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Y agrega: "Tomar conciencia sobre la real importancia de reconocer y consumir lo que se genera en el propio territorio, por sobre lo importado, es algo que requiere un cambio cultural profundo en los consumidores. Es algo complejo, pero posible".

Carolina Lizana es la directora de un proyecto FIC que apunta a la cadena de valor agroecológica de las legumbres. Es una propuesta desarrollada junto a la cooperativa La Manzana, con financiamientos de la Universidad Austral de Chile y la Universidad de Chile, en beneficio de agricultores de Los Ríos. La iniciativa, que apunta a conceptos como el consumo responsable y la diversificación de la oferta productiva, busca el establecimiento de un banco de germoplasma para reintroducir el cultivo de legumbres e incentivar su consumo.

"Los agricultores están contribuyendo con semillas para la conservación, con la cooperativa además están recibiendo capacitación para que produzcan legumbres en sus predios, para posteriormente comercializarlas a precio justo. Con el aumento de la producción en Los Ríos, se podría por ejemplo bajar la comercialización de productos provenientes del norte, lo que sin duda va de la mano con un reimpulso a nuestra economía", explica Lizana.

El proyecto está concentrado en los garbanzos, lentejas y variedades de porotos. Comenzó en 2020 y finalizará en agosto próximo.

Las guardadoras

Desde 2017 y a través de sus fondos concursables, el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio ha financiado diversas iniciativas tendientes a la puesta en valor del patrimonio agroalimentario.

Gracias al Fondart Regional, las periodistas Paola Segovia y Carmengloria Benavides publicaron el libro "Chicha y sidra de manzanas: Patrimonio de la Región de Los Ríos" (Editorial Arte Sonoro Austral). Es una extensa investigación donde abordan las historias familiares relacionadas a la producción de los bebestibles y la manera en que se han vuelto un elemento distintivo de la zona.

En el prólogo, el historiador Fabián Almonacid destaca cómo aquello que parece ocurrir a una escala menor, pero que es parte importante de la identidad de un territorio, ha logrado ganar más espacios. "Mercados globalizados, estándares y certificaciones de calidad internacionales, consumidores con mayor poder adquisitivo, el interés por lo saludable, etc. contribuyen a una recuperación y fortalecimiento de las producciones locales. Interesa consumir productos de algún lugar, alimentos que tengan una historia que contar. Los productos industrializados, homogenizados, que se encuentran en cualquier lugar, interesan menos".

Recientemente, la antropóloga Carolina Schwerter inició el trabajo en terreno de "Guardadoras: Historias de vida, semillas e intercambios". Es un documental donde las protagonistas son diez mujeres de la cuenca del Ranco (Río Bueno, La Unión, Lago Ranco, Futrono y Paillaco) que a través del quehacer cotidiano hablan de la importancia del guardado y el valor de las semillas para las comunidades.

En 2017, Schwerter conoció a Gladys Quintul, una guardadora de semillas del sector de Rupumeica Bajo (Lago Ranco). Posteriormente se relacionó con quienes integran la cooperativa Semilla Austral y conoció a quienes mantienen viva una práctica de vital importancia para asegurar el alimento en la región. Todo ello le permitió interiorizarse en materias de patrimonio agroalimentario.

"Siento que es necesario difundir los saberes y las experiencias de vida en relación al guardado, al que efectivamente le debemos mucho. El proyecto cumple más bien una labor de intermediación para que estas mujeres puedan dialogar con la comunidad en general sobre los anhelos de cómo esperan que sus prácticas se sigan manteniendo en el tiempo".

Las diez guardadoras de la cuenca del Ranco en su mayoría son adultas mayores. Realizan un manejo agroecológico. Tienen predios pequeños, donde una parte de la producción es destinada a la venta y la otra queda para el autoconsumo, considerándose además el guardado en cantidades reducidas de semillas de, por ejemplo, habas, cilantro, chalota, tomillo, orégano, zapallo italiano y arvejas.

El proyecto es financiado por el Fondo del Patrimonio. El equipo lo completan los realizadores Carlos Bertrán y Carlos Vargas; y además del documental, que se espera estrenar a finales de 2022, se realizará un catálogo digital de semillas.

Reino fungi

Para la seremi de las Culturas, Antonia Torres, la realidad actual de Los Ríos en materia de puesta en valor del patrimonio agroalimentario y gastronómico es positiva.

"Cada vez hay menos cosas pendientes, ya que efectivamente hay una cultura de valorizar los productos propios del territorio. En nuestra región destaca el boom que han tenido los hongos y los mariscos frescos. Aunque estamos en un buen momento, igualmente habría que hacer énfasis en el conocimiento más profundo del sustrato cultural que hay detrás de los platos y los alimentos", aclara.

Parte de esa misión de educación de la comunidad la ha asumido el Festival de los Hongos de Valdivia, Fungifest. La séptima versión, que está enfocada en la crisis climática y la soberanía alimentaria, comenzó en abril con excursiones guiadas en Valdivia y La Unión. En mayo fue el lanzamiento del evento y el viernes pasado se realizaba una jornada de cocina en vivo con Álvaro Lara "El recolector".

Robert Muñoz, cofundador del Fungifest e integrante del equipo gestor del evento, dice que una de las principales metas logradas ha sido efectivamente contribuir al posicionamiento alimentario y patrimonial de los hongos.

"No interesa que la gente los aprenda a identificar, que entienda el potencial culinario que tienen, pero también nos interesa mucho reivindicar la figura del recolector como la persona que mantiene el conocimiento ancestral y campesino sobre el mundo fungi. Hay un patrimonio material e inmaterial de una tremenda importancia para la región", dice.

"Los hongos tienen un gran potencial a nivel alimentario. Son un tremendo aporte en proteínas, con una baja cantidad de azúcar e incluso hasta tienen propiedades medicinales. Hay una gama enorme de sabores, además la recolección es posible en casi todas las zonas, pero se debe educar al respecto en la relación que las comunidades deben tener con la naturaleza. El acto de recolectar los hongos nos remite a la práctica ancestral de la recolección de nuestros alimentos, lo que implica la activación de la memoria en relación al entorno. Eso permite ampliar mucho más los beneficios del reino fungi, que además de alimento es un polo de atracción para desarrollar el turismo. Nuestros esfuerzos han estado siempre concentrados en visibilizar todo esto y de paso, generar instancias colaborativas para poner en distintos soportes los conocimientos y la valoración de este patrimonio natural".

El festival sigue hasta junio en forma presencial y web.

"Tomar conciencia sobre la real importancia de reconocer y consumir lo que se genera en el propio territorio, por sobre lo importado, es algo que requiere un cambio cultural profundo en los consumidores. Es algo complejo, pero posible".

Carolina Lizana, Académica Instituto de, Producción y Sanidad Vegetal UACh

10 guardadoras de semillas de la cuenca del Ranco son las protagonistas de un nuevo documental, enfocado en el patrimonio agroalimentario de la Región de Los Ríos.

2020 fue el año de inicio del proyecto de cadena de valor agroecológica de legumbres de la UACh, junto a la cooperativa La Manzana. Finalizará en agosto próximo.

3 días de actividades quedan del Fungifest en mayo. El viernes 20 habrá una jornada de cocina en vivo con Tania Maldonado, en el Bar La Cantera de Valdivia.

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