Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Cartelera y Tv
  • Espectáculos

Carlos Alberto Becar Chandía: A ocho años de su viaje final

E-mail Compartir

Ocho años del fallecimiento de Carlos Alberto Becar Chandía se cumplieron el reciente jueves 22 de julio. Quien fue un conocido trabajador de actividades relacionadas con la pesca nació en el puerto de Talcahuano, el 10 de mayo de 1951. Fue el hijo mayor del matrimonio formado por el trabajador y socio de Huachipato, Wilfredo Becar y la funcionaria de Correos, María Magdalena Chandía, quienes además fueron padres de Lucy y Wilma. Durante su formación para la vida estudió la carrera de agente comercial en el Instituto Comercial de Talcahuano. Carlos Alberto Becar Chandía contrajo matrimonio con Gloria Sepúlveda y de esa unión nacieron tres hijas: Ingrid, Carla y Magdalena, quienes prolongan la descendencia familiar a cuatro nietos (Tania, Aracely, Ignacio y Esteban) y un bisnieto: Martín. Toda la vida laboral de Carlos Bécar se relacionó con las embarcaciones pesqueras, donde fue jefe de flota y la mayor parte de su trabajo se desarrolló en el sector Miraflores de Valdivia, tanto en astilleros como en pesqueras, laborando para los "hombres de mar". La familia llegó a Valdivia en 1996 y echó raíces junto al Calle Calle y su entorno natural. Era conocido como el "Guatón Becar", recuerda su hija Carla y agrega que "fue un hombre muy amigo de sus amigos, amante de sus hijas, de la buena vida y la buena comida, hedonista por naturaleza y de corazón noble, ya que siempre estuvo dispuesto a ayudar a quien lo necesitara, como por ejemplo a hogares de menores y a los adultos mayores del Hogar de Cristo. Era un hombre con gran sentido social, lo cual dejó como herencia a sus hijas". De hecho, su hija Carla es trabajadora social. Además, fue un fanático hincha del fútbol y de Colo Colo, aunque el club de sus amores fue siempre el deportivo Bellavista de Talcahuano. Carlos Alberto Becar Chandía falleció el 22 de julio de 2013, a los 62 años edad. Desde entonces, su cuerpo descansa en el Cementerio Parque Los Laureles de Valdivia.

22 de julio de 2013 partíó hacia el Más Allá Carlos Alberto Becar Chandía, quien legó a sus hijas la importancia del sentido social de la vida. En 1996 se radicó en Valdivia.

El milagro de

E-mail Compartir

la generosidad

Hace una semana vimos cómo Jesús tiene compasión de sus discípulos que vuelven de la Misión, así como también de la multitud que lo sigue. En el evangelio de este domingo, tomado esta vez del evangelista Juan (6, 1-15), Jesús está con sus discípulos sentados. Cuando él ve a la multitud que está junto a ellos, se preocupa de cómo poder alimentarlos y hace partícipes a sus discípulos de esta preocupación. Le dice a Felipe: ¿dónde podemos comprar pan para toda esta gente? El discípulo le hace ver las dificultades: "Ni doscientos denarios bastarían para darles de comer a toda esta gente". Existe un muchacho que ofrece cinco panes y dos pescados, pero ¿qué esto para toda esta multitud?.

Este pequeño gesto de generosidad del muchacho es lo que necesita Jesús para hacer su obra.

El reino de Dios ha repetido con insistencia parte de lo pequeño y de lo humilde, como el grano de mostaza. Pide a los discípulos que hagan sentar a la multitud en pequeños grupos. Jesús toma los panes (y los peces) da gracias y los reparte.

Es el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. La multiplicación de la generosidad de aquel muchacho que entregó lo que llevaba para comer. Es la generosidad de la viuda que da todo lo que tiene, es el milagro de la entrega generosa de Jesús en la Cruz y que se hace presente en el Pan de la Eucaristía.

Jesús, a través de sus discípulos, reparte el pan y los peces a toda aquella multitud que lo había seguido para escuchar su Palabra.

Jesús hace recoger en canasta todo lo que ha sobrado a sus discípulos, nada debe perderse, ni los panes, ni los peces y tampoco la solidaridad que había surgido en aquella muchedumbre de seguidores de Jesús, a partir del humilde gesto del muchacho.

Sin embargo ellos, entusiasmados, reconociendo el signo que se ha hecho, ven que Jesús es un profeta y buscan hacerlo rey. Jesús se aleja y busca estar solo.

Raúl Sepúlveda Pantoja: Un hombre solidario y generoso

E-mail Compartir

Generoso, solidario. Son dos conceptos que definen gran parte de la vida y personalidad de Raúl Sepúlveda Pantoja, ex funcionario del Banco del Estado que se marchó para siempre el domingo 18 de julio pasado, dejando un recuerdo imborrable entre familiares, amigos, ex compañeros de trabajo y quienes compartieron con él durante su permanencia en la Tierra. Raúl Sepúlveda Pantoja nació el 19 de julio de 1942 en Valdivia y fue hijo de Juan Guillermo Sepúlveda Sepúlveda y Ana Rosa Pantoja Segovia, quienes también fueron padres de Ana, Juan, Ruth y Yolanda. Estudió en la Escuela N° 4 y en el Instituto Comercial, donde egresó de secretariado administrativo en 1962 y más tarde se tituló de contador. El 1 de febrero de 1963 ingresó a trabajar a la oficina Valdivia del Banco del Estado, donde fue auxiliar de correspondencia, cajero, secretario del agente, delegado de personal y dirigente sindical. También, durante cinco años trabajó en la oficina de Osorno. Era militante del Partido Socialista, en 1973 fue detenido y permaneció recluido durante seis meses en la cárcel de Isla Teja. Una vez en libertad y al no encontrar trabajo se marchó hacia Argentina y entre junio de 1974 y diciembre de 1981 fue funcionario de la empresa petrolera técnica patagónica, en Comodoro Rivadavia. Regresó a Chile, fue vendedor, en 1989 fue reincorporado al Banco del Estado y destinado a la sucursal de Lanco. Volvió a Valdivia e hizo cursos de perfeccionamiento para ser agente, cargo que ocupó hasta abril de 2003 en Las Ánimas, cuando se acogió a retiro. Al cumplir los 65 años ingresó a la asociación de funcionarios jubilados del banco y presidió la filial valdiviana hasta su partida. En su vida familiar, el 20 de mayo de 1965 contrajo matrimonio con Margoth Guzmán Cárcamo. Fueron padres de dos hijos: Jaime y Sandra; y abuelos de dos nietos: Diego Enrique y Cristóbal Maximiliano. Su familia lo recuerda como una "persona muy comunicativa, un ser maravilloso y solidario, que siempre ayudó a las personas sin importar su condición, fue aficionado al deporte y especialmente al básquetbol". Su cuerpo descansa en el Cementerio Municipal N° 1.

1963 ingresó a trabajar al Banco del Estado, donde desarrolló la mayor parte de su vida laboral. Fue funcionario de la institución entre 1963-1973 y 1989-2003.