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se constituya cómo tal una imagen de conjunto. La construcción es disonante con el entorno, pero es algo pequeño, versus lo que aporta. También se le puede criticar lo mismo a construcciones mucho más invasivas en el centro de la ciudad, que no solo modifican el entorno, sino el valor del propio centro".
María Emilia Villagra, arquitecta del Comité de Patrimonio de la Delegación Zonal Los Ríos del Colegio de Arquitectos también se suma a la reflexión. "La revalorización está dada desde que el Padre Guarda rescató y registró este inmueble para que no sea destruido. La recuperación del patrimonio en general siempre tiene que ir destinada a resaltar la originalidad del inmueble a proteger y sobre todo, trabajar en la difusión de su historia. Es la única manera de crear conciencia y apropiación por parte de la sociedad", dice.
Y agrega: "El de la casa Lüer Czischke debiese ser un ejemplo de protección cuando, por una u otra razón, el inmueble en buenas condiciones no puede ser conservado en un lugar en particular. Podría haber muchos más ejemplos como éste en Valdivia, no obstante lo que ha ocurrido es la destrucción total".
Imperdibles
La museografía del MuT fue hecha por Sumo Arquitectura y Diseño, oficina formada por los diseñadores Pablo Romero y Luis Sebastián Moro. Considera dos elementos fundamentales: una exposición permanente que aborda la historia de las telecomunicaciones desde el sur de Chile; y la puesta en valor de la casa Lüer.
La idea fue generar una experiencia interactiva con distintos contenidos y objetos dispuestos en siete habitaciones y un subterráneo. La primera sala está destinada a información básica de la casa, sus propietarios y a cómo eran las formas de comunicación de algunas culturas milenarias. Uno de los grandes atractivos del lugar es una maqueta de la casa Lüer hecha por Marcial del Real, que permite verla en todo su esplendor tal y como fue construida en el siglo XIX.
En la sala contigua destacan objetos como un telégrafo que llegó a Chile para la Guerra del Pacífico y un teletrófono. También hay centralitas de operadoras (aquellas similares a las vistas en series como "Las Chicas del Cable" de Netflix), que revelan un hito no menor: para postular al cargo había que tener los brazos largos, ser muy rápido en el cambio de los cables y guardar, en todo momento, discreción sobre las conversaciones escuchadas. Por ello es que la ocupación quedó principalmente en manos de mujeres.
Otro de los atractivos del MuT es una gran vitrina con 48 modelos distintos de teléfonos fijos y aquellos que alguna vez funcionaron en cabinas en la vía pública. Es posible igualmente encontrar equipos de dial rotatorio, también conocidos como teléfonos de baquelita (por el material en que están fabricados) que permiten hacer llamadas en tiempo real.
Las infinitas posibilidades en la transformación de las comunicaciones hacia lo digital, es algo que se aborda un gran espacio del segundo piso con contenidos relacionados, por ejemplo, a la telefonía móvil y lo que ha implicado llegar al 5G. Hay pantallas interactivas y audiorelatos sobre cómo las comunidades se han impactado positivamente gracias a las telecomunicaciones.
Y al igual que en su sala de inicio del recorrido, el último espacio del inmueble, vuelve a conectar con la historia de los Lüer Czischke. En el lugar están en exhibición una escalera y las puertas originales de la casa, diversos elementos de la construcción e incluso vigas marcadas con números romanos intervenidas, se cree, por los carpinteros que trabajaron en la obra en su ubicación original junto al río. Destaca igualmente un panel informativo con el testimonio de Arturo Wagemann Lüer, bisnieto de Alberto Lüer y Julia Czischke. Es quien aporta con datos más íntimos sobre la familia, como por ejemplo, el gusto de Julia por la jardinería y las plantas; y los naranjos del patio. "La gente que pasaba por el puente a veces tocaba a la casa pidiendo la fruta para comer o las hojas para remedio", escribe.
El museo funciona de martes a domingo entre las 10:00 y 18:00 horas. Menores de edad (hasta 18 años) y adultos mayores (desde 60 años) pueden ingresar gratis. La entrada para estudiantes universitarios es de $1.000 y para público general es de $2.000. Un equipo de diez jóvenes guías, que son de familias de trabajadores de Telsur, se encarga de acompañar a los distintos visitantes en el recorridos que suele extenderse por cerca de una hora.
6.272 visitantes registra el Museo de las Telecomunicaciones al cierre de noviembre. El recinto funciona de martes a domingo.