Una de las maneras de medir la eficiencia de los organismos públicos es el registro de ejecución presupuestaria. La idea es usar hasta el último peso de los recursos fiscales, para cumplir con las obras de bien común que se tienen comprometidas. Por estas razones fue celebrada la noticia cuando el Gobierno Regional logró el 99% de gasto en 2022. En rigor, un 98,8%.

De acuerdo a antecedentes de la Subsecretaría de Desarrollo Regional (Subdere) Los Ríos tenía asignados $ 49 mil millones 205.880 pesos y efectivamente usó $ 48.622.742. La cifra es superior al 98.5% calculado nacional, pero inferior a Los Lagos (99,9%), a La Araucanía y Bío Bío (99,6% cada una) y de Magallanes, que estuvo entre las cuatro con 100%, junto a Valparaíso, O'Higgins y Metropolitana.

Un dato que llama la atención en el informe de la Subdere es cómo se concentran los gastos particularmente en diciembre, cuando el detalle indica el uso de más de $14 mil millones, frente a los $1.200 millones de enero del 2022. Y esa tendencia cruza a todas las regiones, probablemente por la demora en presentación y aprobación de proyectos desde los municipios. Pese a ello, las obras (que implican generación de empleo) se llevan la mayor parte de los fondos (más de $27 mil millones), seguidas por Transferencia de Capital (casi $13 mil millones) para Fril, FIC y planes del sector privado.

El resultado del ejercicio anual es también superior al logrado en 2021, cuando se llegó al 96.9% en la región; pero no podemos olvidar que implica menor cantidad de dinero disponible. El año antepasado el presupuesto de Los Ríos fue de $51.958.191 y se logró utilizar $50.327.383. Son también menos fondos que en 2016 (ejecución de $66.483.461 millones), que en 2017 ($56.322.336); que en 2018 ($60.449.828 ); en 2019 ($63.495.167) y que, incluso, en 2020 $48.894.775. Este 2022 fue el más bajo en seis años.

Entonces ¿qué muestran las cifras? Claramente, los efectos de la crisis económica, que impidió la realización de muchas obras. Pese a ello ¿Hay motivos para alegrarse? Sí, la eficiencia siempre es buena noticia; pero no se debe bajar los brazos para que esa adecuada ejecución continúe. ¿Cómo se proyecta 2023? Positivo y, ahora sí, con un presupuesto inicial de monto más alto: $62 mil 132 millones.

Un tema relevante para las diferentes industrias agroalimentarias, como la cárnica, quesera, láctea, cervecera entre otras, es la gran cantidad de desechos que generan y se eliminan. Cabe preguntarse: ¿Son realmente estos "desechos", residuos que se deben eliminar?

Al estudiar los residuos provenientes de estas empresas, se observa que son ricos en proteínas, carbohidratos, ácidos grasos, minerales, etc., que pueden ser una fuente potencial para otros bioprocesos. Esto permite que a partir de "un desecho" se obtenga nuevos productos con valor agregado, donde cada residuo tiene varias rutas o vías para su inserción en la cadena de producción y de forma sustentable.

La ley 20920 de 2016 es parte de las políticas "green" de Chile, cuyo objetivo es promover la protección de la salud de las personas y el medio ambiente mejorando la gestión de los residuos. Es así, como la valorización de los residuos de la industria agroalimentaria está alineada con estas nuevas políticas.

Consideremos los principales "desechos" de las industrias agroalimentarias en el sur de Chile: suero lácteo generado por la industria quesera, bagazo de cerveza y levadura de la fermentación provenientes de la industria cervecera, residuos cárnicos originados de la industria ganadera. Cada uno de estos "desechos" puede ser material de inicio para la generación de concentrados proteicos, prebióticos, biocombustibles, bioplásticos o diferentes biomoléculas.

Estas vías de inserción son un ejemplo de economía circular: se otorga valor agregado a lo que tradicionalmente se consideraría desechos a través del desarrollo de estos bioprocesos, provocando como consecuencia una reducción en el impacto ambiental por su generación. Todo esto conlleva a obtener un producto de valor a partir de materias que estarían al final de su vida útil.

Ahora podemos responder nuestra pregunta: la economía circular es la manera de dar vida y hacer florecer estos "desechos". Su correcto desarrollo requiere la participación de cada eslabón de la cadena agroalimentaria, junto al respaldo de más políticas públicas.

La economía circular es un modelo de producción, valorización y reutilización que entrega nuevas oportunidades para innovar y emprender, abriendo caminos que antes no se vislumbraba recorrer.

Doctora María Cristina Ravanal E. Académica del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos (ICYTAL)/ Universidad Austral de Chile