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Dios de vivos, no de muertos

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El evangelio de este domingo (Lc20, 27-38) contiene una importante pregunta sobre la resurrección y la vida. Los cristianos tenemos la certeza de que el Señor se encarga de la vida eterna, pero nos deja a nosotros la tarea de encargarnos de la vida antes de la muerte. Por eso, no podemos mirar tranquilos el "más allá" sin hacernos cargo del "más acá".

El hombre siempre ha debido enfrentarse al enigma de la muerte. En Cristo, esta interrogante ha sido aclarada. Esto no significa que lo comprendamos todo, pero sí que tenemos la certeza de que la muerte ha sido vencida y lo que Dios nos ofrece es la vida. Este es el punto de partida de nuestra fe cristiana.

Esta vida después de la muerte que el Señor nos ofrece es distinta a la actual. Desde acá nosotros intentamos proyectar las cosas buenas que tenemos hacia una realidad espiritual, futura, infinita. La llamamos vida eterna. Pero más preciso sería decir vida plena, vida en Dios. No sabemos bien cómo será, pero sabemos que viviremos en Dios, en plenitud de amor. Ya no habrá muerte ni sufrimiento, no nos "fundiremos en Él", sino que seguiremos siendo nosotros con nuestra conciencia, libertad y capacidad de amar. No será una vida individual, aislados, sino que será con otros, a quienes amaremos y con quienes viviremos en Dios.

Pero esto no significa que posterguemos la tarea de la vida plena espiritualizando la felicidad para después: "No importa vivir mal hoy, pues después de la muerte tendré la recompensa". No. La oferta de vida y salvación es participar desde ahora en esa vida divina.

El "hoy"de la salvación es muy importante. El Señor quiere que vivamos en plenitud desde hoy. La trascendencia nos debiera llevar a mirar el aquí y ahora, de una forma distinta.

Para el cristiano, el mundo presente es una urgencia, pues es el lugar donde debemos vivir en esa plenitud. Y Cristo nos enseña que esa plenitud pasa por reconocer al otro como hermano: amarlo y caminar juntos.

Raúl Mautz Manzano: Adiós al profesor del acordeón

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El pasado 28 de octubre se marchó para siempre y se apagó la luz de la existencia de un ícono de la cultura popular valdiviana. Ese día abandonó el mundo terrenal Raúl Mautz Manzano, profesor no vidente que entre los años 1995 y 2020 se caracterizó por tocar su acordeón en la esquina de las calles Picarte y Camilo Henríquez, en pleno centro de Valdivia. Raúl Mautz Manzano nació el 30 de septiembre de 193 8 en La Unión y sus estudios primarios y parte de los secundarios los realizó en la modalidad de exámenes libres, para posteriormente ingresar a la Escuela Normal Superior Camilo Henríquez de Valdivia, donde se tituló de profesor primario. En 1962 comenzó su labor docente en escuelas públicas de La Unión, como profesor de Educación Musical, Literatura e Historia. En 1965 fue trasladado a Valdivia y trabajó en las escuelas N°7, N°16 y N°49, mientras que en 1971 fue nombrado director de la Escuela N°72 de Ciegos de Valparaíso, cargo que desempeñó hasta octubre de 1973. Luego regresó al sur y se desempeñó en colegios de La Unión y Osorno. A comienzos de los años '80 contrajo matrimonio con Flor Seguel Martínez. Fueron padres de Óscar Raúl y Omar Leandro. Pero, la situación económica de la época obligó a la familia a buscar nuevos horizontes. A comienzos de 1986 viajaron a la zona de Trelew, en la Patagonia argentina. Allí vivieron durante seis años, Raúl Mautz Manzano trabajó en una biblioteca infantil, luego en un centro recreativo y también estudió se graduó como profesor de técnicas de comunicaciones. En el año 1992, la familia retornó a Chile y se radicó en Valdivia. Sin embargo, las puertas que tocó no se abrieron y no pudo volver a ejercer como profesor. Esta situación lo llevó a tocar su acordeón en la calle y vivir del aporte solidario de valdivianos y visitantes. En el año 2011, la Universidad Austral lo nombró "Patrimonio Viviente" de Valdivia; en 2012 el Consejo Regional le entregó una medalla en el área de "Superación Personal" y en 2022 la municipalidad lo distinguió como "Huella Valdiviana". El cuerpo de Raúl Mautz Manzano descansa en el Cementerio Municipal N°2 de Valdivia.

22 de abril de 2022, el profesor Raúl Mautz Manzano presentó su libro "El cerezo: memorias de un profesor ciego", donde relata diferentes capítulos de su vida.

Ruridico Díaz Cárcamo: Líder familiar y dirigente deportivo

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El 2 de noviembre de 2021, el tañir de la campana del boxeo valdiviano sonó por última vez para el dirigente deportivo y ex miembro del Ejército, Ruridico Díaz Cárcamo, un hombre nacido el 14 de febrero de 1934 en Osorno, pero que después de ser destinado a Valdivia se quedó para siempre en la ciudad del Calle Calle. Luego de cumplir con su enseñanza primaria y secundaria, Ruridico Díaz Cárcamo ingresó muy joven a las filas del Ejército, institución a la cual prestó servicios hasta su paso a retiro a mediados de los años '80, con el grado de suboficial mayor y tras cumplir destinaciones en Los Ángeles y Valdivia. En su vida personal, el 30 de diciembre de 1962 contrajo nupcias con Amanda del Carmen Robles Rozas y fueron padres de Nolberto, Karin y Boris, además de abuelos de seis nietos. A un año de su partida, es recordado como un líder preocupado siempre del bienestar familiar, de su esposa, hijos y nietos, dispuesto a entregar apoyo y valores a sus descendientes, hasta el último de sus días. Como dirigente deportivo, fue un hombre de ideas claras y firmes convicciones, siempre dispuesto a escuchar a los demás. En este sentido, su relación con la dirigencia surgió cuando siendo parte del Ejército en Valdivia le fue encomendada la misión de organizar un campeonato militar de boxeo. Desde ese momento, no se desligó nunca de esta disciplina deportiva, hasta llegar a ser presidente de la rama de boxeo del Club Deportes Las Ánimas y de la Asociación de Boxeo Calle Calle de Valdivia. Durante varios años, el deporte de los puños en la región sobrevivió gracias a su trabajo y un entusiasmo que lo llevó incluso a ser árbitro, anunciador y jurado. También, alcanzó notoriedad como presidente del Consejo Local de Deportes y junto a otros dirigentes como Raúl Pradines y Pascual Paineán dieron vida en 1994 al Campeonato de Fútbol Estrellas del Mañana, que durante cerca de 20 años fue la cuna de deportistas que llegaron al fútbol profesional. Sus restos fueron cremados en Osorno, para posteriormente ser trasladados a Valdivia.

2 de noviembre de 2021 emprendió su último viaje Ruridico Díaz Cárcamo, de una vasta y fructífera labor en la dirigencia deportiva local.