El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) se encuentra realizando, tanto en Los Ríos como en todo el país, la IX Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF), estudio que permite conocer la evolución de las relaciones entre consumo e ingresos al interior de los hogares, datos a partir de los cuales se puede definir aspectos como la línea de la pobreza, visibilizar las brechas entre distintos grupos sociales y estructurar las canastas básicas para calcular el Índice de Precios al Consumidor, IPC.

Se trata de antecedentes de alta importancia para constatar la evolución económica chilena y tomar el pulso al cambio de costumbres. Por ejemplo, en los análisis recientes se ha debido incorporar mediciones sobre el uso de aparatos electrónicos y conectividad, algo que hace un par de décadas no evidenciaba la importancia que hoy tiene para las personas.

En esa misma línea se enmarca otra tarea que el INE también realiza en estos días: la enumeración de viviendas para la Encuesta de Caracterización Socioeconómica, Casen, con la cual se logra identificar y describir las situaciones de pobreza que enfrenta la población, tanto en la dimensión de generación de recursos propios, como la referida a factores multidimensionales con el entorno.

Todas estas gestiones de investigación son efectuadas en terreno y requieren de la colaboración de la comunidad y su disposición a entregar datos con apego a sus respectivas realidades.

Lamentablemente, este apoyo muchas veces se ve cruzado por temores. La percepción de inseguridad ciudadana ha crecido tanto a nivel nacional como regional y, en tal contexto, resulta lógico que las personas necesiten garantías antes de contestar consultas vinculadas a su vida personal y familiar. Al respecto es preciso recordar que las tablas no se personalizan, que los datos se encuentran protegidos legalmente, que los encuestadores están identificados y que el INE se encuentra obligado a la confidencialidad.

Así lo explicó hace pocos días la directora nacional de la entidad Sandra Quijada, en una entrevista con www.soyvaldivia.cl, oportunidad en la cual recordó la importancia de contar con parámetros que orienten, con instrumentos técnicos, la generación de políticas públicas. Es preciso que la ciudadanía tenga conciencia de ello y colabore, en consecuencia.

En su libro "En el nombre del pueblo, del Estado y de la Ciencia. Historia Social de la Salud Pública en Chile 1880/1973 (Hacia una historia social del Siglo XX)", la doctora María Angélica Illanes Oliva, candidata al Premio Nacional de Historia, desarrolla una extraordinaria investigación historiográfica en donde el Estado de Chile no es el principal promotor de la salud pública, es el pueblo.

El pueblo de los siglos XIX y XX que sufre la pobreza, injusticia y abandono. En donde las necesidades de salud no estaban exentas de importantes demandas en vivienda, trabajo, educación y alimentación. Las cuales fueron luchas que también la doctora Illanes analiza magistralmente en el contexto de la salud pública en Chile.

La obra de la doctora Illanes es un mensaje del Chile del pasado que hemos decidido ignorar. La pandemia por covid-19 en nuestro país, no solo ha sido una catástrofe sanitaria en pérdidas de vidas, sino también ha entregado una imagen que nuestra actual sociedad individualista quiere olvidar: la pobreza, injusticia e inequidad. Una vez más y en pleno siglo XXI, hemos sido testigos de cómo el pueblo organizado ha debido hacer frente a la alimentación a través de las ollas comunes -las cuales por cierto no aparecieron con la pandemia-, las malas condiciones de habitabilidad, el hacinamiento, la perdida de sus fuentes de empleo, el rezago de la educación de hijas e hijos y la necesidad de superar la brecha digital para acceder a las medidas de protección social.

Con todo esto, quiero relevar la obra de la doctora María Angélica Illanes, que seguirá contribuyendo en las nuevas generaciones de chilenas y chilenos, para entender la relevancia de los procesos sociales, la organización y la participación de diversos actores de la sociedad civil en los asuntos públicos y no solo la obra que atañe a la salud pública, sino también el resto de su trabajo historiográfico, que nos recuerda que no se puede avanzar en una mejor salud pública si no se consideran las condiciones de vida de las comunidades de forma integral.

Las luchas sociales para el acceso a la vivienda, trabajo digno, medio ambiente, educación y salud continúan. Y la mayoría de esas luchas son lideradas en gran parte por el pueblo organizado.

Claudio Méndez

Académico Inst. Salud Pública Universidad Austral