Dios
escucha
Los tiempos que corren son agitados: covid 19, incertidumbre laboral, problemas económicos, etc. y el deseo más profundo de cada uno de nosotros es liberarnos de aquello que nos abruma y nos hace el caminar con angustias y sinsabores.
El evangelio de este domingo (Mt 15, 21-28) nos narra el encuentro de Jesús y sus discípulos con una mujer de origen pagano (cananea), que se acerca a ellos para pedir la sanación de su hija.
Los constantes gritos de la mujer molestan a los discípulos, quienes piden a Jesús que la atienda para que no los siga molestando con sus gritos. El Señor examina la fe de la mujer, hasta darse cuenta de lo grande y fuerte que es la fe de la mujer cananea.
La oración de la mujer: "Señor, Hijo de David, ten piedad de mí" es un reconocimiento de la divinidad de Jesús. Él es el Señor. Por otra parte, de que Jesús tiene el poder para sanar y liberar a su hija, ya que es el descendiente del rey David.
La mujer pide que tenga piedad, no lástima de su hija, sino que la salve como lo ha prometido el profeta Isaías (primera lectura), quien exige que se observe el derecho y que se practique la justicia, también para los extranjeros.
Jesús atiende y sana a la hija de la cananea y de paso enseña a sus discípulos sobre la importancia de la misericordia.
También hoy, no debemos perder la fe de que nuestros gritos ante la desesperanza que se vive, llegan al cielo y son escuchados por el Dios de la Vida y de la Paz.
San Pablo a los Romanos ratifica que todas las personas y todos los pueblos gozan de la Misericordia de Dios (Rom 11, 13-15.29-32).
Buen domingo.