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conjunto, pero también quizás debemos tirar el mantel y ampliar la mirada. Que esto no sea sólo una petición de competencias específicas. Nosotros hemos acordado que tenemos tres cosas que son fundamentales a nivel global. Una es la decisión e incidencia muy clara en el uso del territorio. Segundo, todo lo que tiene que ver con la inversión pública que se ejecute en la región debe estar validada, visada, definida por el nivel regional. En este caso, por los gobiernos regionales. No hay otra posibilidad, tiene que ser así porque somos los que estamos a cargo de la estrategia regional de desarrollo y de las políticas regionales. Es imposible que el ministerio de turno, con el ministro que sea, el gobierno que sea, impongan decisiones en el territorio. Y lo tercero, que el gobernador regional tenga alguna incidencia en la designación de las autoridades regionales, las seremis, jefes de servicio, porque para eso representa a los ciudadanos de la región. Estos son cambios que consideramos fundamentales y que vamos a poner sobre la mesa cuando estemos con el candidato o la candidata en Iquique.

-¿Los candidatos ya están enterados de estas demandas?

-Se los presentamos y ellos quedaron en respondernos. Vamos a ver cuál es la respuesta, porque eso es lo que las regiones están esperando y necesitando y creemos que es lo que Chile necesita. Soy un convencido de que el desarrollo futuro de Chile tiene que ser sustentable, inclusivo y descentralizado, o si no, no va a haber desarrollo.

-¿A qué se refiere con el uso del territorio?

-Que cualquier actividad productiva que tenga que desarrollarse en los territorios sea de una u otra manera coherente con el plan regional de ordenamiento territorial, con los lineamientos que el gobierno regional establezca para el desarrollo de la región. A ese tipo de consideración nos estamos refiriendo, donde el plan de ordenamiento territorial es fundamental y donde el anteproyecto regional de inversión, que es donde se supone se incorporan todas las inversiones de la región, de verdad sea el gobierno regional el que defina lo que se hace en materia de inversión pública. Ese es un cambio fundamental que esperemos que los candidatos que pasen a segunda vuelta se comprometan.

-En las competencias, ¿quieren el control del orden público?

-En este minuto esa función está en el delegado presidencial, pero nosotros creemos que es una función de gobierno interior y que por lo tanto debería crearse una seremi de gobierno interior que debería tener el tema de extranjería, el orden público y ese tipo de temas bajo su tutela. Nosotros debemos estar más dedicados al desarrollo de las regiones que al control de las policías.

-¿Cómo ha sido la convivencia con delegados?

-Ha sido muy diversa en las distintas regiones. En algunas ha habido un alto nivel de conflicto en el inicio, pero después ha ido mejorando. Tenemos casos como la Región de Coquimbo o de Valparaíso que han sido bastante duras en polémicas, también la Metropolitana, en que incluso salió el delegado presidencial. Acá en Los Lagos hemos tenido una coexistencia pensando en resolver los problemas de la gente, por tanto ha sido de bastante cooperación en los temas pertinentes, pero yo siempre he señalado que los desafíos de las descentralización del futuro no requieren un delegado presidencial.

-También hubo al principio problemas con la infraestructura. ¿Ya se solucionaron?

-Está en proceso. Acabamos de terminar el ajuste de los espacios públicos en Puerto Montt, donde hace frío y teníamos espacios sin calefacción, con pisos deteriorados. Creo que hubo poca prolijidad del ministerio del Interior en crear esos espacios. Pero hay otras regiones como la de Magallanes y Arica y Parinacota que tienen edificios históricos y yo creo que eso es lo que debe ser. Siempre dijimos que la máxima autoridad regional debiera estar en el espacio que históricamente usó la máxima autoridad regional.

-La Convención Constitucional será la que defina la real descentralización del país. ¿Han tenido acercamientos con ella?

-Nosotros hemos firmado un acuerdo de cooperación con la Convención Constitucional respecto a facilitarles la operatoria, la consulta, la interacción con los territorios. De hecho, han estado en varias regiones. Estuvieron en Chiloé escuchando a los actores, planteando sus miradas y yo creo que ya hay una relación de trabajo. Nosotros hemos señalado que queremos tener el espacio de poder opinar respecto a lo que creemos que es lo fundamental para la descentralización de Chile y que Chile tiene que ser un estado unitario pero descentralizado, donde la sustentabilidad, la inclusión y la descentralización sean parte de la estructura de gobierno. En la nueva Constitución debiera señalarse con mucha claridad que existen tres niveles de gobierno en Chile: nacional, regional y comunal. Si esos tres niveles se ratifican en la Constitución se genera todo un proceso de estructura del Estado distinto y hacia allá debemos avanzar. No hablar de administraciones comunales o regionales, sino que sean niveles de gobierno. Eso es fundamental en la redacción de la nueva Constitución.

-Se ha especulado sobre un estado federal.

-Yo no creo en el estado federal para Chile. No tenemos el volumen ni poblacional ni económico como para pensar en uno federal. Yo soy un férreo partidario de un estado unitario y descentralizado, o un estado regional, que más allá de cómo se denomine, lo importante es que estén reconocidos los tres niveles de gobierno que mencioné. Si eso se define así, en forma natural se da una estructura de competencia y atribuciones que va a mirar de otra forma las decisiones en el territorio.

-¿También piensan en darle más poder a los consejos regionales?

-El gobierno regional tiene dos componentes, el gobernador regional y el Consejo Regional, y obviamente tienen que ir de la mano con competencias para uno y otro, pero siempre sabiendo que acá hay un ejecutivo que es el gobernador y un órgano deliberante que es el consejo. Yo opino, y los constituyentes tendrán que refrendarlo, que quien dirija el Consejo Regional no debiera ser el gobernador electo, porque él es el ejecutivo, quien debe ir a presentar las cosas al consejo y este lo debiera presidir otro consejero elegido entre ellos. Esto es lo que me parece más razonable.

-Potenciar la participación ciudadana debiera ser también uno de los pilares de la descentralización, ¿no le parece?

-Sin ninguna duda. Nosotros ya hemos logrado en estos tres meses de gestión y en la negociación que hemos tenido con Hacienda y el Congreso, definiciones muy importantes respecto de esa materia. Por ejemplo, el 6% del fondo para organizaciones sociales que presentaban sus proyectos va a ser ahora de un 7%, porque creemos que la comunidad regional debe involucrarse en la política pública y eso es a través de proyectos que les puedan interesar, como medio ambiente, adulto mayor, deportes, cultura, discapacidad, seguridad. Por lo tanto, creo que se abre una puerta de participación y también logramos que la Dirección de Presupuesto (Dipres) aceptara que toda aquella iniciativa en la que es importante la participación y que está establecida por ley, podamos destinar recursos para ellos, cosa que antes no estaba permitido. Esas son señales claras.

-¿Se habló poco de regiones en las campañas presidenciales?

-Se ha hablado poco y por eso es que nosotros en el evento que queremos hacer en Iquique queremos que el candidato o la candidata puedan efectivamente hacer un debate de descentralización como foco, porque las regiones necesitamos que se asuman compromisos claros.

"En la nueva Constitución debiera señalarse con mucha claridad que existen tres niveles de gobierno en Chile: nacional, regional y comunal. Si esos tres niveles se ratifican en la Constitución se genera todo un proceso de estructura del Estado distinto".

1-2 de diciembre se reunirán en Iquique los 16 gobernadores regionales. Será su tercera cumbre y estarán invitados quienes pasen al balotaje.

Steven Forti: "La extrema derecha llegó para quedarse"

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forti cita a viktor orban (foto), primer ministro de hungría, entre la renovada ultraderecha.

"La extrema derecha ha llegado para quedarse", afirma el historiador y politólogo italiano Steven Forti, quien en su último libro, "Extrema derecha 2.0", presenta a la "familia" ultra como un conjunto de formaciones no siempre homogéneas que se nutren muy bien de las contradicciones de la sociedad actual.

En "Extrema derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla" (Siglo XXI), Forti, profesor asociado de la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador del Instituto de Historia Contemporánea de la Universidad de Nova de Lisboa, señala que la nueva extrema derecha se ha convertido en un fenómeno global, alejada ahora (sobre todo en el plano estilístico) de los fascismos y permeada del populismo como un estilo de hacer política a derecha e izquierda.

En entrevista con la agencia de noticias Efe, Forti afirma que "las razones del avance de la extrema derecha global son múltiples y tienen que ver con el aumento de las desigualdades, las consecuencias del modelo económico neoliberal, la precarización del trabajo", entre otras.

A su juicio, es evidente "el deshilachamiento de nuestras sociedades y la pujanza del individualismo", en un sentido más egocéntrico e introspectivo que de afirmación del individuo como ciudadano, como parte sustancial de una sociedad, de una "res publica".

Destaca que esto, unido "al aumento de la desconfianza, el miedo, la preocupación, la angustia hacia los cambios rápidos que se están produciendo en las relaciones sociolaborales o en el sistema mediático", más la percepción distante y recelosa que tiene el ciudadano hacia partidos y sindicatos convencionales, genera un caldo de cultivo idóneo para el auge de este tipo de formaciones ultras.

Grietas de la polarización

Por otro lado, "la polarización de las sociedades, sobre temas como el aborto la identidad de género, el feminismo, la migración", ha producido grietas muy profundas y "la extrema derecha sabe muy bien cómo hurgar en esas grietas y aprovecharlas", subraya.

"Estas cuestiones siguen sin resolverse y no hay soluciones fáciles. Mientras no se encuentren vías para solucionarlas sin dejar a nadie atrás y por medios democráticos, la extrema derecha seguirá ahí. No es invencible, pero de momento sigue ahí", señala Forti.

Qué es extrema derecha

En opinión del politólogo, existe un debate sobre lo que es y no es extrema derecha, de ahí el concepto "extrema derecha 2.0" con el que titula su libro y con el que se pretende resaltar "un fenómeno nuevo, muy distinto del que primó en el siglo pasado, tanto del fascismo como del neofascismo".

"Podemos hablar de una familia a nivel global" y aunque el trumpismo, el líder de la Liga y el exministro italiano del Interior, Matteo Salvini, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, o el partido español Vox "tienen divergencias, también tienen muchas más cosas en común", afirma Forti.

"En el libro intento ceñirme al mundo occidental: Europa, Estados Unidos, Brasil y América Latina en general, pues creo que el concepto 'Extrema derecha 2.0' cuadra mejor aquí. Para otros países como India, Turquía, Rusia incluso, quizá es un concepto que no sirve de mucho. Sin embargo, creo que sí podemos hablar de una ola autoritaria global", señala.

Forti subraya que, "hace tres décadas", el discurso de extrema derecha "no era aceptable en el plano político convencional y solo era propio de grupúsculos neonazis o neofascistas".

Hoy -precisa- "lo utilizan tranquilamente" políticos como Salvini o la dirigente de Agrupación Nacional y firme aspirante a la Presidencia de la República Francesa, Marine Le Pen, y esas ideas "son en gran medida aceptables para la opinión pública".

"Esto tiene claramente consecuencias sobre los partidos políticos que no son de extrema derecha, pero que a veces acaban comprando o utilizando a medias estas teorías o discursos", señala.

"La extrema derecha ahora es muy tacticista. Por ejemplo, Salvini y Le Pen no defienden ahora un 'italexit' o un 'frexit'. En cambio hablan de una reforma de Europa, pero no de abandonar la UE", comenta.

El populismo, la clave

Esa ola autoritaria y de pensamiento tan aparentemente disperso y a la vez tan homogéneo no se entendería finalmente sin un fenómeno clave en nuestros días como es el del populismo, que no es inherente ni propio de la extrema derecha, sino que atraviesa todo el espectro político y carcome la raíz misma del Estado liberal.

"El populismo -opina Forti- más que una ideología, es una retórica, un estilo; es más un adjetivo que un sustantivo".

"En la actualidad se ha convertido en un cajón de sastre en el que meter todo lo que no encaja en las ideologías o el modo de hacer política tradicional", comenta Forti, para quien "la extrema derecha hace un amplio uso de las herramientas del populismo".

"Lo que vemos de las nuevas extremas derechas, y si nos fijamos en la Hungría de Orban, es lo que se denomina la 'democracia iliberal', es decir, la voluntad de vaciar desde dentro la democracia" hasta el punto de que "formalmente es una democracia, pero en la realidad todo es un espejismo", subraya Forti.

"Hace tres décadas, (el discurso de extrema derecha) no era aceptable en el plano político convencional y solo era propio de grupúsculos neonazis o neofascistas".