La vida "casi normal" del jefe de la Cosa Nostra en Sicilia y el rudo sistema que le espera en la cárcel
ITALIA. Mateo Messina Denaro, vivía a pocos kilómetros de su pueblo natal, era visto en bares, supermercado y hasta tenía sus dosis de vacuna anticovid al día.
El "capo de capos" de la Cosa Nostra, Matteo Messina Denaro, prófugo desde 1993 y capturado el lunes en Palermo, Italia, hacía una vida "prácticamente normal", no muy lejos de su pueblo natal. Muestra de esa cotidianidad son los enseres encontrados en su vivienda: ropa de marca, colonias o preservativos, algo opuesto a lo que vivirá en la cárcel, donde los jefes mafiosos son tratados bajo un régimen especial llamado 41 Bis que ha sido cuestionado incluso por organizaciones de derechos humanos.
Su escondite el último año fue una casa en la entrada de la ciudad siciliana de Campobello di Mazara, a menos de diez kilómetros de Castelvetrano, el pueblo donde nació.
Era su zona de confianza y ahí llevaba una vida bastante normal a pesar de ser el criminal más buscado de Italia desde 1993, luego de casi 15 años regando de terror, sangre y explosivos a medio país.
"Yo no hablaría de refugio, sino de la residencia de un sujeto que hacía una vida prácticamente normal y utilizaba ese apartamento para vivir e irse a curar a Palermo", aseguró el fiscal que condujo su detención, Maurizio De Lucia.
Messina Denaro utilizaba el nombre de Andrea Bonafede -el del nieto de un histórico colaborador- y en su carné de identidad se indicaba ese nombre, la edad de 59 años y la profesión de topógrafo.
Un vecino más
En Campobello di Mazara, localidad de unos 12.000 habitantes, algunos de sus vecinos aseguraron a los medios que solían verlo en el bar, en la pizzería o en el supermercado, como uno más.
Los investigadores registraron cada milímetro de su casa, a nombre de Bonafede, en busca de alguna pista que sirva para desenmascarar la red mafiosa de colaborares que lo encubrió durante tanto tiempo, pero también de los archivos de la Cosa Nostra. "Es un departamento normal, bien amoblado y confortable, se ve que sus condiciones eran discretamente buenas. Tiene un mobiliario no de lujo, pero de cierto valor", dijo el coronel de la policía, Fabio Bottino.
En sus cajones se encontraron boletas de restaurantes, algún traje de lujo, el refrigerador estaba lleno de comida, había numerosas zapatillas deportivas de marca, perfumes y lentes de sol, los que siempre usó para disimular su estrabismo.
En un plano más íntimo, en el escondite de Messina Denaro también había preservativos y medicamentos para la estimulación sexual, lo que permite suponer que por su casa pasaban mujeres que, de ser identificadas, podrían aportar nuevos detalles.
El criminal no estaba confinado en su casa, sino que fue capturado cuando entraba en una clínica de la capital siciliana Palermo, "La Maddalena", para someterse a una serie de controles médicos por el cáncer de colon con metástasis que sufre desde hace un año.
Su médico tratante también está siendo investigado y ayer también se informó que Messina Denaro tuvo tiempo y libertad para tener sus tres dosis de vacuna anticovid al día.
Sin contacto
Messina está condenado a varias cadenas perpetuas (fue juzgado en ausencia) y será sometido al denominado 41 Bis, el duro régimen carcelario que, pese a las críticas de organizaciones humanitarias, se ha utilizado en Italia desde los años 80 con los peores jefes mafiosos.
El objetivo es aislar al "capo" e impedir que continúe llevando las riendas de la organización mafiosa desde la cárcel, ha servido de epílogo inflexible para los peores jefes mafiosos hasta su muerte, como los antecesores de Messina Denaro, Salvatore 'Totó' Riina y Bernardo Provenzano, que estuvieron 24 y 38 años prófugos, respectivamente.
El reo vive en una celda individual sin contacto con el resto de presos, sin acceso a las zonas comunes; solo en algunos casos se le concede un par de horas al aire libre, siempre solos, y está sometido a una vigilancia continuada por agentes policiales que no pueden mantener contacto con otros funcionarios.
Además, puede recibir -solo en algunos casos- una visita al mes de una hora de sus familiares, separados por una mampara blindada, sin posibilidad de contacto físico.