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Crecer en ambiente contaminado repercute en la salud mental

NIÑEZ. Científicos estadounidenses y británicos llevan cerca de 30 años siguiendo a niños -ahora adultos -que se desarrollaron en lugares con alto tráfico y cercanos a industrias. El óxido de nitrógeno es clave en estas patologías.
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Efe

Estar expuesto a altos niveles de contaminación atmosférica durante la niñez está relacionado con problemas de salud mental en la vida adulta, afirmó un estudio publicado esta semana por la Universidad de Duke, en Estados Unidos, que corrobora lo ya advertido por el King's College de Londres, Inglaterra, a mediados de los años 90.

La revista Journal of the American Medical Association Network Open, de EE.UU., publicó el análisis de un grupo de académicos de aquel país que encontraron tasas más altas de enfermedades mentales entre personas expuestas durante la niñez y la adolescencia a contaminantes del aire relacionados con el tráfico, en particular óxidos de nitrógeno.

El vínculo entre la exposición a la contaminación del aire y los síntomas de enfermedades mentales en los jóvenes, sin embargo, es "modesto", dijo el líder del estudio, el psicólogo clínico Aaron Reuben.

No obstante, "debido a que las exposiciones dañinas de este tipo están tan extendidas en todo el mundo, los contaminantes del aire exterior podrían contribuir significativamente a la carga global de enfermedades psiquiátricas", señaló Reuben.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, estimó que actualmente 9 de cada 10 personas en todo el mundo están expuestas a altos niveles de contaminantes en el aire, producto de la combustión de fuentes fósiles en automóviles, camiones y centrales eléctricas, sumados a emanaciones industriales.

Depresión y ansiedad

Una investigación anterior, realizada por el Instituto de psiquiatría, psicología y neurociencia del King's College de Londres, identificó un vínculo entre la contaminación del aire y el riesgo de trastornos mentales como depresión y ansiedad.

Una coautora del análisis, Helen Fisher, vinculó la exposición infantil a la contaminación del aire con el riesgo de experiencias psicóticas en la juventud, al combinar estudios que muestran un aumento de admisiones hospitalarias por enfermedades psiquiátricas durante días de "mala" calidad del aire en países como China e India.

"La contaminación del aire es probablemente un factor de riesgo inespecífico de enfermedad mental en general", fue una conclusión en la que coincidieron ambos estudios.

En el caso británico, se analizó a 2.000 gemelos nacidos en Inglaterra y Gales entre 1994 y 1995, quienes fueron seguidos hasta la edad adulta, durante dos décadas.

Los autores descubrieron que el 22% de los participantes tuvo una exposición a óxidos de nitrógeno (NOx), un contaminante gaseoso regulado, que excedía las pautas de la OMS, y el 84% rebasó los límites de partículas finas (PM2,5), un contaminante en aerosol regulado con partículas suspendidas de menos de 2,5 micrones de diámetro.

En este grupo se hallaron síntomas asociados al a dependencia del alcohol, cannabis o tabaco; trastorno de conducta y déficit de atención, depresión, ansiedad, cuadros de estrés postraumático y trastorno alimenticio, además de síntomas de trastornos del pensamiento relacionados con la psicosis.

9 de 10 personas en el mundo está expuesta a altos niveles de contaminación atmosférica, según la Organización Mundial de la Salud.

2.000 gemelos británicos desarrollaron dependencia de sustancias, ansiedad, estrés postraumático y trastornos alimenticios.

Guaguas de madres covid-19 pueden ser prematuras, pero con bajo riesgo de contagio

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Los recién nacidos con madres que dieron positivo para coronavirus durante el embarazo, o antes del parto, tienen más posibilidades de nacer antes de tiempo, afirmó un estudio publicado por la revista Jama, de la Asociación Médica Estadounidense. Sin embargo, muy pocos niños nacieron infectados por covid-19.

La investigación, ejecutada en Suecia, abarcó el 92% de las guaguas -casi 90.000 - en el país europeo, entre el 11 de marzo de 2020 y el 31 de enero de 2021, lo que hace de este análisis uno de los mayores en su campo hasta la fecha.

El Instituto Karolinska y la Agencia de Salud Pública de Suecia afirmaron la existencia de un nivel de morbilidad "ligeramente superior" en esos neonatos, incluido un mayor riesgo de trastornos respiratorios, que se debieron, "en gran medida, al mayor número de nacimientos prematuros en este grupo".

De todas maneras, no se pudo observar "ninguna correlación directa entre la infección materna y la infección respiratoria o la neumonía neonatal", afirmaron los académicos.

En el periodo estudiado, 2.323 bebés nacieron de madres positivas para covid-19, de los que alrededor de un tercio fueron sometidos a exámenes para detectar la enfermedad justo después del parto, o a pocos días de este.

Solo 21 (0,9%) de las guaguas de esas mujeres dieron positivo en algún momento del periodo neonatal, es decir, durante los primeros 28 días, la mayoría sin mostrar ningún síntoma, aunque unos pocos fueron tratados por motivos distintos al covid-19.

Separar al recién nacido

El estudio respaldó la recomendación sueca de que los bebés nacidos de mujeres que han dado positivo en la prueba del SARS-CoV-2 durante el embarazo o el parto no necesitan ser separados rutinariamente de sus madres al nacer, medida de precaución que se adopta en muchos países "a pesar de la falta de pruebas que la respalden".

Separar a un recién nacido de su madre "es una intervención grave, con consecuencias negativas para la salud de la madre y del niño, que deben sopesarse con los posibles beneficios", indicó Mikael Norman, del Instituto Karolinska y uno de los autores del estudio.

La investigación sugiere, según el pediatra, que la madre y recién nacido pueden ser atendidos juntos, y "se puede recomendar la lactancia sin peligro para la salud de la guagua".

Roma reconstruye la mano colosal del emperador Constantino

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La colosal mano en bronce del emperador romano Constantino luce desde ayer reconstruida en los Museos Capitolinos de Roma, después de añadir la falange que le faltaba y que hasta ahora era custodiada en el Louvre parisino.

El público podrá admirar casi completa la mano de Constantino el Grande, una de las figuras más relevantes del Imperio, al permitir el cristianismo en el siglo IV después de Cristo, y de cuya estatua colosal (de 12 metros de altura) se conservan la cabeza y la mano izquierda, con agujeros en la palma, el dedo índice y el corazón, además de una esfera que sostenía.

La reconstrucción de la mano fue posible gracias a la incrustación de dos falanges superiores de un dedo índice que estaban en el Museo del Louvre y que han llegado a Roma mediante un "préstamo a largo plazo" por unos cinco años, apuntaron fuentes del consistorio.

La escultura ha sido expuesta en la Sala Esedra de los Museos Capitolinos junto a la imponente estatua de Marco Aurelio a caballo y el resto de bronces dados al pueblo romano en 1471 por el papa Sixto IV, donación con la que se constituyó esta institución.

Se trata de una restauración de "gran significado" gracias a la "generosa" disponibilidad del director y presidente del Louvre, Jean-Luc Martinez, y que llega cuando se conmemoran los 550 años de la fundación de los Museos tras la mencionada donación pontificia.

Escultura icónica

El dedo que le faltaba a la mano imperial llegó a París en 1860 al igual que buena parte del acervo de arte antiguo del marqués Giampietro Campana, uno de los mayores coleccionistas decimonónicos.

En mayo de 2018 fue posible confirmar que aquella falange pertenecía en efecto a una de las esculturas más icónicas de la Antigua Roma, el coloso en bronce de Constantino, gracias a una prueba con una copia en 3D del fragmento parisino.

La primera descripción de los fragmentos de la escultura del imperial se remontan a la mitad del siglo XII, cuando eran custodiados en el palacio de San Juan de Letrán, antigua sede de los papas, destacando su majestuosidad y sus preciosos materiales.

Cuando el papa Sixto IV, gran reformador de la urbanística romana, donó estas piezas, la cabeza se colocó bajo los pórticos del Palacio de los Conservatori, en el Campidoglio. La mano, en cambio, corrió otra suerte y el último documento que la recuerda entera data de finales de la década de 1530.

Documentos y testimonios posteriores muestran ya la mano con un dedo índice sin las dos falanges superiores. Se cree que entonces esa valiosa pieza entró en el mercado de los anticuarios romanos para acabar en el Louvre con la colección Campana.