El 9 de diciembre fue el Día Internacional contra la Corrupción y este año tiene un sello especial, por el llamado de las Naciones Unidas a conmemorar los 20 años de la Convención que firmaron sus estados miembros, comprometiéndose a combatir este flagelo que socava las instituciones, amenaza las democracias y está en la base de la mayoría de los conflictos sociales en todo el mundo.

Chile suscribió ese acuerdo vigente desde 2005 y creó la Alianza Anticorrupción, que reúne a 28 organismos públicos, instituciones privadas y organizaciones de la sociedad civil, encabezada por la Contraloría General de la República. Se somete también cada año a la medición del Índice de Percepción de la Corrupción, realizado por Transparencia Internacional, que en su última edición de 2021 advirtió un estancamiento general en la materia. Nuestro país logra en ese ranking 67 de 100 puntos, sin variaciones desde 2019. Buen resultado si se compara con Perú (36), Argentina (38) y Bolivia (30); pero bajo naciones como Uruguay (73) y lejos de Finlandia (88).

Pese a ese buen resultado, todos los actores sociales señalan la importancia de mantener alertas frente a temáticas como el crimen organizado y el ejercicio abusivo del poder. Ya desde 2019 las encuestas ubican a la corrupción entre las preocupaciones comunitarias. Por lo mismo cobra especial importancia reforzar la educación ciudadana.

En ese sentido es muy importante el aporte que realizó un grupo de profesores de la región al crear la Guía Didáctica en Educación Ciudadana, publicada con apoyo de la Universidad Austral y el Consejo para la Transparencia (editado por Braulio Vásquez Espinoza y Marcelo Arancibia Herrera), que generó material para abordar estas temáticas en diversos contextos educativos, con tres módulos descargables: "Desafíos de la formación ciudadana en el sur de Chile: territorio, interculturalidad y ruralidad"; "Educación ciudadana, transparencia y prevención de la corrupción" y "Educación ciudadana con lentes violeta: inclusión y diversidad en el contexto escolar".

Esta iniciativa se encuentra a disposición de docentes a nivel local y nacional, aportando en fomentar una real "cultura de la probidad y la transparencia" en todos los niveles; esto es orientando las acciones correctas y también fomentando el control social.

De manera bastante continúa, a quienes lideramos instituciones de educación superior (IES) se nos pregunta cómo éstas aportan al desarrollo del país o la región. Frente a ello, nuestra respuesta natural y evidente es que tenemos como principal misión la formación de capital humano. No obstante, creo que la pregunta que se realiza tiene un sentido más amplio, y busca desafiarnos en ir más allá de la formación de técnicos y profesionales, principalmente porque a las casas de estudio se les pide ir más allá de su tradicional rol de formadores de pregrado.

Desde dicha perspectiva, las IES tanto públicas como privadas, desde hace varias décadas estamos aportando al desarrollo del país y sus territorios en distintos ámbitos, asociado principalmente a la movilidad social, la transferencia de conocimiento, investigación e innovación aplicada a los distinto sectores productivos, vinculación con el medio y retención de talentos.

A nivel de trabajo con entes públicos, se destaca el trabajo que se desarrolla a nivel regional por medio del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC), que tiene un foco estratégico claro y que impacta de manera directa a grupos de interés de un territorio. Sin embargo, se vuelve necesario fortalecer este trabajo y para ello resulta clave integrar a las Instituciones de Educación Superior en instrumentos de planificación tales como la Estrategia Regional de Desarrollo (ERD), más allá de ser parte de los lineamientos estratégicos transversales identificados como "Desarrollo territorial integrado" y "Modelo Regional de innovación y generación de conocimiento".

Es necesario, que la IES sean actores centrales, transformándose en un eje estratégico transversal que nos permita cumplir con el modelo de desarrollo e innovación, donde el Estado, las empresas y educación, entre otras, se articulan de forma virtuosa. En dicho contexto, uno de los grandes desafíos que tenemos a nivel regional, es el relacionado con la retención de talento, materia en la que la vinculación de los distintos organismos es un tema incipiente, y del cual debemos hacernos cargo, sobre todo cuando el I+D se vuelve fundamental para el desarrollo de los territorios.

Nuestra región, se encuentra actualizando la Estrategia Regional de Desarrollo, documento que es una guía orientadora para el desarrollo del territorio, y que se convierte en una gran oportunidad que permite articular a los distintos actores.

Laura Bertolotto Navarrete

Rectora Santo Tomás Valdivia