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se concretaron con ese primer libro?

- Ese proyecto fue un verdadero bombazo. Ganamos un fondo que era súper complicado de adjudicar. Mi intención siempre fue comenzar a armar redes, es que en la práctica me he tenido que esforzar por mostrar mi valor como profesional independiente frente a la aparente falta de cargos a los que pueda postular y que se adecuen a mi perfil. A fin de cuentas el esfuerzo ha valido la pena. Los últimos años han sido muy productivos y estoy sorprendida de la gran cantidad de proyectos en los que he podido participar.

Luego de publicar el kamishibai de "Tras los gigantes del fin del mundo" (2018), vinieron colaboraciones con el grupo Qué Lindo Leer de promoción de la lectura y la escritura creativa; y la "Guía de Fauna Marina del Sur de Chile", de Fundación Oceanósfera. En 2020 fue el turno del primer número de la revista "Verdad & Belleza", de la ONG Alerce; más el juego de mesa "La espiral del tiempo", de la Escuela de Geología UACh.

Entre los destacados del año pasado están el segundo número de la revista "Verdad & Belleza"; el libro "Décimas marinas", de Ronnie Reyes y Roberto Matamala (en el que ilustró especies y ambientes insulares chilenos); y "Sin zoom, animales marinos", de Fundación Oceanósfera. También hay que sumar dibujos para "El pequeño Chartier ilustrado: Breve diccionario del libro, la lectura y cultura escrita", de Ediciones UACh. Es una obra escrita exclusivamente para la Universidad Austral de Chile por Roger Chartier, historiador francés especializado en la historia de la lectura, el libro y la edición.

¿Qué caracteriza sus procesos creativos?

- Son súper variables y dependen del tipo de encargo y de con quien pueda trabajar. Lo cierto es que cada cual implica un desafío diferente, ya sea por el tipo de información que hay que ilustrar, como por el volumen de imágenes que se deben hacer. Un ejemplo de un proyecto demandante en ese sentido fue el juego de mesa 'La espiral del tiempo', donde tuve que hacer cien naipes, además de un tablero. Una de las cosas más gratificantes de la propuesta fue haber podido trabajar con profesionales de la editorial de juegos Ludoismo. Lo que más valoro de mi trabajo es la oportunidad de aprender cosas nuevas. Cuando enfrento un nuevo proyecto, lo primero que pongo sobre la mesa es el tiempo que tendré para desarrollarlo. Suelo ser algo lenta para trabajar, porque soy bastante minuciosa. Trabajar con calma es un lujo.

¿En su quehacer predomina más la técnica digital por sobre la análoga?

- Para sopesar aquello siempre debo considerar las correcciones. Estoy acostumbrada a trabajar con autores que tienen requerimientos conceptuales bien específicos y obviamente puedo cometer errores durante el proceso. La diferencia es que un error duele más cuando ocurre en una obra análoga, más que cuando es en digital lo que permite moverte con más holgura.

¿Cómo ha sido su evolución como mediadora y divulgadora de contenidos?

- En Santiago tuve una primera experiencia con el diseño de material didáctico para el proyecto 'Exploradores del volcán Llaima' donde las hice de maestro chasquilla. Me tocó ir a terreno, hice fotografías y comencé a asumir un compromiso mucho mayor con el material que se debía promover. La mediación como tal comencé a desarrollarla en Valdivia cuando me propuse explorar un poco más en los alcances del concepto y lo que significa en la práctica. Es ahí donde descubrí una tremenda comunidad a la que me dieron ganas de entrar. Consciente e inconscientemente las decisiones que fui tomando durante el último tiempo me han puesto en un lugar privilegiado.

Con editorial propia

Actualmente Isabel Guerrero trabaja con Felipe Munita (académico del diplomado en Fomento Lector y Literatura para Niños y Jóvenes UACh) en un proyecto de vincula poesía y libros informativos.

"Soy muy autoexigente con lo que hago. Creo que me logro desenvolver de buena manera en las distintas áreas en las que me meto y siento que eso también va de la mano con ser lo suficientemente estratégica para que estar en cosas que se van proyectando positivamente".

Con el ánimo de desafiarse permanentemente, es que en 2018 decidió crear su propia plataforma creativa: la editorial y productora Trafun.

"Más que 'meterme en otra cosa más', la editorial surgió con la idea de enraizar y construir algo nuevo. Lo venía pensando desde 'Tras los gigantes del fin del mundo', el concepto de fondo es finalmente tener una casa donde poder alojar nuevas ideas.

¿Qué proyecciones pensó para Trafun en su etapa inicial?

- Siempre pensé que una buena idea sería tener una editorial de alcance nacional que nos permitiera promover lo territorial, lo que ocurre acá en el sur.

Usted participa en distintas organizaciones que coincidentemente están integradas solamente por mujeres. ¿Hay una mirada de género sobre la elección de a qué equipos sumarse?

- No necesariamente. También me siento muy cómoda trabajando con hombres. Lo que busco realmente es una mirada horizontal a la labor que hacemos y que por sobre todas las cosas haya mucho cariño por lo que hacemos.

¿Le gustaría que su trabajo se vuelva material de estudio para las nuevas generaciones de artistas?

- Hay artistas que trabajan muy a conciencia sus líneas temáticas y creativas. A mí me basta con pasarlo bien en los proyectos, que tengan sentido, que me permitan vivir y estar con mi familia. Todo el resto de cosas que puedan llegar a pasar desde esa base siempre serán bienvenidas. No le he perdido la pista a mi propio trabajo, a cómo he evolucionado y a los temas a los que aún tengo pendiente de entrar cuando sea la oportunidad de hacerlo.