Polémica y Centro Cívico Regional
Como suele -lamentablemente- pasar con muchas obras en Los Ríos, la construcción de una sede gubernamental no avanza. La pregunta es si la región, en las actuales condiciones económicas, puede permitirse tener empantanada por más tiempo una obra de esta envergadura.
Construir el Centro Cívico Regional ha sido una idea largamente esperada y discutida. La propuesta de crearlo es de larga data, pero en la última década se han cumplido las etapas formales: presentación oficial de proyecto y aprobación de un diseño con seis pisos; acuerdo de financiamiento a través del sistema nacional de concesiones para un convenio a 30 años; ubicación en la Costanera y definición de espacio cercano para otras reparticiones; además del anuncio de concentrar dependencias de 24 servicios públicos, entre otros pasos.
También en este período ha habido polémicas sobre él, como sucede a menudo con muchas obras en Los Ríos. En este caso, su emplazamiento en el sector Estación era visto por algunos como una forma de revitalizar un barrio antiguo y alicaído; mientras que para otros, era crear un "segundo polo céntrico" que afectaría -aseguraban- al comercio ubicado cerca de la Plaza de la República y al tránsito hacia la salida sur. También fue compleja la asignación de espacios en la misma área para la futura sede de la Fiscalía Regional y hay todavía demoras injustificadas para la construcción de la Biblioteca y el Archivo Regional.
Pocos o nulos han sido los avances en todos esos puntos. Solamente se ha materializado en espacios cercanos el edificio Cecrea (del ministerio de las Culturas) y el moderno jardín infantil abierto por Fundación Integra. Pero la licitación del Centro, programada para 2019, jamás se hizo. Ahora, aparentemente, tampoco tiene oportunidad futura.
En su reemplazo, desde el gobierno fue presentada hace algunas semanas una idea alternativa ante el Consejo Regional. Pero esa nueva opción inquieta. Según lo explicado por parlamentarios, dista mucho de la propuesta de 2010 y no permitiría facilitar trámites, ni reducir los gastos en arriendos de casas para funcionamiento de oficinas públicas. Además no ha sido comunicada adecuadamente a la ciudadanía.
Pese a todo lo anterior, la pregunta es hoy si la región, en las condiciones económicas que reinan, puede permitirse mantener empantanada por más tiempo una obra de esta envergadura. Y, seguramente, la respuesta es no; asumiendo que eso implica olvidar los sueños que había para ella hace 10 años.