El 17 de octubre pasado, un incendio forestal dañó más de 12 hectáreas del Santuario de la Naturaleza Humedales de Angachilla. El fuego afectó grandes extensiones de totora y helechos, donde habita un centenar de diferentes especies de reptiles, peces, mamíferos, aves e invertebrados; es decir generó daño severo en el hábitat de flora y fauna endémicas, protegidas por ley.

Ha pasado casi un mes del hecho y poco se sabe de los detalles del siniestro. Aparentemente comenzó con una quema de basura, pero algunos testigos aseguraron que vieron extraños surgimientos de focos de llamas en diferentes puntos del área; algo muy preocupante, si se considera que ya en junio de este año se alertó a las autoridades sobre la existencia de más de 70 puntos de intervención ilegal en el área.

Sin claridad sobre la investigación de los hechos y a la luz de esos antecedentes de riesgo, no se hace equivocado pensar que existen probabilidades de que algo como lo vivido en octubre se repita. O que sea todavía peor, considerando la llegada del verano y la conjugación compleja de menos lluvias, altas temperaturas, e inconsciencia de las personas. Sobre todo esto último, lamentablemente.

Desde la Corporación Humedales Angachilla -institución ciudadana formada por 27 instituciones que por años ha trabajado en el resguardo del área, que en total suma 2.025 hectáreas- generaron llamados a las autoridades para desarrollar un "programa de prevención y combate de incendios en humedales y otros ecosistemas naturales diferentes a bosques"; como también pidieron a la comunidad proteger este espacio natural y no realizar "quemas, rellenos, drenajes ni vertido de basura en el entorno ni interior de este humedal protegido".

Su inquietud han sido conocida y se podrían generar respuestas en el corto plazo. En entrevista con www.soyvaldivia, la nueva delegada presidencial Carla Peña (ex seremi de Medio ambiente en el gobierno de Michelle Bachelet) mencionó que una de sus tareas en los próximos días estará relacionada con esta temática, con escuchar a las organizaciones sociales y tomar decisiones en conjunto sobre la base del diálogo y el ordenamiento territorial.

Es de esperar que esas coordinaciones vean la luz pronto, para adelantarse a nuevas emergencias.

Sin duda la formación práctica en educación superior impacta positivamente el perfil de egreso de sus estudiantes.

En sentido, el Centro Interuniversitario de Desarrollo -CINDA-, desarrolló un estudio en el cual se explica que el origen de este tipo de formación se vincula al "esquema de maestros y discípulos, en el cual el aprendizaje se logra a través de una relación personal e integral, y que tiene varios siglos de antigüedad". Tras esto, en el mundo universitario de los años 60 se promovió fuertemente la integración entre teoría y práctica como una forma de lograr aprendizajes más holísticos para alcanzar un desempeño profesional de carácter integral.

En este escenario las prácticas en terreno, los proyectos transdisciplinarios con componente social y de servicio público, la ejercitación del desempeño profesional en condiciones simuladas o controladas, para luego incorporar la formación por competencias, y el impulso a los centros de simulación, contribuyen al logro de la complejidad del aprendizaje práctico-teórico. Todo esto, según informe del CINDA, invita a las instituciones de educación superior a definir perfiles de egreso que establecen con claridad las capacidades esperadas de los egresados al momento de titularse, y a partir de ello fortalecer sus condiciones de empleabilidad

Desde dicha perspectiva, debemos reconocer el rol estratégico de los distintos centros de práctica y las contrapartes, las que son clave para el logro de estos perfiles de egreso y la futura inserción exitosa de los técnicos y profesionales en el mundo laboral.

Asimismo, los centros de práctica actúan con un fuerte sentido de reciprocidad, relevando y valorizando el aporte que realiza la institución en términos del apoyo que significa contar con estudiantes en su proceso de práctica profesional, y al mismo tiempo como una posibilidad que permite la co-construcción del conocimiento científico-clínico.

En el caso de Santo Tomás, a nivel regional poseemos convenios marco público y privado; con el Servicio de Salud y con algunas Municipalidades, además de otros servicios y empresas, que nos dan la oportunidad de permitir cobertura a la población de estudiantes que año a año deben comenzar su etapa de formación práctica, siendo fundamentales en el logro de los perfiles de egreso, para que los futuros profesionales y técnicos puedan alcanzar sus sueños.

Laura Bertolotto Navarrete

Rectora Santo Tomás Valdivia