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sugerían otra cosa: tenía una herida, presumiblemente hecha con un elemento cortopunzante a la altura del pecho o del estómago. Igualmente, había indicios de que pudo ser lanzado al río atado de pies y manos, o que las aguas al subir terminaron por sacar el cuerpo del lugar en donde fue escondido, ya que también se planteó que pudo haber sido enterrado con cal viva.

Que la gran noticia del momento, por razones obvias, fuera el movimiento telúrico de 9.5° Richter, dejó en segundo plano lo ocurrido con Guillermo Soriano y su muy probable asesinato, cuando en Corral, por ejemplo, se reportaban 120 personas desaparecidas; y en la morgue de Valdivia aún había al menos 25 muertos sin ser identificados, ni reclamados por sus familiares.

El batallón

Se estima que el 80% de las construcciones de Valdivia resultaron con distintos grados de destrucción.

Las Fuerzas Armadas y particularmente el Ejército de Chile, colaboró en labores como remoción de escombros, evacuación de damnificados y reparación de caminos e incluso hubo uniformados involucrados en las labores de desagüe del lago Riñihue.

Para almacenar las raciones de alimento que llegaban día a día se dispuso del regimiento Caupolicán, en Valdivia; y en el regimiento Buin de Santiago se habilitó espacios para recibir a los cientos de niños que debieron dejar a sus familias en el sur, por el riesgo que significaba seguir viviendo en medio de la destrucción. En ese lugar recibieron atención médica y alimentación.

En aquel entonces fue enviada al sur una unidad de la Escuela de Infantería de San Bernardo, que consideraba a 296 profesionales de un batallón de infantería, dos compañías de fusileros y una unidad de servicios, entre otras reparticiones. Los militares llegaron a la estación de trenes de San José de la Mariquina el 5 de junio de 1960 y desde ahí se trasladaron en buses hasta Valdivia, donde trabajaron hasta agosto. Del total, en el grupo había 251 integrantes del Batallón Escuela de Suboficiales.

Durante las primeras semanas, el trabajo se concentró en la llamada zona B de evacuación y la disposición de los campamentos Kramer, Menzel y Huachocopihue 1 y 2. El vínculo de los uniformados con el resto de la comunidad prontamente comenzó a ser destacado por la prensa. Era habitual verlos compartir una taza de té con las familias que lo habían perdido todo y, a su vez, soportar las inclemencias del tiempo para asistir a los necesitados.

Ello les valió el apodo de "Batallón de Hierro", tal y como suele denominarse a la primera línea de combate de los grandes ejércitos del mundo. Aunque claro, esta vez no se homenajeaba ninguna gesta bélica, sino que su aporte en una emergencia en tiempos de paz, con acompañamiento para dejar atrás un desastre sin precedentes.

Refugio canino

Las mascotas y los animales vagos se volvieron un verdadero dolor de cabeza tras el terremoto, debido a la falta de alimento que en general sufría la población. Los perros fueron rápidamente identificados como foco de transmisión de infecciones que se debían prevenir, considerando la magnitud de un desastre natural que había dejado a miles de personas afectadas.

En Corral, por ejemplo, se dispuso que fueran sacrificados. La autoridad eliminaría a aquellos perros que no tuvieran un hogar o que simplemente deambularan entre los escombros. Asimismo, si un propietario lo decidía, estaba autorizado a matar a su mascota, siempre y cuando se hiciera cargo de enterrarla siguiendo diversas medidas de seguridad e higiene. En tiempos de hambre y falta de seguridad, no había lugar para el sentido común de la tenencia responsable o la protección animal.

Para evitar el dolor innecesario de tener que matar a una mascota, el Ejército, la Universidad Austral de Chile y el Servicio Nacional de Salud crearon en Valdivia el "Hogar para perros", ubicado en el Fundo Vista Alegre, donde la casa de estudios superiores tenía su Centro de Inseminación Artificial.

La iniciativa consistió en la habilitación de dos campamentos que inicialmente fueron ocupados por 200 ejemplares. Para cada uno se dispuso de casas levantadas con restos de barriles y tambores de aceite en desuso, habilitados con paja y elementos de resguardo del viento y la lluvia.

El programa de cuidado de las mascotas consideraba, además, atención médica permanente gracias a un plan desarrollado por la Escuela de Medicina Veterinaria de la UACh. Los jóvenes profesionales Rodolfo Martin, Werner Luchsinger y Wilfredo Münzenmayer fueron los encargados de mantener el campamento entregando un menú de dos comidas diarias a los perros, el que consistía principalmente en leche y el alimento concentrado "Perrol", mezcla de proteína e hidratos de carbono.

Para acceder al campamento, solamente se les pedía a los propietarios de los perros que los dejaran con un collar y una cadena para permitir un adecuado traslado.

Colonia dignidad

El cataclismo de 1960 generó diversas manifestaciones de solidaridad internacional, contexto en el cual no debió haber sido extraño que un alemán llegara a Chile, para establecer una misión social de ayuda a los huérfanos del sur.

Al menos ese fue el pretexto de Paul Schäfer, un predicador y ex enfermero nazi con rango militar que, al frente de un grupo de inmigrantes alemanes, se instaló en las cercanías de Parral en 1961. Schäfer, quien se hacía pasar por psicólogo en ese entonces, Biblia en mano y con una pistola Walther PPK al cinto -arma que hizo famosa James Bond- exhibía un gran carisma con el que dominaba a sus seguidores. Y no solo a ellos, ya que no le fue tan difícil constituirse en el país bajo la figura legal de la Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad, o simplemente, Colonia Dignidad. Fue en septiembre de 1961 cuando el Gobierno de Jorge Alessandri le otorgó la personería jurídica y una exención de impuestos.

En cierta forma, la idea para Chile era replicar el proyecto de un hogar creado en Alemania para la reeducación y ayuda a los jóvenes cuyo lema era "La juventud ayuda a la juventud".

Amparado en la pantalla de su grupo religioso y de ayuda social, Schäfer no habría despertado sospechas en Chile, a pesar de ser un prófugo de la justicia alemana por delitos de abuso sexual y pederastia, que habría cometido en diversas organizaciones cristianas protestantes de Renania, en su país natal.

No está claro si efectivamente Colonia Dignidad albergó a niños damnificados o huérfanos del terremoto del 60. Aunque esgrimió aquello como la razón más poderosa de su instalación en el país.

Así consta en el Acta de Fundación y Estatutos: "La corporación tendrá por objeto prestar ayuda a la niñez y juventud necesitadas; a los niños y jóvenes huérfanos, vagos y desvalidos en general y especialmente a los de las provincias afectadas por los sismos del año mil novecientos sesenta, mediante su educación física y moralmente sana dándoles instrucción moral, escolar, técnica y agrícola a fin de que puedan labrarse una vida digna".

Lo que sí es completamente verídico es que este enclave funcionó entre 1961 y 2005 -cuando cambia su nombre a Villa Baviera- como una hermética secta, "un Estado dentro de otro Estado", donde hubo esclavitud, violaciones y abuso de menores, adopciones ilegales, tráfico de armas, tortura y desaparición de personas durante la dictadura militar, además de evasión de impuestos, no pago de remuneraciones y un aislamiento forzado de sus habitantes.

La odisea del agua

Dormir con el uniforme puesto fue la rutina de los voluntarios del Cuerpo de Bomberos de Valdivia tras el terremoto que destruyó la ciudad. Aquel fatídico día, el comandante Víctor Werkmeister ordenó el acuartelamiento de las nueve compañías para que estuvieran en alerta permanente.

Los primeros incendios de la jornada se registraron en calle Arauco y en las esquinas de San Carlos con Independencia. Hubo que evacuar personas de zonas inundadas y buscar sobrevivientes entre los escombros. El terremoto dejaba también su huella latente en el corazón de la institución, al destruir la torre del reloj del Cuartel General, que cedió frente a los 9.5° Richter y cayó partida por la mitad en medio de calle Camilo Henríquez.

El terremoto y posterior tsunami hicieron colapsar el sistema de alcantarillado. Los ríos de Valdivia se volvieron salados debido a la entrada del mar y de pronto el panorama se tornó más crítico por la escasez de agua en condiciones adecuadas para consumo, producto de la destrucción de la planta de filtro ubicada en el sector de Llancahue, en el acceso sur a la ciudad.

Con la llegada de máquinas purificadoras fue posible limpiar el agua sucia y se cargaron los carros de bomberos para su posterior distribución a los vecinos en cada esquina y también a barcos mercantes.

Restablecer el suministro de agua potable también fue tarea de la Dirección de Obras Sanitarias, que envió desde Santiago a los ingenieros René Cabbo y Víctor Bogado y a un equipo de doce gásfiters especializados. La red de abastecimiento ya venía presentando problemas tras el terremoto del 21 de mayo en Concepción, lo que se agravó con el movimiento telúrico ocurrido al día siguiente.

Luego de aproximadamente una semana de trabajo se posibilitó el acceso al agua potable en el sector comprendido entre las calles Bueras, el Hospital Regional y la Escuela Normal.

22 de mayo de 1960 a las 15:11 horas se produjo el terremoto con epicentro en las inmediaciones de Traiguén (Región de la Araucanía) y destrucción en la macrozona sur.

200 ejemplares fue la capacidad inicial de un albergue que levantó la UACh frente a la urgencia de hacerse cargo de mascotas abandonadas y perros vagos.