La agenda de las personas
Tener la oportunidad de cambiarlo todo, o al menos lo importante, es algo que muchos quisieran para enmendar los errores de un pasado imborrable, pero siempre rectificable.
El caso comparativo de las personas privadas de libertad siempre resulta útil para estos efectos, ¿Cuánto estaría dispuesto a pagar/hacer un recluso para enmendar el error que lo llevó a estar tras las rejas?, la respuesta a esta interrogante, salvo excepcionales condiciones, siempre será la misma, una persona privada de libertad: dada la imposibilidad física de retroceder en el tiempo espacio, siempre estará dispuesta a ofrecer mucho, con tal de enmendar el error, salir de la cárcel y reinsertarse en la sociedad.
Pero esa es la oportunidad que no todo el mundo tiene, pero que la mayoría anhela con ansiosa paciencia, porque tener la posibilidad de enmendar los errores pasados debiera ser una motivación más que suficiente para caminar, si no correr, en la dirección adecuada.
Un nuevo Gobierno es una forma novedosa y circunstancial para realizar lo nunca hecho, terminar lo abandonado y reparar lo destruido. Entonces, si sabemos claramente, lo que se debe hacer, ¿Por qué priorizar una agenda propia que escapa de lo que las personas manifiestan como prioritario? Seguridad pública, más y mejores policías, finalizar las obras (hospitales, postas, rutas, y viviendas sociales) inconclusas, crear una política pública que detenga la inmigración ilegal y asegure la movilidad de los extranjeros y chilenos que habitan el territorio, y por sobre todo lo anterior, abordar la crisis financiera provocada por la pandemia y la prolongación del estallido social con soluciones concretas, esto quiere decir, inyección de recursos.
No es posible que aún sigamos marcando una agenda de Gobierno cimentada en una porción marginal de los pueblos originarios (no la mayoría), los derechos LGTBIQ+ y la Nueva Constitución, no porque estos temas de fondo, sean menos relevantes, pero es muy importante dejar en claro que no son urgentes, no son las motivaciones que llevaron al pueblo a las urnas, y lo peor de todo, son una imagen distorsionada del grueso del país, que en su mayoría, tiene una agenda marcada por las necesidades reales e inmediatas, no por las proyecciones difusas del futuro a 100 años plazo.
Marcos Ilabaca Diputado