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Berta del Carmen Mesas Vallejos: A 11 años de su viaje hacia el Más Allá

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El 4 de junio del año 2010 emprendió el viaje sin retorno la dama valdiviana Berta del Carmen Mesas Vallejos, cuyo recuerdo permanece entre sus descendiente y quienes fueron sus relaciones durante sus 85 años de existencia. Berta Mesas Vallejos nació el 24 de agosto de 1924 en Valdivia y fue hija del matrimonio formado por José del Carmen Mesas y Juana Pabla Vallejos. Realizó sus estudios primarios en la antigua Escuela N° 16 y las humanidades en el Liceo de Niñas. En el año 1951 contrajo matrimonio con el boxeador y militar Juan Gual Nualart y de esa unión nacieron tres hijos: Carmen, Juan y Gabriela, quienes se criaron en el hogar familiar ubicado en calle Baquedano, en los Barrios Bajos, lugar que hasta hoy continúa siendo residencia de sus descendientes. Entre 1948 y 1957, Berta Mesas Vallejos acompañó primero como admiradora y luego como esposa la campaña como boxeador de su esposo Juan Gual Nualart, siempre junto a su madre y sus hermanas Felipa y Filomena. Sus familiares la recuerdan como una excelente esposa y madre ejemplar, buen dueña de casa y madre entregada siempre a la crianza, cuidado y educación de sus hijos. Cuando falleció su esposo, el 17 de julio de 1988, Berta Mesas Vallejos se incorporó al Centro de Madres de Capredena, en virtud de que Juan Gual Nualart pertenecía a las filas del Ejército de Chile. Posteriormente fue integrante del Club de Atletismo Manuel Plaza de Valdivia, institución en la cual participó como socia y tesorera de la mesa directiva entre los años 1990 y 2009. Su labor fue reconocida por los deportistas de la agrupación deportiva, quienes siempre le entregaron muestras de cariño. Hasta el momento de su partida, Berta Mesas Vallejos disfrutó de sus nietos Roberta y Juan José, quienes alegraban sus horas. Berta Mesas Vallejos dejó de existir el 4 de junio de 2010 y sus restos descansan en el Cementerio Municipal de Valdivia.

4 de junio de 2010 dejó de existir la dama valdiviana, quien estuvo ligada al atletismo valdiviano como dirigenta del club Manuel Plaza.

Luis Enrique Wilhelm Siel: Bombero, mecánico y líder familiar

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Entre el amor infinito de sus familiares y el recuerdo que legó en las organizaciones de las cuales fue partícipe, el domingo 16 de mayo se marchó para siempre Luis Enrique Wilhelm Siel, bombero insigne valdiviano. Luis Enrique Wilhelm Siel nació en Osorno el 25 de agosto de 1934 y fue hijo de Ewaldo Wilhelm y Olga Siel, quienes también fueron padres de Boris. Su niñez, adolescencia y parte de la juventud la vivió en su ciudad natal, donde cursó sus estudios en el Colegio Alemán. Luego estudió Mecánica en la sede Temuco de la Universidad Técnica del Estado. Posteriormente, el joven profesional se radicó en Valdivia y contrajo matrimonio con Olga Meyer Lorca, en 1957. Fueron padres de cuatro hijos: Juan, Jaime, Marianne y Marcelo, en una descendencia que se prolongó a siete nietos y tres bisnietos. En Valdivia se hizo conocido y se transformó en un próspero hombre del comercio, a través de su taller mecánico y rectificadora de motores ubicado en calle Hettich con Ecuador. Pero también fue rotario y perteneció a diferentes instituciones de la ciudad, entre ellas Bomberos. En el deporte, incursionó en el básquetbol, el remo y la pesca deportiva. El 20 de diciembre de 1955 ingresó como voluntario a la Cuarta Compañía de Bomberos, donde fue teniente de máquinas, teniente primero, capitán y director. También fue segundo comandante (1975 a 1978) y comandante del Cuerpo de Bomberos de Valdivia entre los años 1982 y 1988. El mismo cuerpo bomberil lo reconoció como su voluntario más antiguo y le entregó un premio por sus 50 años de servicio. También fue nombrado voluntario insigne de Bomberos de Chile. "Fue una maravilla de padre. Todo lo que sabemos y tenemos se lo debemos a él. Su familia siempre estuvo antes que todo. Deja el legado de un guía que entregó cariño, amor y muchos valores, sobre todo la rectitud. Su palabra valía más que cualquier papel", recuerda su hijo Juan. Luis Enrique Wilhelm Siel falleció el domingo 16 de mayo y su cuerpo descansa en el Cementerio Parque Los Laureles de Valdivia.

1955 fue el año en que Luis Enrique Wilhelm Siel ingresó a la Cuarta Compañía de Bomberos de Valdivia. También fue mecánico, rotario y deportista.

¿Qué es Pentecostés?

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Este domingo celebramos con gran alegría la solemnidad de Pentecostés, pero ¿qué es Pentecostés? Es la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia, cincuenta días después de la Pascua. Pentecostés es la fiesta de la Iglesia, del nacimiento de la Iglesia. El grupo de seguidores de Jesús recibe el Espíritu Santo y movidos por él son enviados a proclamar la buena noticia del evangelio de Jesús.

En el evangelio de este domingo (Jn 20, 19-23), los discípulos están con las puertas cerradas por temor.

Esto nos hace pensar en las muchas veces que cerramos nuestras puertas y nuestros corazones por temor, temor al mundo, temor a la enfermedad, al dolor, temor a hacer el bien.

También, cada uno de nosotros puede cerrar nuestras vidas a los demás y a la acción del Espíritu en nosotros. Pero la renovación no viene de nosotros. Es Jesús quien traspasa nuestras barreras y nuestra cerrazón. Él abre nuestros corazones estrechos.

Él es quien agranda nuestro corazón para que podamos recibir el Espíritu Santo con sus Dones y nos sale al encuentro, así como lo hizo con los discípulos.

Dice el texto que "los discípulos se llenaron de alegría, cuando vieron al Señor".

El encuentro con Jesús Resucitado da plenitud a la vida de cualquier persona.

Por eso, la alegría es un signo característico del cristiano, pero es una alegría interior que viene de la convicción de algo que no le será arrebatado: la fe, la esperanza y el amor.

El Señor sopla sobre sus discípulos para darles el Espíritu Santo. Es a través de Jesús que la comunidad recibe la fuerza del Espíritu.

No perdamos la confianza en la acción del Espíritu Santo en la Iglesia y en el mundo. Debemos tener fe de que la historia está guiada por el Espíritu que sopla y sigue soplando en la humanidad.

Esto es la fiesta de Pentecostés: abrir la mente y el corazón a la acción de Dios en nosotros.