Anhelado proyecto de Morrompulli
Tras dos décadas de estudios y propuestas, comenzó la construcción del esperado relleno sanitario regional. Tomará 2 años. Vertedero funciona hace casi 45 años y recibe desechos sin clasificar de once comunas. Cerrará cuando opere el nuevo relleno, que implica otra mirada sobre el reciclaje.
En 2024 debiera estar listo el relleno sanitario de Morrompulli, obra emblemática ubicada a 25 kilómetros de la capital regional, que ha esperado por más de 20 años para ofrecer a las doce comunas una alternativa común de manejo de los desechos domiciliarios. Su construcción ya era un anhelo antes del nacimiento de Los Ríos y en dos décadas ha pasado por diferentes etapas de estudio y análisis; con postergaciones coyunturales; adecuaciones técnicas para responder a nuevas conciencias de cuidado ambiental y también polémicas por su impacto.
Con toda esa historia y el trabajo tesonero de la Asociación de Municipalidades de la Región de Los Ríos para el Manejo Sustentable de Residuos y la Gestión Ambiental, que se formó en 2012 con este objetivo, finalmente en 2014 se pudo contar con un proyecto definitivo; luego se licitó la obra; se realizaron sucesivas adecuaciones presupuestarias; en 2020 se adjudicó a la empresa Servimar (a cargo de la gestión del actual vertedero en el área desde 2004) y ahora comenzó su construcción, demandando $12.588 millones financiados con recursos del Gobierno Regional, a través del FNDR.
La Municipalidad de Valdivia será la contraparte técnica de la obra y, cuando esté lista, la Asociación se hará cargo. Se proyecta una vida útil de 20 años, con intervención de 26 hectáreas y una recepción anual de 130 mil toneladas de desechos, que serán tratados (a grandes rasgos) en una zona de relleno y una zona de tratamiento de lixiviados y acopio de material.
El avance del proyecto es una buena noticia. En especial porque responderá a las inquietudes de los vecinos del área donde se emplazará, quienes han lidiado por casi cinco décadas con el actual vertedero ubicado en el mismo lugar y que ya no cumple con las condiciones adecuadas, generando contaminación y otras externalidades que dificultan la calidad de vida. Ese acopio se terminará en dos años, dando paso a una nueva forma de relación del territorio regional con la basura que en él se genera, pues también se debe avanzar hacia un sistema de reciclaje, plantas de transferencia, compostaje y educación ambiental. Esto último es crucial, pues la idea no es abrir espacios de depósito, sino generar conciencia de largo plazo sobre aquello que se usa y lo que se bota.