"Me miro de repente y digo: ¡100 años! Nooo, si parece que tengo 80"
EJEMPLAR. Dama valdiviana que fue piloto de aviones cumplió un siglo de vida.
Lee de manera constante, resuelve puzzles, juega solitario, ve telenovelas, sigue la contingencia nacional y mantiene un muy buen sentido del humor. Fue secretaria ejecutiva, dactilógrafa, taquígrafa, radioaficionada, funcionaria de Linos La Unión y una de las primeras mujeres valdivianas en ser piloto de aviones. Son parte de las actividades que durante sus 100 años de vida ha desarrollado Teresa Leixelard Lacoste. Cumplió un siglo de vida el pasado 15 de octubre y en la previa de los festejos familiares, celebró sus 100 años con un vuelo sobre la región. Y ella fue la copiloto en esta nueva aventura.
Dueña de un potente compromiso social que desarrolló junto a su esposo Pedro Ilharreborde Torres, durante los 30 años que trabajó en Linos La Unión cumplió el rol equivalente al de una asistente social, preocupada de la problemática de los obreros. En Hueicolla fue radioaficionada y desde allí cumplió una labor social con pescadores de Corral y de caletas aledañas, además de turistas y habitantes de la caleta. En Tirúa también vivió durante un tiempo y como no había médicos, ayudaba a traer guaguas al mundo. Durante toda su vida estuvo vinculada a la ayuda social y sus hijas crecieron con esos ejemplos y valores.
¿Cómo llegó a ser piloto de avión?
-Era más o menos 1947, cuando salió publicado en el periódico, que estaba inscrita para hacer el curso. Me inscribió mi esposo, cuando vivíamos en calle Cochrane. Hice el curso en el Club Aéreo de Valdivia, en unos aviones Fairchild, que eran muy pesados. Yo tenía una compañera de vuelo: Olinda Rosas y en una ocasión, cuando ya estábamos volando solas, llegamos a la cancha y el instructor nos dio las recomendaciones para salir. Cuando yo iba en la mitad del vuelo y ella aterrizaba, su avión se desplomó. Pensé que se había matado. Di como cinco vueltas, me encomendé a Dios y aterricé en la misma pista, porque era la que conocía. Lo hice súper bien. Con el accidente, el instructor se enfermó de los nervios, porque pensaba que yo iba a ser incapaz de aterrizar sola. Mi amiga Olinda estuvo mucho tiempo en cama, porque el accidente fue grande.
¿Después siguió volando?
-Seguí, porque mi esposo era piloto, fue instructor también, pero no fue él quien me enseñó. Después salíamos a volar juntos, despegábamos, él se comunicaba con la torre de control y después me dejaba a cargo del avión. Despiértame cuando lleguemos, me decía. Yo era una copiloto activa.
¿Cómo fue su experiencia del vuelo de cumpleaños?
-Hermosa. Fue el martes 12, por cerca de una hora y me sacó a volar un piloto al que conocí desde niño: Jorge Mautz, hijo adoptivo de Olga Boettcher, una muy buena amiga de la familia y que fue gobernadora departamental de La Unión.
Su familia también sufrió con el golpe militar.
-Mi esposo era socialista, trabajaba en Valdicor y en 1973 lo tomaron preso. El fiscal Puga le dijo que en realidad lo inculparon injustamente, pero estuvo como dos meses y medio encarcelado y lo trataron muy mal. Después salió en libertad, pero siempre nos molestaban. Decidimos irnos a vivir a Hueicolla por varios años, pero aún así nos seguían molestando.
¿Cómo se siente al cumplir un siglo de vida?
-Estoy feliz, contenta. Si uno se imagina lo que se está viviendo en estos tiempos, en que hay tanto problema que no pueden solucionar ni los tuyos ni los que están alrededor, tienes que dejar eso correr, hacerte a un lado y seguir como si no existieran. Así vives tu vida contenta y tranquila. Nunca pensé en llegar a los 100 años y lo más divertido es que me miro de repente y digo ¡100 años! Noo, si parece que tengo 80.
Ud. también ha sido una persona buena para viajar y conocer.
-Cuando murió mi esposo, en 1989, me pagaron el viaje para ir a ver a los parientes a Francia. Viajé, me trataron maravillosamente bien, lo disfruté, estuve dos meses y medio con ellos y fui tan feliz, que después volví nuevamente. También visité a los parientes en España y el país vasco. He hecho cinco viajes, el último a los 91 años.
Fuera lo negativo
Sus hijas María Teresa y Cecilia coinciden en que su madre llega al siglo de vida gracias a que durante su existencia ha sido capaz de esquivar y "desengancharse" de las emociones negativas: "Vivir el día a día muy rápido. Hay situaciones negativas que te van destruyendo. El estrés, la rabia, la angustia, todo eso te destruye. Si no puedes solucionarlo, déjalo correr y toma una actitud lúcida, de ver que no lo puedes solucionar. Es la razón por la cual, ella ha durado tanto".
"... en estos tiempos en que hay tanto problema que no pueden solucionar ni los tuyos ni los que están alrededor, tienes que dejar eso correr...".
Teresa Leixelard Lacoste, Valdiviana centenaria.
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