"Nos identificamos con los valores de la amistad y la buena convivencia..."
FUNDADORAS. Profesoras normalistas destacan los 50 años de existencia de la Villa Magisterio de Valdivia.
El 22 de marzo de 1968, un grupo de 22 profesores dio vida a la Cooperativa de Vivienda y Servicios Habitacionales del Magisterio de Valdivia (Coovimaval Ltda.). El 23 de abril del mismo año, la constitución de la cooperativa fue reducida a escritura pública, con la rúbrica del notario y conservador de Bienes Raíces, Roberto Goldenberg. El 18 de octubre de 1968 se produjo la publicación en el Diario Oficial.
Tres años más tarde, entre agosto y octubre de 1971 comenzó la historia del sector habitacional conocido coloquialmente como Villa Magisterio.
Medio siglo
Al cumplirse 50 años de existencia de la villa y medio siglo viviendo en el conjunto habitacional, las vecinas y profesoras básicas jubiladas María Cristina Saralegui y Ema del Carmen Stuardo hacen un sentido y agradecido recuerdo del sector en el cual consolidaron sus familias y vieron crecer a hijos y nietos. Los esposos de ambas fueron fundadores de la cooperativa y ambas familias viven en el Pasaje 1. Incluso, Ema Stuardo es la actual secretaria de la vigente cooperativa, grupo que preside Boris Barría.
Ema Stuardo también recuerda que el gestor de la idea y primer presidente de la cooperativa fue Benigno Saralegui Alvar: "Con aportes de los socios, entre octubre y noviembre de 1968 se hizo la compra del terreno y cada sitio costó 80 mil escudos de la época. Después buscamos constructores civiles y arquitectos, que fueron de Osorno. La construcción se financió con préstamos gestionados ante la Asociación de Ahorro y Préstamo Vicente Pérez Rosales".
La familia de Ema Stuardo llegó a vivir a la villa el 16 de septiembre de 1971 y la de María Cristina Saralegui el 12 de octubre del mismo año. La inauguración de la villa se realizó en la calle, alrededor de un mesón que reunió los nacientes sueños de las 22 familias.
¿Qué recuerdos atesoran de medio siglo de vida en la Villa Magisterio? María Cristina Saralegui señala que se trata de "un lugar tranquilo y bonito, ideal para todos, en especial para nuestros hijos. Son tantos los recuerdos... La calle era el patio de nuestros hijos y sus juegos como la chola, el luche, las naciones. Cuando recién llegamos, ellos eran muy pequeños y otros nacieron acá. Se disfrazaban, hacían concursos con jurados, nos invitaban a mirar, hacían montones de cosas. Había un pino que era el lugar de reunión. En Navidad cantábamos villancicos enseñados por Ernesto Guarda y nos juntábamos alrededor del pino. Nuestros hijos jugaban en árboles que había atrás, por Krammer, no había rejas, jugaban en libertad. Compartíamos todo, hacíamos convivencias. Son cosas que no se puede olvidar".
Actualmente, 16 familias fundadoras continúan viviendo en la villa, otras han partido hacia distintos lugares y 12 socios iniciales de la cooperativa "han fallecido y nos ha tocado despedirlos, pero siguen en nuestros recuerdos y conversaciones. Es imposible olvidarlos. Sentimos mucho la pérdida de nuestros socios fallecidos Benigno Saralegui, Raúl Saravia, Hernán Soto, Juan Vergara, Francisco Valencia, Orlando Henríquez, Héctor Ruiz, Ernesto Guarda, Silvia Arancibia, Jorge Muñoz, Félix Sanhueza y Lautaro Hodges", señala Ema Stuardo.
Unión y amistad
La secretaria de la cooperativa destaca que después de 50 años de existencia, "entre los habitantes de la villa se mantiene la amistad y el interés por saber cómo se encuentran los vecinos. Este es nuestro lugar. En este barrio nos identificamos con los valores de la amistad y la buena convivencia. Eso nos une y fortalece".
Aunque han tenido algunas dificultades, como por ejemplo la rotura de calles y pasajes por el paso de maquinaria pesada para construir villas aledañas ("ni en la municipalidad ni en el Serviu acogieron nuestros reclamos"), María Cristina Saralegui y Ema del Carmen Stuardo prefieren quedarse con lo positivo. "La villa está limpia y ordenada. Los cortes de pasto y extracciones de basura son periódicos. Estamos bien y nos sentimos bien en el barrio, porque tenemos todo cerca: colegios, hospital, supermercados, parques, consultorio. Este es un lugar a escala humana, con casas y patios espaciosos", agregan.
Finalmente y a la hora de los balances, relevan "la importancia de la convivencia entre las familias y la vida que tuvieron nuestros hijos, la unión que hemos tenido siempre. También, la preocupación de nuestros hijos por estar siempre pendientes de sus padres y de los vecinos, es algo que se ve en toda la villa. En tiempos en los cuales escuchamos hablar tanto de los hijos que se alejan de sus padres, que no se preocupan y dejan solos a padres y madres, acá es totalmente diferente. Aquí existe un amor filial muy acendrado".
"Enviamos un abrazo cariñoso a todos los vecinos y amigos, porque hemos compartido 50 años, siempre conversando y preocupados los unos por los otros".
Vecinas Villa Magisterio
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