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Digna Nauto Carrasco: A dos años de su último viaje

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El viernes 10 de junio se cumplieron dos años del fallecimiento de Digna Nauto Carrasco, quien nació en el sector rural de Naguilán el 16 de agosto de 1945 y abandonó el mundo terrenal el 10 de junio del año 2020, diez meses después de perder al gran amor de su vida, su esposo Fernando Henríquez Muñoz, con quien cumplió 50 años de matrimonio el 18 de abril de 2019. Digna Nauto Carrasco fue hija de Fernando Nauto y Bristela Carrasco y la primogénita de cinco hermanos: Digna, Héctor (Q.E.P.D.), Altidoro, Berta y Néstor. Su infancia la vivió hasta los ocho años en el fundo Naguilán, ubicado camino a Corral, rodeada de naturaleza y feliz junto a sus padres, siendo la regalona de su papá. Más tarde, la familia se trasladó a Valdivia, donde ella realizó sus estudios básicos en el colegio María Auxiliadora. El 18 de abril de 1969 contrajo matrimonio con Fernando Henríquez Muñoz, unión de la cual nacieron sus hijas Bristela y Jéssica. A dos años de su partida, la familia quiere recordarla "como lo que fue en vida y seguirá siendo para nosotros, su familia: una gran mujer, esforzada, noble, sincera y preocupada al 100% de su familia, una esposa ejemplar, madre protectora y mamita regalona. Porque no se muere cuando el corazón deja de latir, se muere cuando los recuerdos dejan de existir, para nosotros está cada día y cada minuto en nuestras vidas. No sólo en nuestro recuerdo está viva, está presente siempre. Así nos acompaña, nos protege, nos sigue amando y nos mantiene unidas". Y agregan: "Gracias mamita linda por todo lo enseñado, por todos los valores entregados y por permanecer en nuestras vidas. Junto a nuestro papito Fernando Henríquez (Q.E.P.D.) nos protegen y bendicen diariamente, gracias infinitas", en un recuerdo que incluye a sus hijas Bristela, Bella y Jessica; sus nietas Deyannira, Anyelina, Lady, Deisy, Aynara y Charlotte; sus nietos Felipe, Anker, Olaf y Ricardo; y sus yernos Luwing y Luis. "La vida de los que en ti creemos Señor, no termina, se transforma; y al deshacerse nuestra morada terrenal adquirimos una mansión eterna en el cielo".

10 de junio de 2020 se marchó para siempre Digna Nauto Carrasco. Su familia la recuerda como una mujer esforzada, noble, sincera y preocupada de su familia.

Juan Carlos Calfuquir Mellado: Dejó un legado de valores a su familia

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Han pasado cuatro años desde que abandonó la vida terrenal, pero su recuerdo permanece vivo entre sus familiares. El 9 de junio de 2018 emprendió el viaje eterno Juan Carlos Calfuquir Mellado, quien nació el 14 de mayo de 1953 y fue hijo de Carlos Calfuquir e Isaura Mellado. El matrimonio fue padre de otros cuatro hijos: Jorge, Miriam, Cristina y Jaime, todos parte de una familia que se identificó tempranamente con el sector de la Corvi, en Valdivia. Allí, en el pasaje Monteverde los patriarcas Carlos e Isaura enseñaron a sus hijos el valor del esfuerzo y el trabajo. La venta de carbón fue parte importante del sustento familiar y un elemento fundamental para hacer frente a la vida y los desafíos del día a día. En ese escenario, Juan Carlos Calfuquir Mellado comprendió tempranamente que los estudios serían un eslabón esencial para salir adelante. Finalizó su enseñanza media en el Liceo Comercial e ingresó a la vida laboral en la empresa de servicios Essal, que posteriormente pasó a denominarse Aguasdécima. El 29 de diciembre de 1977, Juan Carlos Calfuquir contrajo matrimonio con Sylvia Uribe. Vivieron 41 años de matrimonio y fueron padres de dos hijos: Marcelo y Priscila, quienes se transformaron en profesionales siguiendo las enseñanzas de sus padres. Precisamente sus hijos lo recuerdan hoy como un hombre responsable, de carácter fuerte, muy dedicado a su familia y amigo de sus amigos. Sus últimos años como funcionario de Aguasdécima fueron como parte del área de facturación y también de atención de público de la empresa. La parte final de su vida estuvo fuertemente marcada por el amor hacia sus nietas, quienes lograban sensibilizar al hombre duro y transformarlo en un "abuelo-niño" pendiente de los requerimientos de sus pequeñas nietecitas, junto con encontrar en la naturaleza una aliada para su descanso y tranquilidad. El 9 de junio de 2018 se marchó para siempre y su cuerpo descansa en el Cementerio Municipal N° 2 de Valdivia. A cuatro años de su partida, fue recordado en familia y con una visita de sus descendientes hasta su última morada.

65 años de edad tenía Juan Carlos Calfuquir Mellado al momento de su deceso. Durante largos años fue funcionario de Essal y posteriormente de Aguasdécima.

Trinidad Santa

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Este domingo se celebra el domingo de la Santísima Trinidad, es decir el Dios que siendo Uno, es en tres personas, a saber: Padre, Hijo y Espíritu Santo. No es el momento para explicar el intrincado problema teológico para entenderlo como dogma, sino más bien es el momento para contemplar este misterio de la Trinidad, es decir el misterio del amor de Dios-relación, que sale de sí mismo para salvarnos.

Parte diciendo Jesús que tiene aún muchas cosas que decirles a sus discípulos, pero que no pueden aún comprender. ¿Por qué no pueden comprender? Porque es el Espíritu de la verdad que les dará la capacidad para entender, que les abrirá la mente y el corazón para comprender las cosas de Dios.

Dice Jesús que el Espíritu no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído. Es interesante ver que los verbos están conjugados al futuro: el Espíritu los introducirá a la verdad y se los anunciará a ellos. Él les hará ver la gloria de Jesús y de qué manera intensa están unidos mutuamente Jesús y el Padre. Es la promesa de Jesús.

El Dios-Trinidad, el Dios-comunión, es para nosotros modelo de comunidad de amor, de cómo deben ser vividas las relaciones humanas entre nosotros.

Conocer el misterio de la Trinidad es finalmente conocer más el corazón de Dios y del plan que tiene para toda la humanidad, que se dona como Padre creador, que se entrega como Hijo Salvador, que nos transforma como Espíritu Santificador, en plena igualdad entre ellos y en solidaridad con los seres humanos.

Que el Espíritu Santo ilumine nuestras mentes y corazones, para que la Verdad se nos revele y podamos anunciarla. La Verdad del Dios creador por amor, del Cristo redentor y modelo nuestro.