La Mesa
del Señor
En el evangelio de este domingo (Jn 15,1-8) Jesús dice: "Yo soy la verdadera Vid y mi Padre es el Viñador". Nosotros somos los sarmientos de esta vid que es el mismo Cristo, al cual estamos invitados a estar siempre unidos, para poder dar frutos en abundancia.
El evangelio de hoy repite insistentemente en que debemos permanecer en el Señor. Esta invitación a permanecer en Él es una llamada a la oración, pero no solamente a rezos y fórmulas, sino que todo sea una oración que nos una al Señor, que nos haga entrar en relación íntima con Él.
Por medio de la escucha y meditación de su Palabra entramos en esta relación más radical con el Señor. Por la palabra de Jesús, los discípulos quedaron limpios -dice el evangelio-. Y a través de esa misma Palabra podremos obtener del Señor sus gracias, ya que dice el texto: "Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán".
Permanecer en el Señor y guardar su Palabra hará que produzcamos muchos frutos en nuestra vida. Unidos a Él nuestra vida se hace más llevadera y llena de esperanza, tan necesaria en los tiempos de incertidumbre que vivimos.
Nuestra relación con el Señor no es pasajera, ni superficial, sino que debe ser profunda y estable: permanece en el tiempo, porque el Amor de Dios es para siempre y Él cumple sus promesas. Seguir al Señor significa precisamente esto: permanecer y estar con Él.
El año que ha pasado nos ha obligado a ser creativos en las formas para sentirnos unidos con Dios y con nuestra comunidad creyente, pero "paso a paso" y en la medida que mantengamos las precauciones y el auto-cuidado frente a la pandemia, también podremos celebrar los sacramentos, en especial aquel que nos ayuda para permanecer en el Señor: La Eucaristía, la Santa Misa.