El año 2021 será, seguramente, un año recordado y estudiado. Probablemente en el futuro los historiadores analicen esta época con especial interés, ya que además de los efectos y cambios económicos, sociales y culturales que se han producido en la sociedad producto de la pandemia del Covid 19, este es un año de gran relevancia política. Las elecciones presidenciales y de constituyentes, el trabajo de redacción de la nueva Carta Fundamental y la instalación de los gobernadores regionales irán definiendo la nueva orgánica estatal y los pilares políticos e institucionales sobre los cuales se edificará el nuevo Chile.
Justamente hoy sabremos los resultados de la segunda vuelta de gobernadores. Con esta elección se pone punto final a la figura de los intendentes. Sus prerrogativas serán derivadas a dos nuevos cargos; uno de elección popular y el otro designado por el Presidente. El proceso descentralizador, iniciado en el segundo gobierno de Bachelet hoy se verá consagrado, lo cual abre una serie de nuevas oportunidades para la autonomía de las regiones. No es trivial que, por primera vez en la historia, será la ciudadanía quien definirá a las autoridades regionales. Su importancia no es retórica dado que generará importantes impactos en la cotidianeidad de los ciudadanos que habitan en las diferentes regiones de Chile. Además del Comité Regional de Cambio Climático, los nuevos gobernadores presidirán el Consejo Regional, instancia en la que podrán proponer la distribución de los recursos de los programas de inversión del gobierno regional, como el FNDR. De esta manera, tendrá la posibilidad de administrar cerca del 30% de la inversión pública territorial. Esta autonomía presupuestaria tendrá un importante impacto en la definición de las inversiones en materia de caminos rurales, APRs, centros deportivos o culturales, protección de humedales, entre una larga lista de iniciativas locales que busquen enriquecer la calidad de vida de quienes construimos país desde las regiones.
El camino hacia la regionalización ya no es solo un anhelo. La elección popular de una autoridad regional implica reconocer que cada territorio tiene una realidad particular y que las necesidades son mejor entendidas y, por lo tanto, mayormente resueltas por quienes realmente habitan y experimentan en primera persona dichas realidades. El irreversible horadamiento al régimen centralista continuará creciendo y expandiéndose con las discusiones y definiciones de la nueva constitución; instancia que nos seguirá brindando oportunidades para avanzar en regiones fuertes y autónomas.
"El camino hacia la regionalización ya no es solo un anhelo. La elección popular de una autoridad regional implica reconocer que cada territorio tiene una realidad particular...".