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Animales políticos
No hace muchos días, y a propósito de una negociación colectiva, una autoridad universitaria se definió así: "Soy un animal político", dijo. El concepto proviene de Aristóteles en Política. Para el gran pensador macedonio, el ser humano es capaz de organizarse y convivir con otros en ciudades-estado (polis), de ahí "zoon politikón", animal político, a diferencia del mero animal. Aristóteles agrega que la Polis se formó para satisfacer "necesidades de la vida, pero subsiste por el bien común" (Política, I, 8).
Dicho en otros términos, para Aristóteles, la vida en común es inseparable de un sentido ético compartido. Ser "animal político" no es limitarse a ejercer un cargo, sino hacerlo en pro del bienestar de todos. Por ello, el filósofo afirma que "la prudencia es la única virtud peculiar del que manda" (Política, III, 7), o sea, la que lo distingue propiamente de los demás ciudadanos.
La herramienta principal de dicha autoridad es el logos, la palabra racional, enunciada en pro de distinguir lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso y, por sobre todo, lo justo de lo injusto. Cualidades que ya no pueden ser consideradas como intrínsecas a ninguna autoridad, sino que demandan un permanente diálogo democrático.
Ser un animal político significa, entonces, más bien lo contrario de lo que quiso significar dicha autoridad universitaria. Dado el contexto en que está dicha la frase "Soy un animal político", frente a una comunidad que le exigía empatía y ponerse en el lugar del otro incluso en términos personales, la expresión es al menos contradictoria y triste. La exigencia de dicha autoridad para asistir a la asamblea sindical y demostrar su condición de animal político, muestra que su comprensión del concepto es la del persuade, seduce o engaña a la asamblea. Nada más lejano al sentido aristotélico y al carácter democrático de una autoridad electa por sus pares; muy afín en cambio a la figura del demagogo, que acompaña, según Aristóteles, siempre a los tiranos.
Oscar Galindo, Jorge Vergara Ex Profesor titular de la UACh
Nunca más voy a estar sola
Hace unos años conocí a Gladys, una emprendedora de más de 70 años, quien toda su vida cocinó en un colegio de Calama. Como muchas mujeres en Chile, al jubilar se vio en la obligación de emprender para cubrir sus necesidades básicas. Así fue como se acercó a Fondo Esperanza y formó el primer banco comunal de la ciudad. Las participantes no se conocían en un comienzo. Cuando contó sobre su emprendimiento, de forma espontánea, surgió el apoyo. Tuve el privilegio de ser testigo del surgimiento de una nueva red solidaria. Al final, me acerqué a Gladys para agradecer su confianza en Fondo Esperanza. Ella me respondió, "la agradecida soy yo, ahora sé que nunca más voy a estar sola".
Son 20 años los que llevamos escuchando estos relatos esperanzadores. Desde siempre apostamos por un trabajo comunitario y colaborativo, donde la confianza es el corazón de un modelo que apuesta por la solidaridad. En nuestra evaluación de resultados sociales 2021 vemos cómo, luego de un año y medio de participar en un banco comunal, emprendedoras y emprendedores declaran que sus redes de apoyo, ante emergencias, aumentan en 51,7 puntos porcentuales y, el número de personas de confianza ante problemas, en 22,6 pp.
Seguir apostando por la solidaridad como base en las relaciones humanas no es fácil en estos tiempos. Como dijo Humberto Maturana, a principios de la pandemia, cuando le preguntaron qué venía para el mundo: "lo único que sé es que debe ser un futuro colaborativo".
Karina Gómez Gálvez Fondo Esperanza
Después del 4… viene el 5
Así no más es. Matemática básica, simple. Cualquier infante lo sabe y no debemos engañarlos. Después del 4, viene el 5. El 4 no termina nada, y el 5… no comienza nada. El 4 es un día, y el 5 es otro día.
Cada día tiene su afán, se dice. No hay que abrumarse con lo que suceda mañana o en un futuro próximo, pues ya tenemos suficiente con afrontar las vicisitudes de cada día. Enfrentemos los avatares de cada día con optimismo, con alegría, y ante las dificultades que se alleguen en ese tránsito, tomarlas, abordarlas, y buscar modo de solucionarlas, una tras otra. No hay otro modo.
Ahora fijo mi atención en el calendario. 4 y 5. Sea cual sea el resultado, debemos procurar contraponer, buscar y hallar puntos de equilibrio, de entendimiento, de concordancia, de armonía cordial.
Hablando se entiende la gente. Es necesario tratar, tratar de entablar lazos, vínculos, si no se tienen, o restablecer los rotos o que están en mute. Debe primar el diálogo, la prudencia, la conciliación, el compañerismo, el respeto, la familiaridad, el sosiego, un trato horizontal, franco, de iguales.
Un día tiene veinticuatro horas, y tras uno, viene otro, igual, y así, ad infinitum. Y hay que vivirlo, vivirlos con todo, con todas sus consecuencias. Si de alegrías se trata, bienvenidas; si de dificultades se trata, a afrontarlas, con la formación, con el conocimiento conseguido. El control, la reflexión, la paz han de concertarse. Cada uno con su historia de vida hemos de buscar el punto de equilibrio, avanzar en los mínimos consensos y fortalecerlos en el tiempo.
Raúl Caamaño Matamala Profesor UC Temuco