Un minuto antes de la medianoche de hoy deberán adelantarse los relojes en el país para iniciar el horario de verano, el cual regirá hasta el primer sábado de abril de 2022, con el objetivo de ahorrar energía aprovechando una jornada más extensa de luz solar.

Esta acción de cambiar la hora se aplica en su fórmula actual (antes hubo otra, en 1927) desde 1946, cuando entró en vigencia la Ley 8.522, la cual buscó perfeccionar la práctica vigente desde 1909, cuando internacionalmente se acordó la adopción del tiempo universal con relación al meridiano de Greenwich (Inglaterra) y la división del globo en zonas horarias vinculadas entre sí.

La que regirá desde mañana es la UTC-3 , el mismo que Argentina, Brasil y Uruguay.

A lo largo de 75 años esas reglas han sufrido cambios y regresos, además de polémicas que incluso hoy se generan entorno a su real utilidad económica y sobre los efectos que ellas generan para la salud de las personas. Sin embargo, no hay acuerdo sobre su derogación y sigue vigente, permitiendo que, desde este fin de semana, los habitantes de Los Ríos y de gran parte del país, con la excepción de Magallanes y la Antártica, deban acostumbrarse a una nueva rutina.

El seremi de Energía Felipe Proflit emitió ayer un comunicado en el cual explicó que el horario de verano "facilita las actividades familiares, sociales y recreativas en las tardes, pues el régimen horario, de invierno y verano, nos permite aprovechar lo más posible la luz natural del sol a lo largo del año. Esto tiene beneficios directos en nuestra salud y presupuesto. Nuestro cuerpo está diseñado para trabajar mejor con luz natural, favoreciendo la salud, la concentración y nuestro desempeño, sobre todo para los niños, niñas y adolescentes".

Junto a lo anterior, la autoridad también hizo una reflexión en la cual es preciso detenerse. Pidió recordar que la pandemia no ha terminado y que, aunque los horarios y la primavera inviten a realizar más actividades al aire libre, es preciso mantener autocuidado.

Tiene mucha razón al recordar esos puntos. Los avances en el plan Paso a Paso en todas las comunas de la región pueden generar falsa seguridad y multiplicar riesgos. Entonces, a recordar: nuevo horario, pero las mismas precauciones.

Este 2021 se cumplen 40 años de la creación de las primeras universidades privadas en nuestro país. Un hecho significativo que transformó la educación superior, y que ha sido relevante para miles de familias.

Desde dicha perspectiva, y con la finalidad valorar el aporte de estas instituciones, debemos comenzar por señalar que el 84% de la totalidad de la matrícula universitaria se concentra en estas casas de estudios. A esto añadiremos, que en la década de 1980 eran alrededor de 120 mil los jóvenes entre 18 y 24 años que ingresaban a la universidad, y tras cuatros década son más de 1 millón.

En este sentido, Paulina Hidalgo, directora de Desarrollo de la Corporación de Universidades Privadas (CUP), manifestaba que el crecimiento de la matrícula en la educación superior, impulsado básicamente por la oferta de las instituciones privadas, ha producido un cambio sustantivo en nuestra sociedad, al incorporar en forma creciente a estudiantes de las familias más vulnerables, lo que ha generado mayor movilidad social.

Dicho argumento se ve reforzado, cuando observamos que, ya en la Encuesta Casen del año 2017, el 60% de los estudiantes que provienen de familias de mayor vulnerabilidad han optado por estudiar en una universidad privada.

De estos datos, se puede interpretar que las universidades privadas permiten que el ingreso a la educación superior no esté determinado por el nivel socioeconómico, a lo que se suma que han aportado de forma importante a una mayor cobertura geográfica, dado la existencia de sedes en distintas regiones del país.

No obstante, en el área de la generación de conocimiento también son un actor relevante, porque aproximadamente el 20% de toda la investigación que se hace en Chile, la están produciendo estas instituciones de educación superior.

Respecto a los desafíos, compartidos con todas las universidades del sistema, y coincidiendo con José Joaquín Brunner, se deben fortalecer mecanismos internos de autoevaluación y mejoramiento continuo de la calidad; consolidar plataformas de investigación complejas; e innovar en el campo de la docencia de pregrado en términos curriculares; así como en materia de vinculación con el medio.

En el caso de la Universidad Santo Tomás, que recientemente cumplió 33 años, nos sentimos orgullosos de estar aportando con una institución con presencia nacional y regional, con 4 años de acreditación avanzada y que se encuentra adscrita a la gratuidad.

Laura Bertolotto Navarrete

Rectora Santo Tomás Valdivia