A todo héroe le entran balas
La vulnerabilidad es un factor ineludible cuando se habla de superhéroes y claramente, así lo han establecido grandes creadores de novelas gráficas de todos los tiempos. Desde el mineral ficticio llamado Kriptonita, que puede hacer que Superman se arrodille frente a sus enemigos; hasta la mortalidad que implicaría un campo magnético para Wolverine y su esqueleto de Adamantium.
En el mundo de las viñetas existe muchas variantes para el talón de Aquiles y sin duda, una de las más llamativas surgió en 1979, de la mente de los guionistas David Michelinie y Bob Layton. Ambos son los responsables de "El demonio en la botella" (Marvel), historia que solamente tiene un alcance de nombre con el cuento de Robert Louis Stevenson de 1891 y que en este caso es una metáfora sobre el alcoholismo.
Hace cuatro décadas, a Michelinie y Layton se les ocurrió meter en problemas al célebre magnate empresarial Tony Stark/Iron Man en una aventura donde termina sucumbiendo al exceso de alcohol frente al asedio permanente de tres villanos y su amenazante competidor industrial Justin Hammer.
En la publicación reeditada como parte de la Ultimate Marvel Graphic Novel Collection (Salvat-El Mercurio, que circula desde el año pasado), hay un vuelco al aquel entonces inexplorado mundo en las debilidades de los superhéroes y se apunta más al lado humano, que al fantástico. Acá sobran los artilugios tecnológicos, las escenas de acción y el exceso de diálogos, cuando lo que realmente importa es la exploración de aquellos demonios internos que pueden hacer caer a cualquiera. Tal vez en los tiempos que corren, esta premisa podría resultar algo ingenua, pero su valor radica en haber abierto una puerta a la humanización de aquellos personajes que desde ese momento comenzaron a demostrar que era posible que le entraran balas. El cambio de paradigma es lo que hace que esta historia no pierda vigencia.
Daniel
Navarrete