No pueden vivir sin Pinochet
En tiempos de inflación (mis hijos nunca la habían vivido y el mayor, Jorge, ya cumplió 31 años) y de dólar "a luca" (en adelante los vendedores ambulantes vocearán: "sacar a dólar"), partidos y restos de partidos o militantes y personeros varios, se han venido decantando, algunos con entusiasmo y otros, la mayoría, con rubor y muchas explicaciones, por no rechazar el texto de la Convención.
El gran argumento, en muchos casos, el único pretexto, es que hay que terminar con el legado de Pinochet, o sea, con "su" Constitución. Algunos, con supina ignorancia, han llegado a citar, manipulando sus dichos, al ex Presidente Eduardo Frei Montalva, quien, en su propuesta de 1980, había llamado a las FFAA a convocar a una Asamblea Constituyente, cuando no existía el Congreso, clausurado en 1973. Si la decisión que deberemos adoptar el 4 de septiembre próximo, en menos de dos meses, no fuera tan esencial y determinante para el futuro de Chile y su democracia, al oírlos o leerlos, a uno le daría ternura, incluso sería enternecedor. Es lo que le ocurre a veces a los abuelos cuando ven a sus nietos hacer travesuras y, a veces, barbaridades.
Sin embargo, Pinochet murió. Fue el 2006. Y su Constitución, también. Su agonía se inició en 1989. Que la Carta Fundamental lleve la firma del ex Presidente Lagos no los convence. Que se haya reformado reiteradamente, tampoco. Que en su seno esté recogida nuestra tradición constitucional, menos. Los argumentos no sirven. No les hacen mella.
De esta manera, la única explicación posible se encuentra en otra dimensión, más allá de la razón. Creo que no saben vivir sin Pinochet. Creo que no entienden su existencia y sentido vital sin el Dictador. No me enternece. Me da rabia y es una pena.
Jorge Vives Dibarrart Abogado jevivesd@gmail.com
Plan Habitacional
El pasado domingo el Presidente Boric anunció el Plan de Emergencia Habitacional, que busca entregar 260 mil viviendas, con el fin de paliar este déficit en Chile. Aunque se agradece, son más de 500 mil las familias en situación de hacinamiento. Desde el Estado, el Minvu ha entregado subsidios, el 2020 fueron 291 mil. También están las organizaciones como TECHO, preocupadas de donar viviendas y hacerlas más dignas.
La solución a este problema humanitario no es a corto plazo. Crear políticas públicas que ataquen la causa es clave.
Creemos que deben existir elementos adicionales para lograrlo. El primero es sumar nuevos actores, incluso privados. El segundo, es idear soluciones distintas ¿Qué tal si pensamos como Muhammad Yunus, quien creó un negocio con el propósito de democratizar el acceso al sistema financiero a muchas personas, que bajo los paradigmas tradicionales del negocio bancario estaban fuera? Debiésemos pensar también en arriendos, leasing, y por qué no, usar analytics para predecir comportamientos de pago de aquellos que no tienen cómo demostrar ingresos y que muchas veces sólo quieren una oportunidad.
Alejandro Inzunza Symnetics.
Pañales para adultos
Los pañales para adultos son un ítem sanitario clave para cualquiera que haya cuidado a adultos mayores no valentes o a personas con discapacidades diversas o en estado de postración. Un objeto clave en el que es imposible hacer reciclaje o usos extendidos para ahorrar, aunque cuando no hay cómo financiarlos, no queda otra que recurrir al ingenio.
Conocemos de cerca el caso de una dirigenta vecinal que recolectaba ropa usada para seleccionar la que era de algodón y convertirla en pañales de género a la antigua, para ayudar a sus vecinas. No era lo ideal, pero qué hacer.
Con el incremento de los precios de los bienes esenciales, a nuestros programas residenciales que atienden justamente a estas poblaciones en abandono y con necesidad de cuidado permanente, se les están produciendo agujeros bajo la línea de flotación, que requieren del apoyo de todos y todas.
El forado económico que nos ha generado el alza de los pañales desechables se traduce en una cifra impactante: 30 millones de pesos en lo que queda del año. Y lo más complejo es que no son sólo estos insumos sanitarios los que han subido.
Sucede lo mismo con los gastos de alimentación, de calefacción, de transporte, de aseo e higiene… Es una suma que se multiplica en el total cada mes y nos tiene estimando un déficit presupuestario de mil 200 millones de pesos en nuestra operación nacional.
Sabemos que esto no nos sucede sólo a nosotros. Cada familia que tiene un integrante con dificultades motoras, descontrol de esfínteres, discapacidades físicas, neurológicas o del tipo que sean, está resintiendo el alza de los pañales para adultos, que es un ítem ineludible. Y a eso hay que sumar todo los demás que permite la sobrevivencia. También sabemos que la generosidad existe. Que los más desvalidos que están bajo nuestro cuidado no son responsabilidad sólo nuestra y que necesitamos de la ayuda para sobrellevar esta dura etapa de carestía. Ojalá que lo más caro sea, en el sentido de lo más querido, proteger a los que no pueden hacerlo por sí mismos.
Claudia Ruiz Hogar de Cristo