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de que su uso fue, incluso, en tiempos anteriores al contacto europeo, aunque -aclara- "no sabemos con certeza su antigüedad". Pero sí -precisó- "sabemos que la navegación en el sur de Chile tiene una antigüedad de al menos cinco mil años, a partir de ocupaciones y sitios arqueológicos de esa data en la isla de Chiloé, aunque no se han encontrado las embarcaciones de esa época aún".

"En el lago Ranco específicamente, la crónica de Mariño de Lobera menciona en repetidas ocasiones el uso de los wampos por parte de las comunidades mapuche-huilliches para el traslado entre la isla Huapi, Futrono, Illahuapi y el poblado de Lago Ranco. Estos fueron utilizados al menos hasta los años 70 en algunas zonas del lago Ranco, así como también en el lago Maihue", detalló.

¿Qué rol cumplía el wampo dentro de la cosmovisión de los pueblos originarios? Al respecto, el arqueólogo explicó que eran embarcaciones que permitían a las comunidades mapuche-huilliches movilizarse y transportarse entre la cordillera y la costa, a través de los ríos y lagos del sur de Chile.

"En este sentido, jugaron un rol protagónico en las relaciones y redes de contacto entre los distintos grupos. En el sur de Chile se utilizaron, además de los wampos, balsas de distintos tipos -troncos y fibras vegetales- y canoas de tablas cosidas conocidas como dalcas en el archipiélago de Chiloé y sus alrededores", indicó.

Acerca de su construcción, dijo que, dependiendo de la zona, se utilizaba generalmente el laurel y el coigüe, aunque -explicó- "también hemos hallado de ulmo y raulí; las herramientas eran principalmente hachas y azuelas, de piedra pulida antes del contacto europeo, y de metal posteriormente".

Su conservación

Iniciado este proceso que busca su preservación, el arqueólogo Nicolás Lira señaló que el principal objetivo es poder conservarlo de la manera más adecuada posible.

Así, explicó que la principal amenaza para el patrimonio cultural siempre son los seres humanos, quienes -dijo- "muchas veces quieren extraer los objetos como recuerdos para tenerlos en sus casas o venderlos a particulares, o incluso para exhibirlos de manera inadecuada".

En este caso, indicó que se persigue su conservación a largo plazo respetando las miradas y enfoques de todos los actores involucrados: los habitantes del territorio con su saber tradicional, la comunidad local, las comunidades mapuche-huilliches, los profesionales y académicos con su conocimiento técnico, y las instituciones del Estado con su capacidad de gestión y competencias técnicas.

Al respecto, subrayó que "aunar esfuerzos de manera colaborativa, con respeto y escuchándonos unos a otros es la única manera de llevar a buen puerto iniciativas de este tipo".

¿Desde la perspectiva arqueológica, es recomendable extraer este objeto del agua o es mejor conservarlo en el lugar? El investigador precisó que la recomendación en casos de patrimonio cultural subacuático, como el caso de este wampo, es siempre su conservación in situ como opción prioritaria, "principalmente por lo complejo y costoso -tiempo, materiales, profesionales y dinero- que resulta estabilizar materiales que han estado sumergidos por largo tiempo, una vez que son extraídos a la superficie".

Pero -indicó- lo anterior siempre y cuando no se encuentre en peligro o amenazado de alguna manera en el lugar original en que fue hallado, "si este fuera el caso, existen distintas opciones, para las cuales contamos con las capacidades técnicas y profesionales en nuestro país".

En este punto coincidió Artemiza del Mar Jara, quien señaló que la recomendación de la UNESCO es que la conservación sea prioritariamente in situ, "considerando lo delicado y riesgoso que puede ser para un bien orgánico ser extraído del medio donde se ha conservado".

En ese sentido, sostuvo que la conservación in situ puede ser beneficiosa cuando se puedan controlar los elementos de riesgos naturales, pero principalmente el provocado por la intervención humana.

"Existen formas como el recubrimiento con estructuras metálicas que no sean oxidables para no causar daño al bien, que se pueden complementar con acciones de puesta en valor orientadas en la educación patrimonial y el turismo responsable, como son las señaléticas informativas que dan a conocer e indican el hallazgo y comuniquen su valor histórico, cultural", declaró.

Y, en la misma línea, recalcó que todas estas acciones deben integrarse en un plan de conservación preventiva y plan de gestión integral, cuyo eje principal de desarrollo -expuso- "sea un proyecto de conservación colaborativo, consultivo y participativo con las comunidades mapuches del territorio, reconociendo y respetando su vínculo ancestral con este patrimonio".

La especialista afirmó que los procesos de conservación y restauración de bienes sumergidos, especialmente los orgánicos de procedencia subacuática, suelen ser unos de los más difíciles por su particular composición química y estructural: "presentan alteraciones de su estructura, no son homogéneos y en muchas ocasiones existen distintos deterioros dentro del mismo, especialmente si hablamos de que implicaría su extracción del medio, son complejos, lentos y costosos".

A la vez, explicó que requieren de diversas etapas especializadas, como la extracción del objeto, su consolidación mediante inmersión en soluciones específicas -como ceras, resinas u otros estabilizantes- y, posteriormente, un proceso controlado de secado, idealmente a través de liofilización para evitar daños estructurales.

"Una vez estabilizado, el bien debe ser trasladado al espacio donde será resguardado de forma definitiva. Todo este proceso puede extenderse durante años, principalmente debido a la necesidad de contar con financiamiento adecuado", planteó.

Según indicó, en Chile, los recursos para estos fines provienen mayoritariamente de fondos estatales concursables, que no siempre aseguran continuidad ni cobertura total. "Por ello, las áreas especializadas en conservación del patrimonio subacuático suelen recurrir a la colaboración internacional, particularmente con países como España, donde existen laboratorios con tecnología avanzada y experiencia en la conservación de este tipo de bienes", cerró.

5,80 metros es la longitud aproximada del wampo. Es un tronco ahuecado que permitía transportase y generar redes de contacto a las comunidades ancestrales.

20 de febrero de este año el profesor y guía turístico Alan González Jara y la conservadora patrimonial Artemiza del Mar Jara notificaron hallazgo en el COnsejo de Monumentos.

Su valor histórico y patrimonial: pueblos vivos y activos...

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¿Cuál es el valor histórico y patrimonial de un hallazgo de este tipo? Al respecto, la conservadora patrimonial, Artemiza del Mar Jara, indicó que existen valores intrínsecos que dependen del contexto desde el cual se ponga en valor un bien. Así, explicó que "en el marco del Estado de Chile y conforme a lo establecido por la Ley del Consejo de Monumentos Nacionales, nos encontramos ante un Monumento Nacional que podría ser clasificado como sitio arqueológico o monumento histórico". Destacó que esta categoría permite que el bien sea reconocido y valorado tanto por la sociedad civil como por las comunidades locales. "Por otra parte, para la comunidad científica y académica, este hallazgo marca un importante precedente para el desarrollo del patrimonio cultural subacuático en Chile", dijo y sostuvo que "uno de los aspectos más relevantes es el profundo valor histórico y espiritual que este bien representa para las comunidades mapuches del sector. Para ellas, este descubrimiento reafirma su existencia como pueblos vivos y activos, y visibiliza su vínculo continuo con el territorio y su historia".