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Creer y

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no temer

Este domingo, el texto del evangelio (Mc 5, 21-43) nos presenta una doble acción salvadora de Jesús. Por una parte Jairo, un jefe de sinagoga que llega para pedir ayuda por su hija de doce años que agoniza; y una mujer que hacia doce años padecía de hemorragias que los médicos no habían podido sanar.

Mientras van camino hacia la casa de Jairo, se acerca la mujer enferma y toca el manto de Jesús, sanando de inmediato de su enfermedad. Jesús no sigue de largo, sino que se detiene y pregunta quién lo ha tocado, ante el estupor de los discípulos y el temor de la mujer.

Esto lo hace, porque Jesús no es un simple hacedor de milagros. Él es el Salvador del mundo y quiere restituir no sólo la salud de la mujer, sino devolverle la dignidad perdida por su enfermedad, que la ha colocado al margen de la sociedad de su época.

Pero todo esto se ha logrado por la iniciativa de fe que ella ha tenido al tocar el manto de Jesús: "Tu fe te ha salvado", le reafirma Él.

Todo esto ha demorado a Jesús y le avisan a Jairo de la muerte de su hija. ¿Para qué molestar más al Maestro?, le dicen. Jesús anima al padre consternado: "No temas, basta que creas". Una vez más la palabra de Jesús apoya la fe de una persona. Hay que creer en Dios, pero por sobre todo creerle a Dios, que se manifiesta en su hijo único Jesucristo, que es el camino que nos conduce al Padre.

Ante tantas propuestas de sentido (o de sin sentido) que hoy se ofrecen al hombre, el evangelio nos vuelve a mostrar la novedad siempre nueva del Dios de Jesucristo, que libera, sana y salva a la humanidad, que nosotros aceptamos con nuestra fe. Buen domingo.

"Hay que creer en Dios, pero por sobre todo creerle a Dios, que se manifiesta en su hijo único Jesucristo, que es el camino que nos conduce al Padre".

Ernesto Martínez Oyarzún: En la memoria de su familia

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El pasado 7 de junio se marchó para siempre un hombre humilde, esforzado, trabajador y jefe de familia, que mantuvo un estrecho vínculo con el mundo del fútbol amateur y de los barrios de Valdivia. Fue Ernesto Martínez Oyarzún, quien nació en Valdivia el 7 de noviembre de 1940. Don Ernesto fue uno de los siete hijos del matrimonio formado por Melchor Martínez y Mercedes Oyarzún. Estudió hasta el octavo año de enseñanza preparatoria en la antigua Escuela N° 1 de Valdivia y a los 14 años de edad entró al mundo del trabajo, desempeñándose en el rubro de la construcción, ambiente en el cual aprendió el oficio de maestro estucador. A los 19 años de edad contrajo matrimonio con Rosa Muñoz Vargas, con quien fueron padres de siete hijos: Rubén, Verónica, Gloria, Silvia, Néstor, Mercedes y Pilar. Además, fue abuelo de 19 nietos y 16 bisnietos. Entre las aficiones de Ernesto Martínez Oyarzún, el fútbol y el beibifútbol ocuparon un lugar especial y en esas actividades destacó como entrenador y dirigente, siendo parte importante en la génesis y la existencia del club deportivo Sampdoria, perteneciente a la Liga Deportiva Ucodeval y del cual fue uno de los fundadores, junto a sus amigos del barrio. A cargo de diferentes series del club fue campeón de la liga y también tuvo la oportunidad de dirigir selecciones de Valdivia tanto a nivel masculino como femenino, destacando entre esos éxitos un título nacional de beibifútbol laboral en 1993, en Puerto Montt. A esos logros sumó como entrenador otros campeonatos en los barrios, en el antiguo campeonato de casas comerciales, en Las Ánimas y en la agrupación de Viejos Cracks. Ernesto Martínez Oyarzún dejó de existir el 7 de junio de 2021 y su cuerpo descansa para siempre en los patios del Cementerio Municipal N° 2 de Valdivia.

80 años de edad tenía Ernesto Martínez Oyarzún, al momento de su partida. Fue padre de siete hijos, abuelo de 19 nietos y bisabuelo de 16 bisnietos.

José Miguel Molina Escobar: Adiós al líder de Los Valxlluvia

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Dejaba la voz en el tablón, alentando al club de sus amores. Siempre positivo y dialogante, José Miguel Molina Escobar fue un hincha acérrimo de los colores de Deportes Valdivia y aunque durante su niñez soñaba con vestir los colores del club de su ciudad, el destino le tenía reservado un lugar preferencial como líder de la barra oficial del Torreón: Los Valxlluvia. José Miguel nació el 14 de mayo de 1972 en Valdivia y fue hijo de Guillermo Molina y Marcelina Escobar, quienes también son padres de Carlos. De una segunda unión de su padre, José Miguel tuvo otros tres hermanos: Daniel, Alejandro y Ana Sol. Sus estudios básicos los desarrolló en la antigua Escuela N° 6, que estaba al lado del Liceo Técnico, mientras que la enseñanza media la cumplió en el Liceo Industrial, en la especialidad de Mecánica. En su época de liceano formó parte de las divisiones menores del antiguo Deportes Valdivia. Su vida laboral la desempeñó en Emasil y en un astillero en Las Mulatas, donde una temprana insuficiencia renal lo obligó a jubilar a los 32 años de edad y lo acompañó hasta el último de sus días. También se desempeñó como colectivero. El 15 de julio de 1993 contrajo matrimonio con Sandra Ortega Palma y fueron padres de Francisco, Catalina y Nicolás. Alcanzó a disfrutar de un nieto regalón: Gaspar. Como barrista de Deportes Valdivia, fue parte de la agrupación de hinchas desde 2006 y a partir de 2017 fue el presidente de la Agrupación Social y Cultural Los Valxlluvia. Su esposa Sandra Ortega lo recuerda como "una excelente persona, muy amigo de sus amigos, donde íbamos encontraba gente conocida. Fue un muy buen padre, esposo y abuelo, alguien muy carismático y que supo criar con muchos valores a sus hijos". José Miguel Molina Escobar falleció el domingo 20 de junio y su cuerpo descansa en el Cementerio Municipal N° 1 de Valdivia.

2017 asumió el liderazgo de la organización de hinchas del Torreón. En su juventud fue integrante de las series menores del antiguo Deportes Valdivia.