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Con técnicas de ADN buscan saber más del bosque templado lluvioso

MEDIOAMBIENTAL. Por ahora la investigación ha aportado valiosos datos que permiten fortalecer las estrategias y planes de conservación de la fauna al interior del Parque Oncol.
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A partir del ADN ambiental es posible detectar, diagnosticar y monitorear directamente un gran número de especies, obteniendo información clave para fortalecer las estrategias y planes de conservación de la fauna de un lugar.

Ése es el innovador trabajo que desarrollan científicos del laboratorio genético Ecogen, en conjunto con Odd Industries y Bioforest, el centro de investigación aplicada de la empresa Arauco, quienes recogieron muestras de material genético de Parque Oncol, para así complementar el catastro de especies identificadas en la Selva Valdiviana.

De esta forma, la investigación permite rastrear el ADN de ecosistemas complejos, como Oncol, una zona convertida en un verdadero refugio para especies endémicas sobrevivientes de las glaciaciones ocurridas hace 18.000 años, algunas de ellas amenazadas, de allí la importancia de conocer más detalles sobre su estructura, densidad y dinámica poblacional. "La genética cumple un rol fundamental en la conservación de los ecosistemas en general, al estudiar los genomas de organismos o de la especie podemos ver variaciones que morfológicamente no es posible detectar", apuntó Roger Sepúlveda, cofundador de Ecogen.

El ADN ambiental se obtiene, por ejemplo, a partir de una muestra agua, suelo, sedimento, nieve, hielo e inclusive aire, desde el cual, mediante un procedimiento molecular, se extrae material genético y se analiza en el laboratorio. "En un estudio de ADN ambiental lo que haces es recuperar la información de los animales que pasaron por un lugar determinado y que dejaron rastros de material genético. Nosotros capturamos ese material y lo secuenciamos, es decir, realizamos un análisis que nos permite identificar que ese material genético es, por ejemplo, de una vaca, una ballena o una hormiga", explicó Sepúlveda.

Anfibios en el parque

Los anfibios están siendo fuertemente impactados por la crisis ambiental, con más de la mitad de las especies amenazadas. Un eje fundamental para implementar planes de conservación es la información de presencia y distribución de la especie. El estudio de ADN ambiental en Parque Oncol permitió proponer ampliar la distribución de 4 especies encontradas en el área gracias a esta investigación: rana palmada (Alsodes gárgola); sapo de pecho espinoso de la Parva (Alsodes tumultuosus); Sapo de pecho espinoso con verrugas (Alsodes verrucosus); sapo de Emilio (Eupsophus emiliopugini), y sumar un nuevo registro para la especie: sapo de Mehuín (Insuetophrynus acarpicus).

La utilización de esta técnica hace posible detectar la presencia de fauna que es difícil de rastrear a través de otros medios, como aquella de hábitos nocturnos o especies acuáticas, por lo que "es una herramienta complementaria de gran valor", destacó Pablo Ramírez, Investigador Principal del área de Manejo Ecosistémico de Bioforest.

En esta línea, el especialista agregó que "llevábamos 2 décadas identificando anfibios en Parque Oncol con distintos proyectos vinculados a la academia y nuestra lista era de 7 especies; con Roger y nuestro equipo fuimos una mañana a sacar muestras y posterior al análisis de Ecogen, encontramos 4 especies adicionales que sospechábamos que podían estar, pero que no las habíamos encontrado".

Además, Ramírez destaca el potencial de esta innovadora técnica en actividades productivas, por cuanto "contribuye con la generación de conocimiento científico con el objetivo de mejorar las prácticas del sector forestal y así proteger la diversidad de especies de flora y fauna presente en predios productivos".