(viene de la página anterior)
instituciones universitarias.
Su línea de investigación es la historia social, ¿cómo se define ésta?
-La historia social es un campo de la historia muy fructífero, a mi juicio, porque busca comprender la historia desde la sociedad civil, desde las relaciones que se establecen al interior de esta sociedad, es decir, entre los trabajadores y los empresarios, entre el pueblo, los artesanos, las mujeres, en fin, y todo esto en relación mutua.
¿En qué se diferencia de la historia tradicional?
-Esa relación civil nos permite develar una historia que está muy encarnada en los problemas fundamentales de la vida, que son los problemas de la subsistencia, de la construcción de proyectos de sociedad, del trabajo. Desde esa relación al interior de la misma sociedad, esta historia busca comprender, también, los proyectos políticos, el Estado. Es una historia un poco a la inversa de lo que se hacía tradicionalmente, donde se estudiaban más bien las instituciones, el Estado, los partidos y donde las sociedades no aparecían mucho. En cambio, la historia social estudia la historia desde la sociedad, desde sus problemáticas, desde sus relaciones, porque la sociedad es un entramado de relaciones humanas, no vivimos aislados, ni siquiera vivimos solos en nuestras familias ni en nuestros pequeños grupos, sino que vivimos construyendo una trama social y en el seno de ella es donde la historia social busca comprender la cultura, y en el caso de mi investigación, la educación, la salud, el Estado, las relaciones con los patrones a nivel de los empresarios mineros y agrícolas.
¿Esa línea de investigación también la ha fomentado e impulsado en su carrera como docente?
-Por supuesto. Esa ha sido una de mis grandes vocaciones. Primero, estudié Pedagogía en Historia, entonces siempre ha sido muy fuerte en mí la vocación de la docencia; me relaciono con mucho amor con mis estudiantes y trato, efectivamente, que desarrollen su vocación.
Sin duda, que en las líneas de trabajo que he desarrollado en los distintos cursos siempre ha estado presente este entramado social para comprender la historia de América Latina, la historia colonial, la introducción a la historia; cuando ellos han hecho trabajos de memoria buscan, también, a la gente que vive en sus territorios y que construyen su propia historicidad.
También, ahora , en el magister del Instituto de Historia estudiamos la relación de historia y memoria en distintos campos temáticos, siempre estamos bajando la historia, encarnándola en esta trama de sujetos que siempre están relacionados.
En 2020, fue ganadora del Premio Atenea, con el libro "Movimiento en la Tierra. Luchas campesinas, resistencia patronal y política social agraria. Chile, 1927-1947". ¿Cómo surge esta investigación?
-Los temas históricos yo dejo que me impacten, que me busquen; más bien, escucho dónde están esas voces ocultas y silenciadas. Efectivamente, yo estaba investigando un tema distinto, de los movimientos sociales en la época del Frente Popular y, de pronto, en los documentos empezó a emerger un movimiento que no lo habíamos considerado en el siglo XX, en la década del 30 y 40, que era el movimiento campesino; siempre se dijo, por parte de los sociólogos, historiadores y economistas, que el movimiento campesino se había mantenido estático hasta un despertar en los años '60, cuando emergen los proyectos de Reforma Agraria. Entonces, ahí comencé a destapar estas voces que estaban allí presentes en la documentación, con la ayuda de muchos jóvenes historiadores hicimos un gran levantamiento documental de prensa, de archivos, de discusiones parlamentarias.
Así, levantamos esta temática del movimiento campesino, pero siempre en relación con el movimiento de los patrones que, en el agro, estaban muy bien organizados, no sólo en la Sociedad Nacional de Agricultura, que data del siglo XIX, sino que tenían múltiples organizaciones regionales y, también, en la época en que se levanta este movimiento campesino temprano, en la década del 40, los patrones se organizan en confederaciones. Es esa relación la que está presente en ese libro, la que trato de historizar lo más apegada posible a los documentos, a las voces que de allí emergen.
La Universidad de Concepción lo valoró mucho y me otorgó ese reconocimiento que yo le agradezco.
La investigación para la creación de este libro duró más de diez años, un arduo trabajo...
-Es que la investigación histórica es muy lenta cuando uno tiene que hacer un levantamiento documental, porque el objeto de estudio no está presente, entonces, tenemos que hacerlo presente, tenemos que construirlo y esa construcción no puede ser arbitraria, sino que convocando a todas esas voces que quedaron registradas en la documentación y a todas esas acciones que quedaron ahí estampadas; a todo eso tenemos que darle cuerpo, tenemos que darle vida nuevamente; la historiografía no es la historia de los muertos como a veces se ha dicho, sino que es más bien el acto de resucitar, de volver a suscitar lo que ha pasado para poder reconocernos en ese pasado que es parte de nuestra biografía histórica.