Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Cartelera y Tv
  • Espectáculos

(viene de la página anterior)

E-mail Compartir

general, lo podríamos definir como un aspecto, ya que no necesariamente son cosas, que quiere preservarse, que es parte de la identidad de un grupo y éste lo reconoce como propio. Por otra parte, se le otorgan ciertas categorías de valor, por ejemplo, estético, histórico o monetario, pero también hay valores que son afectivos, simbólicos y que son un poco más complejos de ver.

También, en el patrimonio tiene que haber un interés porque sea conservado, que esté sometido a medidas de conservación para que, efectivamente, lo podamos preservar para las generaciones futuras.

Claro, esta definición es muy general y hay, como decía, muchas discusiones al respecto, esto de decir es tangible o intangible, o a veces el patrimonio tiene un poco de las dos, yo creo que es más bien lo segundo, que es algo más complejo de definir y que estas categorías de valor si bien comenzaron siendo muy específicas, se han ido cada vez diversificando más.

¿Qué transformaciones ha sufrido ese concepto, y a qué podrían atribuirse?

-El patrimonio es algo que va cambiando porque tiene que ser reconocido y ese reconocimiento parte también de una relación con la identidad, con las comunidades y los grupos, y estas mismas relaciones a veces pueden ser complejas, así como existen en algún momento, pueden dejar de existir. Y también, muchas veces hay grupos que reconocen ciertos patrimonios y los reconocimientos no son a la par sino que hay conflictos jerárquicos o se presentan dicotomías entre patrimonio y desarrollo, por ejemplo.

Creo que el patrimonio parte siendo apoderado por las instituciones formales, instituciones de gobierno o por las elites; esos objetos que son excepcionales, que no existen en otra parte, la monumentalidad, se relaciona con ese patrimonio más bien institucionalizado, en términos de estudios del patrimonio se habla del discurso autorizado del patrimonio. Y esto claramente ha ido cambiando, dando lugar y dando pie a cosas que habían sido pasadas por alto, que no se consideraban tan importantes o que no llamaban tanto la atención y que efectivamente son parte de la identidad.

Hoy se habla en Chile de los patrimonios...

-A medida que las relaciones de poder se van haciendo horizontales aparecen estos nuevos patrimonios o nuevas formas de reconocer el patrimonio y de cuidarlo. Y de estos monumentos que son grandes, duros y fríos como la arquitectura y la estatuaria pública, aparece la posibilidad de que las mismas comunidades puedan reconocer su patrimonio, donde todos podemos reconocer nuestros patrimonios y son igual de válidos, por eso, pasamos de "el patrimonio" a "los patrimonios", porque son diversos así como también lo es la identidad y nuestras costumbres.

Estamos celebrando las Fiestas Patrias, donde festejamos la chilenidad, ¿los patrimonios nos acercan a esa chilenidad?

-Parte de esa chilenidad es reconocer que ésta no es solo una. Es distinta desde el extremo norte al extremo sur y la forma en que la expresamos es variada y eso es válido. No hay un plato de comida, en todas partes se comen alimentos distintos y esas recetas podríamos decir que son patrimoniales. La música es distinta. Estas celebraciones son el momento en que reconocemos la riqueza de esa diversidad y de ser distintos en algunas cosas, pero iguales en otras, encontramos nuestros puntos comunes, pero realzamos aquello que nos hace únicos. Eso es lo que rescato de cómo se relaciona el patrimonio, lo que se ve, como decía, en la música, en la gastronomía, en los instrumentos, y también en las formas de reunirnos y de relacionarnos, es el momento, por ejemplo, en que la gente viaja a ver a sus familias y tienen la oportunidad de contar historias y también de reflexionar en torno a esa unidad que parte desde lo íntimo, pero que también se traduce a un nivel macro, a un nivel nacional.

¿En general, los chilenos sentimos como propio el patrimonio?

-Va a depender de qué patrimonio estamos hablando. Muchas veces, por ejemplo, al interior de comunidades más afianzadas, pequeñas o aisladas los patrimonios son mucho más relevantes, porque son la base sobre la cual se construye una identidad que permite que esta comunidad siga funcionando, se siga articulando y teniendo una conexión entre los abuelos y los niños, por ejemplo; aquí podríamos hablar de tradiciones que se heredan o de un oficio, los que se valoran y donde también existen procesos que los ponen en crisis, como las tecnologías, las migraciones hacia las ciudades.

En un término más amplio, podríamos hablar del patrimonio que está incluido o a lo mejor protegido por la ley de patrimonio cultural, donde de uno u otro modo podríamos decir que no siempre existe un cuidado y una valoración generalizada, porque vemos en experiencias que no necesariamente se cuida, vemos rayados, vandalismo. Y creo que ahí hay un problema de base, ¿puede una ley reconocer a nivel nacional lo que es patrimonio para todos?, entonces, cómo podemos efectivamente generar una empatía hacia los patrimonios y lo que éstos significan, creo que eso es algo que se tiene que seguir construyendo en base a los diálogos y a reconocer la diversidad que existe al interior de nuestro país.

¿Con relación a aquello, hay educación patrimonial, o hay que avanzar en ello?

-Creo que es un camino constante. No se puede dejar de lado la educación patrimonial; creo que las instituciones educacionales no formales, como los museos, hacen una gran labor, pero cómo podemos empezar a incorporarla más a la educación formal, en los programas educacionales.

Pero no sé si radica netamente en cómo enseñar, también creo que hay que hablar de esta empatía que mencionaba, es decir, el patrimonio es algo a lo que un grupo le tiene cierto afecto porque quiere preservarlo, porque lo representa y, por lo tanto, yo entiendo por qué tú lo valoras.