Marzo lleva solamente 13 días y ya ha cobrado 87 vidas por covid-19, de acuerdo al informe de ayer. Demasiadas, si se considera que una cifra equivalente solamente se marcó sumando a todas las víctimas registradas entre abril y diciembre de 2020 (ver página 4).

También impresiona, porque en febrero recién pasado fueron 73 las personas fallecidas y en todo enero, treinta. Así este verano de 2022 ya totaliza 190 decesos; mientras que en la misma fecha de 2021 el registro de la pandemia completa (11 meses) era 257, de acuerdo a datos del Ministerio de Ciencia.

Los números evidencian con extrema claridad que la situación de emergencia por el covid-19 no ha pasado y que el brote más reciente de la variante ómicron es altamente peligroso, tanto por la cantidad de contagios que genera, como por su letalidad, especialmente entre las personas mayores. En el gran grupo de decesos que acumula Chile, que ya se eleva a 43.785; 22 mil 875 son pacientes entre 70 y 89 años de edad; pero aparentemente no se dimensiona la magnitud de esa situación. Se puede graficar indicando que las pérdidas equivalen a la desaparición de la población completa de Corral y Lanco juntas. Mucho.

Pese a la crudeza de los índices, parece que las noticias no impactaran y que no ayudaran a que la comunidad se cuide más. Las postales que dejó la temporada estival con aglomeraciones, bajo respeto a la distancia social, uso de mascarilla más que deficiente (sin tapar la nariz, colgada en el cuello) y pocas opciones de lavado de manos frecuente en los espacios públicos, dan cuenta de ello, lamentablemente.

Quizás esa aparente indiferencia se deba a la saturación informativa, que impide asimilar antecedentes; o a la pérdida de temor al contagio gracias a las vacunaciones exitosas. Tal vez, también, pueda influir en lo errático de las indicaciones estatales. Sin ir más lejos, ayer se desató una polémica porque los cambios en el plan Paso a Paso anunciados el jueves habrían hecho variar la condición del retorno a clases presenciales. El ex ministro Enrique Paris debió salir a dar explicaciones y asegurar que el regreso es obligatorio, en todos los niveles de enseñanza y todas las fases. Por lo mismo hay que insistir: la pandemia sigue.

Hace algunas semanas atrás veíamos con optimismo como algunos mercados críticos en la estructura de costos de la agricultura comenzaban una tendencia a la baja.

El precio de la urea granulada, por ejemplo, comenzó a caer más de 200 dólares la tonelada durante enero en las bolsas internacionales (Fuente: Bolsa Chicago).Sin embargo, el día 24 de febrero los mercados reaccionan a la invasión de Rusia a Ucrania, y cualquier tendencia o proyección que había hasta ese día respecto a los precios de los comodities pierde todo sentido.

Para seguir con el ejemplo de la Urea granulada, su precio en las bolsas recuperó todo lo perdido estas primeras semanas del año.

Según datos de la FAO, Rusia y Ucrania juntos proporcionan el 19% del suministro mundial de cebada y un 14% del suministro mundial de trigo. También tienen alrededor de la mitad del mercado mundial de aceite de girasol.

Estas son algunas cifras que nos demuestran la importancia de ese sector del planeta en la agricultura mundial. Por otro lado no es discutible la importancia de Rusia en otros mercados críticos para la agricultura, como el petróleo, el gas natural y los fertilizantes.

Chile, en gran medida es un tomador de precios internacionales, por ende el conflicto actual tendrá repercusiones internas que hoy no podemos determinar, ni en dimensión, ni en plazos.

Si bien un término de la guerra podría calmar las aguas, probablemente las sanciones ejemplificadoras a Rusia serán a mayor plazo y se tornará complejo volver a un nivel de normalidad al corto plazo. Además, no podemos dejar de lado que los stocks mundiales y la logística portuaria venían recién mostrando indicios de mejora después de dos años de una gran pandemia mundial, y con este nuevo golpe probablemente se debiliten nuevamente.

Al parecer una vez más tendremos que lidiar con una temporada con niveles de incertidumbre gigantescos y habrá que abocarse a lo que mejor sabe hacer el agricultor: producir. Y que el clima no nos declare la guerra, por cierto.

Sebastián Hoffmann Pellerano Director Saval FC