Mirar de nuevo el árbol del poeta
En 1972 Luis Oyarzún salvó un tulipero que sería cortado. Su recuerdo vuelve con la reflexión sobre el patrimonio natural.
Hace unos días, Diario Austral publicó la imagen de un letrero en alusión al hermoso tulipero que se encuentra en el actual paseo Camilo Henríquez de Valdivia. En la nota se hablaba someramente de la campaña efectuada para conservar ese ejemplar, que hoy tiene 250 años de antigüedad. Al respecto, es necesario sumar algunas precisiones.
Primero, recordar que la defensa del árbol fue realizada por el escritor y poeta Luis Oyarzún (1920-1972), uno de los primeros en Chile de hablar de ecología y cuyo paso por la Universidad Austral todavía resuena en la casa que lleva su nombre. "La tierra es tu retrato" es una de sus frases más recordadas y entender ese afán por su entorno es necesario, para comprender esta historia de defensa del patrimonio natural.
En 1972, poco antes de su fallecimiento, el docente se enteró que cortarían el tulipero y se movilizó para hablar con autoridades, escribir a la prensa, conseguir firmas con apoyo de sus estudiantes. Eduardo Schild, ex alcalde y actual miembro del directorio de la Cámara de Comercio e Industrias de Valdivia, era uno de esos jóvenes que acompañaron al académico. Recuerda que el Banco Estado -en la misma ubicación actual- buscaba ampliar su edificio y el plan incluía talar el árbol, algo que su profesor no podía concebir.
Schild explica que, finalmente, Oyarzún ganó. Se salvó el tulipero y se inició de inmediato la idea de abrir espacio para que la comunidad lo conociera. En eso resultaron claves el Banco, el municipio y especialmente el Club de la Unión, institución que donó su rol del terreno aledaño y así permitió iniciar el paseo peatonal, que une Camilo Henríquez y Caupolicán.
Lamentablemente ahora el árbol no se ve desde la Plaza de la República, como antes, porque en 2017 instalaron baños públicos, que debían ser provisorios, hasta que construyeran los estacionamientos subterráneos. Ese plan no va; pero los baños, siguen. Schild pide revisar esta realidad, lejana al afán original del lugar soñado por Oyarzún.
Por supuesto, no cabe más que coincidir con esa reflexión. Y agradecer a quienes pusieron el letrero, para mirar de nuevo al tulipero del poeta.