Con un lápiz...
Solo con un lápiz -y dos rayas, si es con segunda vuelta- cada chilena y cada chileno, habilitado para votar, tiene la opción de elegir el país que quiere para sí y su familia. Ojalá que la decisión sea después de una profunda reflexión
Luis Enrique Soler Milla lsolermilla@gmail.com
Convención Constitucional
Elisa Loncón, presidenta de la Convención Constitucional, esta semana sostuvo que el órgano que preside había "sobrepasado" el "Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución", argumentando que el señalado Pacto se celebró entre los poderes constituidos y la democracia pactada y que, ahora, en la Convención hay quienes no se sienten representados por ese acuerdo político. ¿Quiénes?: algunos independientes, los comunistas y los representantes de los pueblos originarios.
Resulta saludable que la señora Loncón haya sido explícita.
¿Qué implica lo que dijo? Primero, que el plebiscito de entrada carece de valor. En esa oportunidad la enorme mayoría de los ciudadanos no sólo aprobó que se eligiera íntegramente una Convención Constitucional para elaborar un proyecto de nueva carta fundamental, sino que también los procedimientos y limitaciones ya previstos en la Constitución vigente.
Hasta la fecha, dichos procedimientos y limitaciones han sido reiteradamente pasados a llevar.
Segundo, que si es posible no considerar el valor y las consecuencias del plebiscito de entrada y lo ya establecido constitucionalmente, es perfectamente probable que también ella y sus "seguidores" quieran saltarse el plebiscito de salida.
Tercero, que la opinión de algunos independientes, los comunistas y los representantes de los pueblos originarios (algo más del tercio de la Convención), tiene más peso que la opinión de la mayoría restante, esto es, los que sí firmaron el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, antecedente de la reforma constitucional que posibilitó el proceso constitucional en curso.
Es por todo lo anterior que me parece que ella y todos quienes la acompañan en su proceder deberían ser cesados de sus cargos en virtud de lo establecido en el artículo 134 de la Constitución vigente, esto es, haber propiciado y estar propiciando el cambio del orden jurídico institucional por medios distintos a los establecidos constitucionalmente.
El futuro Presidente de la República o, a lo menos diez diputados o senadores del futuro Congreso, tendrán la palabra. Es competente el Tribunal Constitucional.
Jorge Eduardo Vives Dibarrart jevivesd@gmail.com
Escenarios históricos
Si no fuera por los errores cometidos durante las campañas presidenciales y, sobre todo, por los desaciertos de diversas encuestas de opinión, la de hoy debería ser una elección más, dentro de las siete que se han desarrollado desde el retorno a la democracia en 1990. Sin embargo, la incertidumbre respecto de quienes pasarán a la segunda vuelta (considerando las reflexiones preliminares y, además, el importante número de indecisos), transforman a esta elección presidencial en una de las más complejas de la historia reciente de Chile, no solo por el resultado electoral, sino por el contexto político, económico y social actual. Pero ¿qué nos dice la historia respecto de este tipo de escenarios? Quizás, sea importante recordar los episodios de hace un poco más de un siglo, cuando en junio de 1920, se efectuó la elección presidencial en la que triunfó Arturo Alessandri Palma. La historiografía, en general, concuerda en que, a partir de 1920 este tipo de acontecimientos experimentó un importante cambio y no porque se enfrentaran dos grandes proyectos antagónicos (en lo esencial, los programas de Alessandri y Barros Borgoño no eran muy diferentes, por cuanto ambos ofrecían reformas sociales y proyectos de ley que apuntaban a mejorar las condiciones de trabajo y previsión), sino porque lo novedoso estuvo en la convocatoria que se hizo a las masas, con el objetivo de sacar la política de los clásicos salones decimonónicos y llevarla a las calles y además de esto, los medios que se utilizaron para obtener la adhesión de los votantes (Cielito lindo, canción popular mexicana, fue adaptada para la campaña de Alessandri y tuvo una importante popularidad entre sus seguidores). Esta elección se desarrolló en un complejo escenario nacional, ya que los problemas de la "cuestión social" no les daban tregua a los gobiernos anteriores de 1920, esto sumado a una difícil situación económica derivada de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, evidenciaban la fragilidad del modelo exportador de materias primas. La elección del 25 de junio se desarrolló en un clima marcado por el fraude y cohecho de uno u otro sector, los resultados fueron estrechos, tanto así que al otro día ambos candidatos se declararon vencedores, pero lo concreto fue que Alessandri obtuvo solo 4 electores más que Barros Borgoño. La elección de hoy, esperemos, debiera carecer de fraude y cohecho, pero al igual que la de 1920, quien resulte triunfador(a) deberá enfrentar un complejo escenario ante los más importantes desafíos del país y, probablemente, con una nueva carta fundamental.
Dr. Fernando Castillo Opazo Académico U. Andrés Bello