Apoyo a fuerza laboral femenina
La pandemia hizo retroceder una década al trabajo remunerado fuera del hogar. Hay brechas de género que ahondan problema. Ejemplo de la dispar atención de cuidado de la familia es el bajo número de postnatal parental. Entre 2011 y 2021 sólo fueron 2.165 hombres y casi 951 mil mujeres...
Una de las mayores inquietudes de la reactivación económica es el regreso de las mujeres a la fuerza de trabajo. Antes de la crisis, en 2019, a nivel nacional se había alcanzado un 53% de participación laboral femenina; pero en 2022 llegó a 46%. El retroceso equivale a casi una década. En Los Ríos siempre los promedios fueron inferiores a los del país; pero la baja también es significativa: hace dos años alcanzaba a 50,5% y ahora, 42,1% actual. Este último número es más preocupante aún, pues evidencia el casi nulo avance desde 2010, cuando marcaba 41,3% (Observatorio Laboral).
La pandemia influyó gravemente en estas situaciones. Pérdida del empleo en sectores tradicionalmente feminizados, regreso al hogar al cuidado de la familia, reforzando -lamentablemente- roles de género, que impiden conciliar el hogar con el trabajo remunerado fuera de él. De hecho, más de un tercio de las mujeres "desocupadas" o "inactivas" laboralmente declaran no buscar empleo, por que deben cuidar a otros.
En ese contexto es que se busca generar conciencia entre los hombres sobre la urgencia de que se involucren en la atención del hogar, los hijos e hijas. No que "ayuden" en la casa, sino que asuman responsabilidad en partes iguales, algo que hasta ahora no sucede con la frecuencia necesaria. Una muestra es el bajísimo índice de uso de permiso postnatal masculino, que llega al 0,2% del total de nacimientos. Este año, las isapres de todo Chile sólo han tramitado 15 de ellos y, revisando un comparativo nacional, se aprecia que desde 2011 a 2021 solamente 2.165 padres lo solicitaron; mientras que madres fueron 950.987.
Es cierto que el trámite no es sencillo de hacer; pero también hay que reconocer la persistencia de prejuicios, tanto entre las personas como en las empresas al respecto. Hay excepciones que promueven prácticas con mirada de género, pero muy pocas todavía.
A nivel regional corresponde tanto al sector público como privado abordar estas temáticas, reconociendo especialmente que la salida del medio laboral tradicional vulnera el escenario económico no sólo de las mujeres, sino de las familias. Además potencia la informalidad precariza sus realidades en lo económico y potencia la informalidad, que aquí llega al 35%, mientras que la nacional es de 28%.