Falacia en las encuestas
Seria la encuesta Criteria recientemente entregada al público. Por cierto preocupante, para mí por lo menos. Revisando algunos estudios publicados en EE.UU. es casi imposible separar resultados y falacias estadísticas. Cabe notar que en las elecciones presidenciales: Clinton versus Trump, las compañías encuestadoras más importantes daban hasta el final ganadora a Hillary Clinton. Ni el mismo Donald Trump creyó que ganaría. ¿Y por qué ganó entonces? Quizá la más poderosa arma utilizada, que escapara a una validación estadística, fue: "yo no soy un político" en un país donde existía insatisfacción con estos personajes, abusadores de la fe del ciudadano de a pie. Se me viene a la memoria la célebre frase del poeta escocés Andrew Lang : "él usa las estadísticas como un borracho los faroles del alumbrado; para el apoyo en lugar de para la iluminación".
Gustavo M. Astorquiza, P. Eng. normaandgus@eastlink.ca
Salario y trabajo digno
Luego que el reciente premio Nobel de Economía haya despertado el interés por la discusión del salario mínimo, es necesario poner énfasis en la importancia de tener uno digno y justo. Si bien universalmente no existe una suma aceptada que defina este tipo de sueldo, su monto debe permitir a las personas tener una vida decente, que satisfaga sus necesidades, tanto a nivel profesional como personal.
La misma Declaración Universal de los Derechos Humanos afirma en su artículo 23 que toda persona tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana (...). A su vez, la remuneración también se puede ver reflejada en beneficios otorgados por las empresas como servicio de alimentación, bonos, aguinaldos y otras prestaciones para los colaboradores y sus familias.
Sin embargo, es necesario empezar a mirar a los trabajos que fueron esenciales durante la pandemia, (cadena de suministro, servicio de transporte, despachos a domicilio, auxiliares médicos) aquellos que por mucho tiempo no fueron tomados en cuenta o no han sido valorados de la forma correcta. Sin esta gran cantidad de colaboradores que dieron su compromiso absoluto, ni las empresas ni la sociedad habrían podido salir adelante, por lo que la valorización hacia su personal debería darse a través de un salario justo y un espacio adecuado de trabajo.
Recordemos que la dignidad de un trabajador no solo se sustenta en una remuneración económica, sino también en la relevancia que tiene dentro de su organización.
María Jesús García-Huidobro Laborum.com
Excelencia y saturación
A 18 meses desde la irrupción del COVID-19 en nuestras vidas, ¿qué entendemos por éxito? Hemos aprendido a revalorar el descanso, el tiempo offline, los momentos con familia y amigos. Pero actualmente vivimos en un estado de permanente de "saturación cognitiva", donde nuestros sentidos están alerta consumiendo y produciendo datos desde y hacia todos los frentes, haciendo honor a la definición más pura del multitasking. Esta saturación cognitiva es peligrosa. No desperdiciemos nuestra preciada energía persiguiendo el fantasma de la excelencia, errado sinónimo de éxito. Nuestro sistema cerebral tiene solo una capacidad finita de procesamiento neuronal. Una vez alcanzado su límite, comienza a apagarse y requiere de tiempo para volver a poder incrementar su potencia. Si no le damos ese espacio para desconectar, nuestro cerebro nos llevará a transitar nuestro día en un estado de urgencia constante.
Entendamos el éxito como la capacidad de identificar el límite de nuestras capacidades desde lo sano.
Paula de Caro Esp. Cultura Organizacional
María Herminia Velásquez
Hay una mujer que tiene algo de Dios..." Así comienza el conmovedor poema a la mujer, escrito por el obispo chileno Ramón Angel Jara. Por esos misterios inexplicables de la vida, conocí a una mujer con ese temple, coraje y semejante alma, arrancada del corazón del poema. Nació un día 3 de noviembre de 1906, en Rilan (Castro, Chiloé).Su nombre era María Herminia Velásquez Velásquez (QEPD). Desde muy joven, se estableció en Valdivia, realizando distintos y sacrificados trabajos. Conoció a Alejandro Méndez Mayorga, quien sería su esposo, por más de medio siglo. Como madre, dueña de casa y consejera, trabajó con denuedo, criando y educando a sus ocho hijas e hijos. En los años que vivió en la población Inés de Suárez, fue una destacada y conocida vecina, siempre dispuesta hacer el bien y socorrer a residentes, cuando fue necesario, con ayuda sanitaria, material y espiritual. Eran tiempos, económicamente difíciles y críticos, de muchas necesidades, sin embargo, ella y su esposo, empleado de la empresa fluvial Haverbeck y voluntario de la Cruz Roja, tuvieron la misericordia y caridad, de acoger, amparar y educar a dos niños, al borde del abandono, hijos de las calles. Uno de esos infantes, acogidos por una desinteresada y generosa mujer, soy yo.
Luis Omar Sepúlveda Navarro doncoyosepúlveda@gmail.com