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Dios y la riqueza

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Este domingo, el Señor nos vuelve a introducir en el tema de las riquezas, esta vez a través de la herencia (Lc 12, 13-21). Se trata de dos hermanos que no logran ponerse de acuerdo al momento de dividirse la herencia. Pareciera que, como en muchos casos, es la herencia la que termina dividiendo a los hermanos.

El dinero en muchas partes del evangelio arrastra a una trampa: aparta de los amigos y de la familia y se convierte en un verdadero dios. Parte de su engaño es que nos hace olvidarnos de la muerte, pensando que viviremos para siempre. Este es el caso de la parábola con la que responde Jesús. Es una historia triste. Se trata de un hombre que seguramente es bueno, trabajador, pero en su mundo solo existe él y sus riquezas, no aparecen ni familiares, ni amigos, ni trabajadores. Es esta búsqueda de riqueza la que pareciera haberle dado sentido a su vida, pero lejos de llenarla, la ha vaciado.

La muerte, que le acontece al igual que a todos, viene a mostrar el sinsentido de su esfuerzo. Él tomó decisiones equivocadas, procuró acumular riquezas, en vez de comprender que éstas eran para ser compartidas.

Aquí está una de las trampas del afán por la riqueza: nos hace sentirnos dueños de las cosas, siendo que sólo somos sus administradores. Quienes acaparan para sí y acumulan más de lo necesario, rompen el proyecto del Creador. Entonces, los bienes ya no son un don de Dios, sino objetos que se transforman en ídolos.

Vemos en todo el evangelio que Jesús no desprecia los bienes materiales, sino que alerta frente al peligro que pueden acarrear. Por eso plantea el desapego frente a ellos.

La riqueza puede ser un importante instrumento para compartir lo que tenemos, pero es un peligro cuando se convierte en el sentido de la vida que termina deshumanizándonos y haciéndonos competir unos con otros.

La parábola de hoy nos pone en guardia, no frente a los que tienen mucho, sino frente a los que acumulan para sí.

Graciela Oyarzo Hernández: "Chelita linda y querida"

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A los 87 años de edad, el 24 de julio de 2022, emprendió su último viaje Graciela Oyarzo Hernández, "Chelita", Nació el 1 de septiembre de 1934 y fue una de los 14 hijos del matrimonio formado por Dolorindo Oyarzo y Mercedes Hernández. Ella fue la menor de las siete hijas. Graciela Oyarzo Hernández fue casada con Santiago Aburto Rivas y de dicha unión nacieron cuatro hijos: Marilyn, Rubén, Héctor y Cecilia; mientras que la descendencia se prolongó a cinco nietos: Christian, Robert, Karina, Angie y Nicole; y cinco bisnietos: Pía, Renato, Sofía, Dana y Leoncito. Su familia y quienes la conocieron y estuvieron a su lado, hoy la recuerdan como "una gran hija, esposa, madre, tía, abuela, bisabuela, vecina y amiga. Llegó su partida, una partida anunciada pero no anhelada, se fue en sus sueños, silenciosa y en paz. Fue una guerrera, luchó hasta el final, su cuerpo cansado ya no podía más. Iluminó nuestras vidas con su alegría y bondad, con su viveza y picardía que hacían sentir que nada podría estar mal. Disfrutamos sus tortas ricas, el pan, sus empanadas y todo lo que hacía en la cocina le quedaba espectacular". También la familia de Graciela Oyarzo Hernández recuerda que ella "amaba sus plantas, sus flores y su jardín", que no tuvo una vida fácil, pero que siempre logró avanzar y jamás abandonar. "Heredamos su fortaleza, sus mañas y la capacidad de luchar ante la adversidad. Le gustaba ver películas, grabar y ver videos, comunicarse por whatsapp. Le gustaban las fotografías y los saludos a través del celular", agregan. Después que enviudó, vivía con sus hijas y su nieto Christian, quienes la acompañaron y cuidaron hasta el último momento. "No queríamos que este momento llegara, no te queríamos soltar, ni siquiera imaginar que en nuestras vidas ya no ibas a estar. Te fuiste en paz, sin sufrimiento y en tu camita que nunca quisiste cambiar. Te extrañaremos por tu buen corazón, picardía, tu nobleza y sencillez. Te queremos un montón Chelita linda y querida. Sentimos aún tu presencia y tu ausencia en nuestro hogar". Y finalizan: "Mamita, como decías tú siempre: 'Sacaste aplausos Chelita".

24 de julio de 2022 se marchó del mundo terrenal Graciela Oyarzo Hernández. Fue madre de cuatro hijos, abuela de cinco nietos y tuvo cinco bisnietos.

Víctor Hugo Pichipil Aravena: Adiós al pescador de San Ignacio

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Víctor Hugo Pichipil Aravena nació el 14 de octubre de 1951 y abandonó el mundo terrenal el pasado sábado 23 de julio de 2022 en Valdivia, a consecuencia de un fatal atropello en Avenida Picarte. Hombre identificado con la pesca artesanal y la costa de Valdivia, fue uno de los trece hijos del matrimonio formado por José Pichipil y Dora Aravena. Víctor Hugo Pichipil estudió algunos años de enseñanza primaria en la Escuela Rural de Los Molinos y al quedar huérfano de madre cuando tenía nueve años de edad, tuvo que dedicarse tempranamente al mundo del trabajo, ayudando a su padre en la pesca y la fabricación de carbón, siempre en el sector costero de San Ignacio. Contrajo matrimonio con Gumercinda Contreras Meza y fue padre de Manuel; mientras que un segundo matrimonio -con Beatriz Badilla- fue padre de otros dos hijos: Gerardo y Octavio. La descendencia se prolongó a cuatro nietos y tres bisnietos. Su hijo Manuel recuerda que Víctor Hugo Pichipil Aravena fue un hombre deportista y apasionado por el fútbol. Como arquero defendió desde los 14 años los colores del Santiago Wanderers de San Ignacio y en más de una oportunidad fue seleccionado de la Liga Costera de Niebla. "Era una persona a la cual le gustaban mucho el campo y los animales: las vacas, los caballos. También era un fanático de las rancheras, un amante de la vida y respetuoso de todos los seres vivientes. Como padre, podía ser estricto y amigo a la vez . Guardo de él los mejores recuerdos, siempre me aconsejó e inculcó hacer el bien, que estudiemos para que fuéramos mejores", agrega. El gran amor y su fuente de trabajo estuvo en el mar. Víctor Hugo Pichipil Aravena tuvo su pasión en la pesca artesanal y como "Elefante" y "Jumbito", como lo apodaban cariñosamente en el mundo laboral, trabajó durante toda su vida entre Mehuín por el norte y Punta Galera y Huape por el sur. En ese territorio, primero como pescador y luego como capitán de embarcaciones a vela y motor, fue un trabajador querido y respetado por su entorno. El cuerpo de Víctor Hugo Pichipil Aravena descansa en el cementerio de San Ignacio.

23 de julio de 2022 falleció Víctor Hugo Pichipil Aravena, cerca de cumplir los 71 años edad. Fue una persona muy conocida y querida en el sector de San Ignacio.