La desconexión
En este último tiempo, el gobierno ha demostrado, a mi juicio, su enorme desconexión con nuestros carabineros, que han sido atacados e incluso asesinados. Es triste ver el estado de abandono en que se encuentran.
Hace poco se votó en la Cámara la ley Naín-Retamal y si bien se aprobó, diputados del PC y del FA, se abstuvieron o rechazaron, que nos deja una duda muy razonable, si el alma del gobierno de Gabriel Boric voto de esa manera, ¿podemos realmente confiar en sus palabras?
El martes se vota en el Senado la ley, y esperamos que esta vez, las coaliciones de gobierno si se pongan del lado de nuestros carabineros.
Miguel Huitraqueo Encargado de asuntos indígenas Nuevas Generaciones UDI
El otoño del coscorrón
En abril el poroto coscorrón todavía deslumbra con sus capis enrojecidos, asomándose entre su disminuida espesura que amarillea y deshoja. Son como ardientes ajíes cacho de cabra, parecen terribles como aquel, pero nos llaman irresistiblemente a palpar la realidad fantástica de su fuego cristalizado, prodigiosamente detenido. ¿Estamos aquí habitante?, ¿no hemos imaginado este instante de fascinación?
Este otoño del coscorrón es de lo más cautivante en los huertos. Mientras rojean intensamente sus porotos granados, sus capis primerizos maduran y secan entre los tallos, a ras de tierra, discretos y cuasi escondidos, con tonalidad y elegancia de vinos. Adquieren entonces esa espesura escarlata y carmesí del carmenere, pero más inclusive el purpúreo de algún merlot, entintados densamente o algo acuarelados por la lluvia.
Si su vaina enrojecida es una pasión encendida, al devenir su madurez esta adquiere una apariencia de extraña profundidad, la densidad de un afecto meditado. Sus purpúreos son hondos, los de afectos sosegados, los de una ternura aletargada difícil de vislumbrar en su escarlata intensidad, que parece amar el deslumbramiento iniciático de la deidad solar. Su purpureidad es sin embargo de una extraña intimidad, de una calma complicidad que levita sobre la tierra (y en conversación con ella).
El capi transmutado purpúreo, cual toga sacra del mundo antiguo, nos entrega una semilla sugerente de erotismo contemplativo. En su grano ovoide predomina el blanco cremoso, amarfilado, pero también la apariencia marmórea de una desnuda estatua griega, aunque ornamentada sin embargo con curiosas trazas, vetas y pintas, de tenues amarillos y dorados. Nos recuerda al imperecedero atractivo de Antínoo, consagrado con exquisitos amuletos egipcios, o alguna ensoñada Afrodita proveniente del misticismo de Gustav Klimt.
En abril atesoramos los signos de un enternecido letargo. En los extraños afectos o el trabajo, en los tactos y tibiezas desconocidas, en los cómplices gestos de nuestra única mundanidad: habitante, contigo estoy.
Juan Navarrete Espinoza Licenciado en Historia UACh juanepdlc@live.cl]
Juntos, lo hicimos
No cabe duda de que el impacto de la pandemia COVID-19 en Chile y en el mundo entero ha sido devastador. Se trata de una epidemia que nos afectó en todos los ámbitos: el laboral, los estudios, la comunicación y la manera de movilizarnos, lo que modificó drásticamente las formas de vida. Pese a la adversidad, nuestro país mostró un trabajo ejemplar. También hemos lamentado la pérdida de más de 64 mil chilenos. Los fallecidos y el sufrimiento de sus familias merecen que los recordemos. Este recuerdo nos debe ayudar a organizar mejores respuestas ante las emergencias sanitarias.
Durante los últimos tres años se realizaron más de 30 millones de PCR y se administraron más de 48 millones de dosis de vacunas-
En los peores momentos del contagio, todos los pacientes con C19 y falla pulmonar tuvieron acceso a una cama intensiva con niveles de calidad y seguridad en alguna Uci del país, mientras que la red integrada de salud pudo acceder a insumos especializados traídos en una efectiva cadena logística internacional. La innovación y la reorganización intrahospitalaria fue la norma. La complementariedad público-privada y la integración del sistema protegió a miles de personas.
En marzo se cumplieron tres años del primer caso de Coronavirus en Chile, no cabe más que realizar un reconocimiento a los profesionales de la salud pública y privada, a los equipos de salud, junto con profesionales y técnicos de los diferentes ministerios. También hay que agradecer a las instituciones de orden y seguridad, a las Fuerzas Armadas, las universidades, a los héroes anónimos y, muy especialmente, a la ciudadanía.
El llamado ahora es a seguir protegiéndonos.
Dr. Luis Castillo Decano Cs. la Salud U. Autónoma Ex Subsec.de Redes Asistenciales