La huella de carbono "representa la cantidad de gases efecto invernadero (GEI) emitidos a la atmósfera derivados de las actividades de producción o consumo de bienes y servicios" (Wiedmann, 2009), por lo cual la Organización Mundial de la Salud (OMS) y expertos plantean un límite de cerca de 2 toneladas per cápita anual, siendo el promedio mundial de 4 toneladas por persona, con fluctuaciones según el país. Sin embargo, en un estudio para Chile de "The Global Carbon Project", se registró un aumento de la emisión de dióxido de Carbono (CO2) para 2018, de 2,7% respecto a 2017, con un total de 2,339 toneladas.
De acuerdo a la Comisión Europea, las actividades individuales suponen cerca del 45% de la huella de cada uno, y que lo restante se emiten por servicios que nos favorecen. Además, existen acciones que reducen las emisiones de carbono que son beneficiosas para la salud y el medioambiente.
Es importante recalcar que uno de los grandes factores de emisión de CO2 es la producción de alimentos. Sin embargo, se pueden generar pequeños cambios que permitan disminuir la emisión de gases, por ejemplo, reducir el consumo de carnes y lácteos, lo que baja considerablemente las emisiones de CO2 y metano, generadas por los animales. A su vez, se invita a incrementar el consumo de alimentos según temporada, y producción local, de esta forma se acortan las distancias "recorridas" por los alimentos y que, por consecuencia, disminuye el uso de los combustibles necesarios para su transporte.
En este contexto, dentro del proyecto de Vinculación con el Medio (VcM) de la USS, denominado: "Nutrición en tu comuna", se establecieron compromisos en post de la reducción de la huella de carbono, el fomento de una economía circular, y la alimentación sostenible, de forma de propender a un ambiente más amigable. Así, cada adulto mayor que participó en la comuna de Valdivia se comprometió con uno de los tres colores distintivos; Amarillo, que hace alusión al reciclaje y reutilización tanto de vidrio, cartón y/o aceite. Rojo, que hace énfasis en disminuir la huella de carbono y porciones de carne que se consumen semanalmente, ya que son las que generan más CO2, dado que se requieren 15 mil litros de agua para producir 1 kilógramo de carne, según la FAO.
Finalmente, el color verde enfatiza la alimentación sostenible, lo que ayuda a evitar desperdicios alimentarios, y también contribuye al compostaje y huertos sustentables.
Ignacia Hidalgo González Docente de Nutrición y Dietética de la U. San Sebastián Valdivia.