Pudo ser un acto de rebeldía o bien de liberación. Lo cierto es que leer a Federico García Lorca, en los tiempos en que había sido censurado era una declaración de principios contra la dictadura de Francisco Franco. Marian Lutzky recuerda que su mamá Teresa Ribas le recitaba en voz alta los versos de Lorca. Ella y sus abuelos habían escapado del régimen, encontrando en Argentina la opción de recomenzar sus vidas.
A los recuerdos de aquellos años se suma una anécdota escolar: alguna vez a Marian le pidieron en el colegio hacer una tarea y escogió declamar a Lorca. Sin entender mucho del contenido, se hizo cargo de "Verde que te quiero verde" y así comenzó una delinear su propia existencia junto a las letras.
Marian Lutzky nació en Buenos Aires. Es educadora diferencial y Magíster en Promoción de la Lectura y Literatura Infantil por la Universidad Castilla - La Mancha (España). Tras su infancia y adolescencia al otro lado de la cordillera, se vino a Chile por razones familiares.
Primero estuvo en Valparaíso donde hizo un voluntariado en la ONG Centro Chileno Nórdico de Literatura Infantil y sus bibliotecas "Libro Alegre". Actualmente vive en Valdivia, donde realiza jornadas de cuenta cuentos, integra el equipo detrás del Encuentro de Mediadores de Lectura y el de IBBY Chile Sur. También, es la principal responsable del proyecto "Qué Lindo Leer" de fomento de lectura y escritura creativa que en sus versiones de 2018 y 2019 ha beneficiado a aproximadamente 500 niños y jóvenes de Los Ríos.
La iniciativa consiste en hacer talleres orientados a temas como por ejemplo mitos y leyendas de sur; el descubrir los alimentos de América y sus sabores; o las experiencias de viajes, para guiar la creación de cuentos, poesías y canciones.
Leer es lindo
En la propuesta, que coordina con María Laura Lattanzi (socióloga y doctora en filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte), trabaja junto a las profesoras Karen Coronado y Mónica Munizaga, también referentes del fomento lector en el sur.
Asimismo y junto a Lattanzi, en sus años en Argentina, creó la revista "La Quetrófila", que sirvió de primer antecedente para proyectos similares que vendrían después en territorio nacional.
A la fecha "Qué Lindo Leer" se ha vuelto uno de los sellos de Lutzky en Valdivia, logrando integrar a colegios de la capital regional, a escolares de Paillaco y Los Lagos y a niños de la ONG Migrantes de Los Ríos. La también profesora del Colegio Aliwen y académica del Instituto de Ciencias de la Educación de la Uach (en un módulo de literatura juvenil y didáctica para la carrera de Pedagogía en Lenguaje y Comunicación) había probado con éxito esta la metodología de trabajo en 2017 en Valparaíso. En la ciudad puerto se publicó la primera edición de "Qué Lindo Leer", que es una revista digital de literatura infantil y juvenil; para posteriormente repetir desde Valdivia con respaldo del Fondo del Libro.
Gracias al padre
Marian también es escritora. Y en gran medida gracias a su padre Leonardo Lutzky, quien tenía cuadernos donde alojaba sus creaciones de ficción y otras tantas basadas en la realidad. "Entonces yo terminé imitando ese gesto y en mi propio diario comencé a escribir poemas, cuentos y cartas a la gente que odiaba. Toda mi vida he tenido una relación muy cercana con la lectura y con el ejercicio de escribir. La revista 'La Quetrófila' nació como un proyecto de amistad, de compartir los mismos gustos, pasiones y curiosidades, con la idea de conocer gente gracias a la literatura. A nosotras, los libros nos han abierto muchos mundos y siempre hemos querido compartir eso con los jóvenes".
Ha ganado dos veces la Beca de Creación del Fondo del Libro, sin embargo sus obras siguen inéditas. ¿Por qué?
-Soy muy autocrítica y no creo estar preparada para el escrutinio público. Además soy muy insegura y me cuesta soltar los textos al pensar que nunca están listos para ser publicados y que siempre pueden seguir siendo mejorados.
¿Valdivia ha sido un buen escenario para sus actividades de fomento lector?
-En esta ciudad hay muy buenas energías. Siento que nada de lo que hemos hecho ha sido producto de la casualidad, sino que más bien de ciertas pasiones que nos mueven. Todas estamos recorriendo un mismo camino de descubrimiento de lo que nos apasiona y nos hemos ido encontrando a medida que avanzamos para ayudarnos y para fortalecer lo que hacemos en beneficio de otras personas.
¿Es más difícil escribir para niños, que hacer que los niños sean mejores lectores?
-Cuando la lectura es por obligación, entonces deja de ser significativa. Lo complicado no es hacer que lean, es contagiarlos con la lectura, tiene que ser algo que les apasione. El desafío permanente que tenemos los mediadores es volvernos como el flautista de Hamelin, pero que nos sigan al ritmo de las lecturas y de todo lo que comunican. Escribir para niños también es complejo, porque cada uno lo hace desde su respectiva vereda y porque hay que conectarse con una parte que tal vez está lejana.
A usted la encantaron con Lorca. ¿En los tiempos que corren, con qué hay que encantar a los niños y jóvenes?
-Indistinto de los contextos y los tiempos que a cada cual le ha tocado vivir, siento que lo fundamental es conocer los tipos de literatura disponibles. En poco tiempo nos hemos enfrentado a cambios tecnológicos muy grandes, que no necesariamente son amenazas. Los niños y jóvenes de hoy están mucho más habituados a las imágenes y por ejemplo ahí, encuentran otras lecturas y formas de transportarse a otros mundos. Hay que aprender un poco de eso para estar al día como mediador.
¿Cuáles son las principales satisfacciones que le ha dado "Qué Lindo Leer" y en general su labor de promoción de la literatura?
-Conocer a distintas personas y junto a ellas iniciar nuevos caminos. Las amistades entorno a las pasiones son muy transformadoras. Con la revista hemos transformado algunas vidas. La escritura en la adolescencia te permite ponerle palabras a todo aquello que parece innombrable, que viene de las sensaciones que muchas veces es necesario de ser transmitido.
¿Qué hace a una persona ser mediadora de lectura?
-Lo más esencial es tener la capacidad de compartir y de ser un apasionado por los libros. A todos en algún momento se nos activa aquella fijación por la literatura. Ser un 'buen mediador' tiene que ver con la vocación, casi como todo en la vida, porque se trata de crear puentes y no pueden quedar a medias o mal hechos.
¿Hay factores de riesgo para los lectores en formación?
-Los libros son muy caros y en muchos lugares no hay librerías. Esos son elementos que dificultan el acceso a la cultura, como también el funcionamiento de bibliotecas no tan bien equipadas y donde solo hay aquellas lecturas que se sugieren desde algún ministerio y donde muchas veces no hay cabida para las editoriales especializadas. Esas cosas son complejas de resolver porque dependen de muchos factores, sin embargo lo importante es que los libros debemos aprovecharlos y que siempre hay que acompañar al lector en sus propias búsquedas.