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Ceremonia religiosa y desfile marcaron el 143° aniversario de las Glorias Navales

EN VALDIVIA. En la costanera, junto al río Valdivia, se realizó el acto principal, el que convocó a autoridades regionales y locales y a la comunidad. Recordaron la gesta de Arturo Prat.
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María Alejandra Pino C.

Con una ceremonia religiosa realizada en la catedral de Valdivia, comenzaron ayer las actividades de conmemoración del 143° aniversario de las Glorias Navales para, posteriormente, iniciar el tradicional desfile en la costanera de la capital regional.

Una rogativa realizada por el lonko Augusto Nahuelpán abrió el desfile cívico -militar, entregando los buenos deseos a la Marina y a la patria.

La ceremonia congregó a autoridades regionales y comunales, encabezadas por la delegada presidencial de Los Ríos, Paola Peña, así como a representantes de las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad, y de las iglesias.

Alocución patriótica

La alocución patriótica estuvo a cargo del director de Intereses Marítimos y Medio Ambiente Acuático, contralmirante litoral, Juan Gajardo.

"El episodio de la gesta de Iquique fue mucho más que un hecho puntual en los anales de la historia; se constituyó en un factor esencial de nuestro ser, perpetuándose en nuestra idiosincrasia al transformar la adversidad en un factor de unidad y crecimiento nacional", expresó en su intervención.

Y agregó que: "Todo Chile comprendió que el sacrificio de Prat y su dotación no fue estéril (...) El gesto de Prat movió el alma nacional, produciendo un impulso irresistible con el cual todo el país se levantó resuelto a emular a aquellos héroes que prefirieron la muerte segura que enfrentarse al enemigo".

Desfile

El Club de Huasos Mi Tierra ofreció la tradicional chicha en cacho a las autoridades presentes, lo que dio paso a un esquinazo brindado por el conjunto folclórico Surcamares.

Enseguida, y tras la autorización de la delegada presidencial comenzó el desfile militar en honor a las Glorias Navales. Participaron destacamentos del Ejército, escuadrón de Carabineros y dotaciones de la Armada.

Luego, desfilaron ante las autoridades organizaciones civiles, encabezadas por la Banda del Liceo Armando Robles.

Delegada presidencial

Tras la ceremonia, la delegada presidencial regional, Paola Peña, indicó que "consideramos importante para nuestro gobierno transmitir la importancia de que los hechos históricos de nuestro país y el rol de la Armada sean relevados, con el respeto que se merecen como parte importante de los procesos históricos del país".

Asimismo, destacó que "esta actividad es una de las primeras presenciales que, además, marca el retorno de los desfiles a las actividades conmemorativas, muestra de ello es la cantidad de vecinos y vecinas que concurrieron hasta el sector de la costanera de Valdivia, a ver desfilar a sus familiares y a los y las estudiantes de la Banda del Liceo Armando Robles, lo que sin duda es un paso más respecto de este reencuentro y de seguir construyendo momentos en conjunto, de manera colectiva, porque tal como lo dijo nuestro Presidente Gabriel Boric, el encuentro como país tiene que hacerse de la mano de todas y todos, y a lo largo y ancho de Chile" .

Valdiviano Alan Contreras fue testigo de la destrucción de la caleta Queule en 1960

VIVENCIA. Tenía 15 años cuando ocurrió el mega terremoto del 22 de mayo. A 62 años de ese hecho, rememora aquel día.
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El mega terremoto (9.5 en la escala de Richter) de las 15.11 horas del 22 de mayo de 1960 causó estragos en toda la zona sur, especialmente en Valdivia. Pero, el tsunami que siguió al movimiento telúrico produjo un daño irreparable en los poblados costeros cercanos. Al norte de Valdivia, Toltén, Puerto Saavedra, Queule y Mehuín prácticamente fueron borrados de la faz de la Tierra. Hubo destrucción de viviendas, muerte y se salvaron quienes por instinto de supervivencia escaparon hacia las zonas más altas.

La mañana de ese día domingo, el joven valdiviano Alan Contreras Medina se levantó temprano. Hace un tiempo ya, vivía con sus tíos Arnoldo Jaramillo y Myriam Medina en la caleta de Queule. Tenía 15 años y llegó allí, para trabajar como obrero en una empresa maderera. Sería un día de fiesta familiar, ya que la abuelita Elvira había llegado de paseo y a celebrar su cumpleaños. Mientras se desarrollaban los preparativos para el asado, alguien comentó que en la misa, el sacerdote habló de un terremoto ocurrido el día anterior, en Concepción. Recordaron algún movimiento de la tierra el sábado, pero no le dieron importancia.

Como los preparativos del asado estaban a cargo de los mayores de la casa y algún vecino invitado, Alan tomó el bote y salió a pescar. "Me fui remando desde la casa hasta la barra del río Queule. Salí como a las 10 de la mañana y volví a las dos de la tarde. Pesqué dos salmones y cuando llegué a la casa, comencé a prepararlos en el sartén. Estaba en eso cuando empezó a moverse la tierra. No paraba y no podíamos sostenernos de pie. Mi sartén cayó desde la cocina. Las 'canchas' de madera se fueron abajo. Había gente gritando y llorando", recuerda.

"Cuando terminó el movimiento sísmico, la gente empezó a gritar que había que arrancar, porque el mar iba a salir, pero nadie creía. Hasta que escuchamos un ruido tremendo que venía del mar. Empezamos a correr hacia los cerros, no sabíamos qué podía pasar. Hubo gente que no creyó y solo se subió al techo de sus casas. A medida que arrancaba, yo miraba hacia el mar y se veía que avanzaba por el río Queule, hacia el pueblo, hasta arrasarlo todo...", agrega.

El geógrafo de la Universidad Austral de la época, Wolfgang Weischet, estimó que en la caleta de Queule, el agua alcanzó los cuatro metros de altura.

Esa noche, Alan Contreras durmió junto a un árbol, rodeado por otros vecinos, pero sin saber si su familia había alcanzado a salvarse. "Al otro día salí a buscarlos y los encontré en otro cerro. Bajamos al pueblo y solo había barro y escombros", asegura.