Amado
de Dios
Los primeros versículos del evangelio de Lucas nos muestran la intención del autor de trasmitir el mensaje en forma tal, que quien lee y escucha pueda ir también optando cada vez más por Jesús, a partir de la fe que ya ha recibido. Pensemos que Lucas escribe dos libros en el nuevo Testamento: su evangelio y los Hechos de los Apóstoles, ambos dirigidos a un tal Teófilo (el amado de Dios), que pudo haber sido una persona real, o que bien nos puede representar a todos quienes leemos y escuchamos el evangelio de Lucas. De alguna manera, todos somos "Teófilo", amados de Dios a quien Lucas quiere trasmitir el mensaje de Jesús y la vida de sus primeros discípulos.
La liturgia de hoy nos presenta luego a Jesús, que vuelve a su tierra, guiado por el Espíritu. No es Jesús uno que va sin sentido o sin un "norte" en su vida. Él va guiado por el Espíritu de Dios. Y ya cuando llega a Nazaret, el pueblo donde se había criado, llega con fama, es decir, con una gran expectación en torno a su persona, con lo que iba a hacer o decir. Es así como se presenta a la sinagoga (lugar de oración del pueblo), como era su costumbre el día sábado.
Notemos la solemnidad del relato de Lucas. Jesús entra en la Sinagoga, se levanta a leer y le entregan el libro del profeta Isaías. Estamos en el corazón de la narración: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción...". Tras la lectura, Jesús hace el camino a la inversa, entrega el libro y se sienta. La posición del que enseña, del maestro es precisamente esta, el estar sentado. Y Jesús enseña, con una frase categórica: "Hoy se ha cumplido esta palabra que acaban de oír".
Este es un gran anuncio para todos los cristianos y para toda la humanidad. Ha comenzando el reinado de Dios. Es en el pasaje del libro del profeta Isaías, donde se resume la acción salvadora de Jesucristo: la buena noticia (el Evangelio) se anuncia a los pobres, a los cautivos su remisión, a los ciegos que recobrarán la vista y la liberación a los oprimidos. Un año de Gracia del Señor.
Que también nosotros sepamos descubrir este Reino de Dios, anunciado por Jesús en nuestra vida, y nos unamos a su misión de evangelización y misericordia.