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1984

Adelanto de "Diarios" de Julia Toro
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Hoy me quedé sin pan para el desayuno. Tengo un poco de harina y preparo unas churrascas en el tostador. El sol brilla, brilla, brilla. Mateo lee La Odisea. Yo escribo para no morirme por dentro. El día a día me pesa por todos lados.

*

Ya perdí la paciencia para la pobreza. No puedo sentarme a esperar la mano del milagro. ¿Cuáles son mis aspiraciones? Tal vez aspiro para el guerrero. Anoche me hice un corte en un dedo. No quiero más sangre doméstica. ¿Qué tengo que aprender de aquí? La austeridad y la belleza. Las dos impuestas.

*

Es increíble que puedas llegar a tener una relación afectiva con unas matas. Anoche, manos desconocidas las arrancaron de mi jardín y me pasó lo mismo que cuando se murió la China. La precipitación de todas tus carencias, la rabia e impotencia. Me robaron una de mis fuentes de afectividad, de placer estético. Todos los días las había mirado, saludado, cuidado. Eran admiradas por los amigos, ni se notaban, eran enanitas y pronto empezarían a dar frutos. Me deprimí y miré mi vida a través de ese sesgo. Todo me pareció absurdo. ¿Qué hago aquí en este lugar tan alejado de mi mundo? El Valle del Elqui ya perdió el brillo del verano.

*

Ficha situación actual:

Salud: En general buena salud con tendencia a la somatización. La carencia afectiva me produce trastornos digestivos. Jaquecas premenstruales.

Sexo: Insatisfactorio, mecánico, sin cariños.

Hogar: En statu quo. Desmantelado, no en lo material.

Actividades: Floja esperando responder al llamado interno.

Dinero: En vacaciones, sin preocupación.

Aspecto: Variable, desde sentirme hermosa a fea y envejecida.

Actividad: Con ganas de taller.

Síntesis: Afecto no comprendido en lo personal y el problema atribuido a la relación de pareja.

2008

Primer día on my own. Reviso negativos y se vuelven despojos de lo que quedó, pues todo lo más valioso está perdido y es como un sino lo de perder dibujos, negativos. Siempre queda lo que no sirve. Cómo contar la historia de lo inútil, difícil editar al revés, ¿cuál sería el resultado? Algo así, pero hecho con la mejor técnica y los más bellos negros. No sé mucho qué hacer. Espero encontrarlos mañana revisando lo que hay en la cómoda.

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«Rescate» se debería llamar mi próxima exposición, antes de que termine de morir lo poco que queda. Al día siguiente: hemorragia de lágrimas.

*

Tenía diecisiete años, la casa donde había vivido desde los tres años se había rematado y vendido. Los que vivían en la casa se dispersaron, nunca supe dónde paró mi hermana, mi abuela; el tata ya había muerto.

Caí en la casa de una amiga cuya madre estaba hospitalizada. No lo pensé dos veces, fui al hospital, extendí mi brazo heroico, después me vino una crisis de llanto, nunca supe qué la gatilló; se abrió una compuerta interna que debía venir de los tiempos del destete. Lloré hasta mojar el uniforme del liceo, pedí que me dieran una cachetada por si fuera un ataque histérico, pensaba yo. De ahí en adelante no fui más al colegio.

Años antes, un domingo cuando tenía doce años, yendo a la iglesia, al cruzar la calle, me atropelló un ciclista que me insultó. Nunca más volví a misa. Es como la caída de San Paulo camino a Damasco, pero al revés.

*

¿Qué hace un fotógrafo de alma cuando se le desenfoca el ojo?

*

Lo más emocionante de este año: el abrazo de despedida de Gonzalo Rojas.

Lo más desagradable: la ruptura con la Bernarda.

Lo más inesperado: haber conocido a R. Gutiérrez.

Lo más desilusionante: el viaje al sur que no fue.

Lo más gratificante: los triunfos de la Juli.

El reconocimiento, ahora que lo tengo, me da lo mismo, pero lo cultivo porque me da de comer y no es malo.

Lo que no prosperó: el encuentro con J. Sharpe.

La historia que cerró: M.

Diarios

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Pese a que es un contundente volumen, que supera largamente las 300 páginas, estos "Diarios" son solamente una selección de sus anotaciones. Hoy, como un hábito, Julia Toro continúa anotando su vida, porque "todavía sigo escribiendo de noche, casi todas las noches. Pero no solamente en la noche, a veces en el día también".

Escribir y recordar

La vida de estos "Diarios" comenzó, cuenta Julia Toro, cuando la editora "Paz Balmaceda llegó un día a mi casa, a preguntarme si me interesaría escribir algo. Bueno: le dije que tenía un montón de cuadernos, y si le interesaría verlos. Se los llevó todos. Fue un largo proceso, porque son manuscritos. Primero fotocopiarlos, después intervenir en la fotocopia, no en el original, luego transcribirlos a máquina, hasta el resultado del libro. Sacando la cuenta, fueron más o menos dos años de trabajo de edición".

El corte de inicio del libro, en 1983, tiene un sentido profundo para la fotógrafa. "Es el año que me largué a escribir". Como señala la "Nota a la edición", esta escritura tomó otro cariz ya en 2010, "como forma de ejercitar su memoria". Toro comenta que escribir en estos cuadernos es "una práctica más que nada por el susto de ir perdiendo la memoria. Me dijeron que escribir es bueno, escribir a mano es una buena práctica para el cerebro".

Consultada si recomendaría llevar diarios a las personas, responde que "yo recomendaría llevar a las personas que escribieran con la mano, es una práctica que tiene muchos beneficios. Más allá, no. Si usted lee por ahí se va a encontrar siempre con que es una cosa que sirve para mantener la mente alerta y despejada, el ejercicio de la mano dicen que hace muy bien. Creo que yo soy un ejemplo. Me gusta mucho la letra manuscrita, la caligrafía y la grafología".

Respecto de su letra, dice "yo tenía muy linda letra, pero se me ha ido arrugando con el tiempo. Trato de dibujar cada palabra que se entienda y eso me produce satisfacción: dibujar letras". En muchas de las anotaciones de sus "Diarios" se hace referencia a la práctica del retrato. "Casi todos mis cuadernos son ilustrados, soy buena dibujante, siempre dibujo algo alusivo a lo que estoy escribiendo", apunta. En esta edición, si bien no se incluyen esos dibujos, se presentan aleatoriamente algunas de las fotografías más icónicas de la obra de Toro.

La fotógrafa tuvo que enfrentarse en esta edición a lo que escribió casi 40 años atrás. "De repente me gusta, de repente no tanto. Bueno, encuentro que a veces tengo más soltura literaria, me gusta más lo que escribo. Como son cuadernos que no tenían el proceso ulterior de ser revisados por nadie, hay cosas que me pueden dar un poco de pudor escribir".

"Ahora leo, por ejemplo, libros de otras personas, como los de la (poeta) Alejandra Pizarnik. Es maravilloso no conocer a la persona", remata.

Escritora y lectora

En 1984, Julia Toro anotó "Yo escribo para no morirme por dentro". Y, en los últimos años, "deseo acercarme al círculo sagrado de ser escritora". "Me siento muy honrada que crean que soy escritora", dice enfrentada al arco temporal de sus propias reflexiones. "Pero sé que escribo, es algo que me nace hace mucho tiempo, mucho".

Parte fundamental de la escritura es la lectura. Toro se revela en sus "Diarios" como una devoradora de obras literarias, que a veces continúa en los años como la de George Gurdjieff, la que considera "más especializada, y apunta a algo concreto" o la decepción que le provoca la relectura de "Muerte en Venecia", de Thomas Mann. Sobre el gusto, apunta "que va cambiando, porque vas ampliando tu conocimiento con los años. Tienes acceso a cosas más sutiles, más complejas".

"Si hay un escritor que te toca mucho, te va dejando influencias. Yo me dejo influenciar mucho cuando consumo literatura. Me abro, incluso espero que me dejen rastro, que me ayuden a escribir. Para mí los libros son otra forma de nutrición. Tengo mis escritores favoritos, y esos son los que recomendaría. Me gusta especialmente Roberto Bolaño, tengo un afecto, un cariño por ese escritor chileno", dice. Su favorita es la novela "Los detectives Salvajes".

Y ahí, desde la literatura, se devuelve al oficio que le ha dado prestigio. "Tengo una fotografía que se ha hecho bastante conocida. ¿Te acuerdas cuando el grupo arranca en el auto del señor Font, de un gigoló de la chica que raptan? Tengo una foto que va rápido, fuera de foco, y está lleno, con los personajes encima del auto. Esa foto me gusta mucho y me evoca mucho el final de 'Los Detectives Salvajes'", dice aún en el Zoom encendido. Hasta que llega el momento de desconectar.

Julia Toro

Lumen

336 páginas

$16 mil

Julia Toro tiene 88 años.

viene de la página anterior

"La felicidad no se mide en el país donde está, es una cosa interna, que tiene que ver con la paz interior".

Mateo Goycolea