Hasta el 30 de septiembre se extenderá la versión 2021 de la Gestión de Episodios Críticos (Gec) incluida en el Plan de Descontaminación Atmosférica, el cual rige en Valdivia desde 2014, cuando la ciudad fue declarada como Zona Saturada, debido a las altas concentraciones de material particulado en el aire.

El Plan es liderado por el Ministerio de Medioambiente (MMA) y las Gec se aplican desde 2017. Ellas consisten, básicamente, en monitorear cada día los índices de calidad del aire, calificarlos según su nivel de gravedad en Alertas, Preemergencias o Emergencias Ambientales, tomando medidas en cada caso.

Esta labor, en general, muestra buenos resultados. En 2017, entre abril y septiembre, hubo 62 episodios críticos; en 2018 fueron 80; en 2019, 52 y en 2020, 58. El número del año pasado es levemente mayor, pero muestra más efectividad respecto de los promedios de los tres años previos de Gestión, que es 64.

Según datos entregados el lunes pasado por la seremía de MMA -cuando se inició la Gec- el promedio de Alertas 2017-2019 fue de 30 y en 2020 marcó 39: sin embargo las Preemergencias fueron 28 (17-'19) y solamente 15 el año pasado; mientras que las Emergencias llegaron a 6 y 4 respectivamente.

Estas bajas son interesantes de observar pues ellas indicarían una mayor conciencia comunitaria sobre el buen uso de la leña , combustible que es utilizado en el 92% de los hogares como calefacción o para cocinar, y cuyo mal manejo (humedad, aparatos en mal estado, escasa aislación térmica en viviendas) constituye una de las principales causas de emisiones contaminantes.

Esa buena actitud debe mantenerse y reforzarse. Por lo mismo resulta destacable que desde este año exista una posibilidad de denunciar hechos que no se apeguen a las normas y se deban fiscalizar. Para ello está el portal https://denuncia.sma.gob.cl

Por otra parte es necesario mantener mensajes de prevención ojalá sencillos, que la comunidad pueda internalizar. Pero, paralelamente, hay que considerar que las restricciones económicas de la pandemia también influyen en la compra y, lamentablemente, la leña ideal -seca o certificada- sigue teniendo diferencias de precio frente a la de inferior calidad.

Probablemente y una vez transcurrida la crisis sanitaria, podremos dar una mirada hacia atrás y evaluar objetivamente los cambios que ha sufrido la vida ciudadana y las actividades públicas en general. La Construcción, por cierto, no ha estado ajena a los cambios en las reglas de juego en ésta "Nueva Normalidad".

Sin duda la introducción de nuevas tecnologías ha sido actor ineludibles en la edificación de obras de toda índole. No es raro observar que obras que otrora absorbían grandes cantidades de Obra de Mano, son ejecutadas con mayor presteza por un equipo de maquinarias de última generación. Desde el lado positivo, la actividad constructiva se ha visto favorecida en factores como la disminución de accidentes laborales, aumento en la velocidad de ejecución. La especialización por cierto ha modificado el nivel de remuneraciones, favoreciendo sin ninguna duda los salarios de quienes han hecho el esfuerzo por capacitarse, además de impulsar el interés por la capacitación misma.

Pero también debemos mencionar el lado un poco más oscuro. El uso de más tecnología y maquinaria ha significado una drástica disminución en los puestos de trabajo para cierto segmento de trabajadores, quienes por decisión propia o condición social se ubican en el estrato más bajo de la pirámide ocupacional. Específicamente debemos hacer referencia al trabajador de "pala y picota", quien ha visto desaparecer las tradicionales herramientas mencionadas y reemplazadas por una pequeña excavadora que sin duda disminuye los tiempos de ejecución de las excavaciones.

También y bajo la simple observación, se puede detectar un cambio significativo en la productividad, entendida como la eficiencia en un medio de producción. No hace más de una década, el cálculo para excavaciones en el estudio de una licitación pública podía considerar que un trabajador jornalero con pala y picota en terreno natural podía excavar entre 2,5 y 3,5 metros cúbicos al día. Hoy día es muy sencillo comprobar que dicho rendimiento ha caído a niveles preocupantes, es decir a un rango de 1,0 a 1,5 metros cúbicos al día. Valga reconocer que la productividad se ha desmoronado también en las actividades administrativas de una obra y estadísticas recientes acusan que si bien el "efecto pandemia" ha sido determinante, el fenómeno se puede proyectar a varios años atrás.

Margot Oyarzún

Directora Carreras Área Construcción INACAP Valdivia