"La cueca no solamente nos hace sentir más patriotas, también nos da más vida"
PRESENCIA. La gestora cultural repasa los hitos de una propuesta que en 2022 está cumpliendo dos décadas.
La música siempre estuvo presente en la casa del matrimonio compuesto por Juan Pérez Arcos y Nadia Pino Navarro. Él fue integrante del grupo Candilejas y ella se volvió intérprete de acordeón y mandolina, entre otros instrumentos.
En un ambiente donde era habitual escuchar boleros y melodías cristianas, fue casi imposible no educar a seis hijos en el arte. Así fue que Erwin, Robinson, Vicente, Luis, Valeria y Yesenia terminaron habituados a la guitarra y asumieron el compromiso familiar de mantener viva una tradición que en 2022 cumple dos décadas de existencia.
Valeria Pérez Pino, la penúltima de los hermanos, se volvió el rostro visible de aquella cruzada vinculada al folclore. Estudió en la Escuela Mulato Gil de Castro y el Liceo Comercial de Valdivia. Recuerda que aproximadamente a los 8 años de edad se volvió una de las estudiantes escogidas con frecuencia para actividades artísticas en el colegio.
También recuerda que el influjo del folclore fue principalmente responsabilidad de su papá, a quien en su rol de dirigente vecinal se le encomendó en 1986 retomar las actividades del conjunto Altué en el sector de Los Jazmines. Fue entonces cuando involucró a la familia y las cosas tomaron otro rumbo.
Es que además, creó un Festival Folclórico en Valdivia (se realizaba en el Coliseo Municipal) y comenzó a frecuentar la comuna de San Bernardo para participar en el evento "Abril, cuecas mil".
"Al conocer esa experiencia es que mi papá se ilusionó con tener algo parecido acá. Pasaron los años, él se enfermó, se alejó de la vida pública y finalmente fuimos los hijos los que comenzamos a encargarnos de aprender gestión cultural para eventualmente hacernos cargo de nuevos proyectos", explica Valeria.
Juan Pérez Arcos murió el 19 de julio de 2002. Ese año, nació "Cuecas sin parar" en Valdivia: el homenaje definitivo con el que se perpetuaría el legado del folclorista.
Las primeras tres versiones de la actividad fueron sin financiamiento. A cambio hubo apoyo de amigos, vecinos y de todos quienes vieron el gran potencial cultural de la actividad que partió con seis horas ininterrumpidas de baile patrio.
"Al principio fue complejo hacer un evento de este tipo en pleno invierno. Por eso optamos por cambiarlo para septiembre, lo que facilitó un poco más el respaldo de las autoridades y sirvió para reforzar los ánimos propios del mes de la patria", explica la directora general de la actividad, también funcionaria administrativa de la Facultad de Ciencias de la UACh.
De seis, se aumentó a diez y finalmente quedó en catorce las horas en las que diversos grupos escogidos vía convocatoria pública, se encargan de tocar cuecas animando al público general a que las baile.
¿Cómo lo hicieron para convencer a los músicos de que el proyecto tenía futuro?
- Al no tener recursos no podíamos cubrir gastos de traslado y alojamiento. Por eso trabajamos inicialmente con grupos de Valdivia. Luego nos abrimos al resto de la región y luego al resto del país, consiguiendo una adhesión realmente increíble. En marzo de cada año ya nos están preguntando cuándo será el próximo 'Cuecas sin parar'. Hay mucha demanda por venir y afortunadamente la ciudad tiene la capacidad hotelera suficiente para recibirlos de buena forma. Lo malo es que