El retorno presencial a clases se encuentra cercano. El 2 de marzo comienza oficialmente el Año Escolar y la meta es que la mayoría de los establecimientos reciba a sus estudiantes en aula, para que comience a regularizarse esta actividad, tan clave para la vida de más de 80 mil familias con hijos e hijas estudiantes en Los Ríos.

Para este regreso, las unidades educativas deben cumplir con varios protocolos como entrega de mascarillas y disponer de elementos básicos de higiene como jabón y alcohol gel. También, enseñar a los niños y niñas a cumplir las "4M", una manera didáctica para recordar qué hacer: Mascarilla, Manos limpias, Metros de distancia, Muy abierta las ventanas.

Además -de acuerdo al Plan Escuela Segura- se debe cumplir con reglas de aforo, distanciamiento de 2 metros entre personas y la entrega de alimentación en espacios abiertos (ideal al aire libre, pero en la región eso es poco probable de lograr), como también contar con dispositivos de ventilación adecuados, medidores de CO2 y filtros Hepa (purificadores) en espacios cerrados. Un concepto de evaluación para saber si el flujo de aire es el adecuado es la sigla CCDM: chequear que sea constante, cruzado, distribuido y medido.

Todo lo anterior debiera ser supervisado por los sostenedores correspondientes, como los municipios (ver página 5), pero también se aconseja a madres, padres y cuidadores que se informen sobre los protocolos de sus respectivas escuelas y liceos. De ese modo, podrán confiar más en que retomar la vida escolar se realizará de manera segura para sus niños y niñas. Este punto es muy importante, porque en la medida que los adultos reduzcan la incertidumbre y el temor, mejor será la experiencia de los menores.

La sicóloga de la USS Jéssica Santibáñez aconsejó -en una entrevista con www.soyvaldivia.cl- que las familias acompañen el proceso de manera tranquila, apoyándose y hablando de las emociones que surgen frente a esta etapa nueva. También, que acojan e intenten apoyar la tarea de los docentes. Hay que recordar que el proceso de educación es un complemento entre casa y escuela. Y si antes de la pandemia ya se recalcaba con fuerza ese vínculo, con mayor razón debe hacerse ahora, cuando todos y todas enfrentan el retorno con las mismas preguntas.

En agosto del año pasado se publicó la Ley 21.368, surgida de diversas mociones parlamentarias, una de las cuales es de mi autoría, que regula la entrega y uso de los denominados plásticos de un solo uso y de las botellas plásticas. Esta norma, que establece diversas gradualidades en su aplicación, entró en vigencia hace poco más de una semana. Se trata de una ley que prohíbe a los establecimientos de expendio de alimentos la entrega de bombillas, revolvedores, palillos y cubiertos de plástico. Asimismo, estará prohibido el uso de productos de un solo uso de plumavit. Los supermercados, por su parte, tendrán la obligación de contar con una oferta de bebidas en formato retornable, así como el deber de recibir este tipo de botellas de parte de los clientes.

El objeto de esta nueva normativa, es "proteger el medio ambiente y disminuir la generación de residuos". Se trata de hacerse cargo del impacto que, con los actuales volúmenes de uso de plásticos en Chile y el mundo, generan en materia de residuos y de contaminación; solo en Chile anualmente se generan 23 mil toneladas de plástico de un solo uso.

Progresivamente empezarán a quedar en el pasado conceptos que se han venido constituyendo en familiares, tales como: nylon, polímeros, poliestireno, polietileno, celofán, baquelita y varios más. Hoy el paradigma central de la sociedad enfrentada al cambio climático y el calentamiento global, obliga a priorizar la protección de la naturaleza y de los ecosistemas que están siendo afectados.

Pero ciertamente lo más importante, como siempre, no es la existencia de la ley, sino el cambio cultural y conductual que necesariamente debe producirse en la ciudadanía. Porque solo en la medida de que las personas respeten y hagan exigible el no uso de estos plásticos, vuelvan al uso de las botellas retornables y aporten a la recolección de plásticos para su reciclaje, habremos dado un salto cualitativo como sociedad, en beneficio de las futuras generaciones.

Confiamos en que municipios, establecimientos educacionales y, por cierto, las familias generarán condiciones de educación en niños y jóvenes porque, aunque mayormente tienen una fuerte conciencia ecológica, también son usuarios frecuentes de estos plásticos. El océano y los animales que allí viven, pero también los ríos, lagos y los humedales serán beneficiados con una ley, propia del siglo XXI, un tiempo en que debemos ser capaces de reducir los impactos que generamos a la Tierra, el único planeta que tenemos.

Alfonso de Urresti

Senador