanitario serán significativos.
El 19 de marzo en la revista de salud pública "The Lancet", Richard Armitage y Laura Nellumns, del Departamento de Epidemiología y Salud Pública de la Universidad de Nottingham, expusieron de manera crítica las consecuencias de aislar socialmente a las personas mayores, principalmente aquellos con más de 70 años, con la finalidad de evitar la sobrecarga asistencial. Esta incomunicación interpersonal empeorará sus patologías cardiovasculares, aumentará el riesgo de depresión y ansiedad, e incluso los problemas nutricionales debido a que algunas las personas mayores no recibieron alimentos en las cantidades necesarias a raíz del alza de precios sin control y la misma condición de aislamiento.
Otro ejemplo es la incomunicación detectada en los medios de prensa y las redes sociales. En un estudio de la Universidad de Oxford, publicado el 5 de septiembre de 2020 en la revista "Age and Ageing", liderado por Sarah Fraser y Martine Lagacé, las personas mayores son representadas como vulnerables e indefensas contra la Covid-19 y las altas tasas de mortalidad entre los adultos mayores se consideran un resultado "inevitable" y "normal" de esta pandemia.
La periodista e investigadora chilena Stephany Bravo-Segal, en la "Revista de Geriatría y Gerontología de España", publicó junto al psicogerontólogo Feliciano Villar un estudio donde concluyeron que el 71,4% de los titulares representaba a las personas mayores de manera desfavorable, presentándolos como un grupo homogéneo y asociándolos a fallecimientos por Covid-19, deficiencias en la atención residencial o vulnerabilidad extrema, reforzando una narrativa edadista de las personas mayores, basada en la fragilidad y el declive.
Esta incomunicación potencia el estigma social asociado a la covid-19 que pesa sobre las personas mayores, evitando que busquen atención médica de inmediato, lo que las hace aun más vulnerables.
Desafíos para el 2021
De acuerdo a lo planteado en el estudio, en estos momentos es importante que el Estado impulse estrategias destinadas a promover el envejecimiento saludable y entregue los recursos necesarios para que los profesionales de la salud luchen contra la Incomunicación y las consecuencias de este aislamiento físico/social.
Esta incomunicación que intentaron graficar los investigadores no es exclusiva de Chile. En Europa y Norteamérica, estos dilemas han sido descritos e incluso denunciados por importantes agrupaciones académicas y sanitarias.
Lo que sí llama la atención es la ausencia de anuncios estatales en torno a las medidas que se tomarán el 2021 para mitigar los efectos de la pandemia en una población que verá afectada su funcionalidad y sus recursos cognitivos. ¿El Gobierno inyectará más recursos a la APS? ¿Se financiarán iniciativas gerontológicas que busquen innovar y aportar en la resolución del problema?.
Por el momento, cobra relevancia la conclusión del estudio de Stephany Bravo-Segal y Feliciano Villar donde recomiendan a los medios "contar con un tratamiento informativo más complejo y matizado del impacto de la COVID-19 en los mayores, que no caiga ni en catastrofismos atemorizadores ni en actitudes paternalistas sobreprotectoras" con el propósito de estructurar un proceso de toma de decisiones más sosegado y equilibrado respecto a los múltiples desafíos, presentes y futuros, que plantea la pandemia, y el Chile post-pandemia.