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Con globos y alegría recordaron la obra del titiritero Ricardo Rivas

CONMEMORACIÓN. A cinco años de la muerte del destacado artista, sus familiares y amigos se reunieron para un masivo homenaje.
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Daniel Navarrete Alvear

El Centro de Creación (Cecrea) fue el lugar escogido para un homenaje al legado artístico de Ricardo Rivas. El profesor de historia formado en la Uach, también conocido como "Jimmy Títeres" falleció el 5 de agosto de 2014 y ayer, sus familiares, amigos y cercanos se reunieron para recordar su trabajo.

La jornada fue organizada por un equipo de 15 profesionales de Santiago, Temuco, Osorno y Valdivia, relacionados de diversas formas con la figura de Rivas.

En conjunto articularon un programa especial que consideró por ejemplo volver a montar la obra "El mono, el dragón y la gallina", la primera que hizo el titiritero en los inicios de su carrera en la década de 1990. También, una de las salas del Cecrea, fue habilitada como un museo de imágenes históricas y de exhibición del traje de juglar que usó en más de una ocasión en sus presentaciones públicas.

Ello sirvió para volver a contar su historia de viajes al extranjero, elaboración de muñecos para sus obras y puesta en funcionamiento del Festival Internacional de Títeres, que actualmente siguen realizado su hermana Sandra.

"Consideramos que es importante mantener vivo su trabajo, recordar lo que hizo y sigue haciendo gracias a la influencia que dejó en todos nosotros. La energía y la buena onda de Ricardo es lo que nos mantiene unidos y haciendo las cosas que nos gustan en beneficio de la comunidad, ya sea con o sin recursos", dice.

el legado

Aunque Helmuth Palma, seremi de las Culturas y Robert Muñoz, productor del FungiFest, conocieron a Ricardo Rivas en diferentes momentos, coinciden en la trascendencia de su obra. "Tuve la oportunidad de colaborar con él por diez años en su compañía 'Lindo Día' con la que siempre trabajó por acercar el arte a la ciudadanía. Era una persona que siempre se encargó de llevar la creatividad a las calles y la alegría a los niños", explica Palma. Y Muñoz, agrega: "Ricardo tenía un don especial para darse cuenta del potencial de las personas que lo rodeaban. Le era muy fácil identificar cuáles eran tus habilidades y se encargaba de potenciarlas. Trabajar con él fue una muy buena escuela, porque además se encargaba de transmitir la necesidad de hacer cosas, sin importar los recursos disponibles".

La figura de Ricardo, quien había aprendido el oficio de titiritero de su padre Ernesto Rivas, también marcó al artista circense Carlos Navarrete del Colectivo Rucapillán. "Gracias a su trabajo es que distintas manifestaciones del arte se comenzaron a volver más populares. Hacer circo en las calles fue algo que él se encargó de popularizar. Tuvimos la oportunidad de trabajar juntos un par de veces y siempre nos transmitió la urgencia de profesionalizar y dignificar lo que estábamos haciendo", aclara.

Teresa Santana, madre del fallecido artista, igualmente valoró su legado. "Son cinco años desde su fallecimiento, tenemos pena, pero nos sentimos muy bien acompañados por todos quienes decidieron seguir sus pasos y porque nos damos cuenta que su trabajo está muy presente. Mi hijo siempre recorrió las poblaciones, visitaba a los enfermos en los hospitales, fue una persona a quien le importaba mucho la alegría. Que sus amigos nos acompañen y sigan por el mismo camino, es algo que nos llena de felicidad y hace que mi hijo siga presente".